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El Real Madrid vive de Benzema
El conjunto blanco goleó al Granada en su regreso con dos tantos más del francés, que volvió a liderar al equipo antes de retirarse por precaución
El Real Madrid vive de Benzema
El Madrid vive hoy feliz gracias a Benzema , delantero en plena efervescencia que corrige el pasado con goles y actitud, vitales ambos conceptos para que funcione este equipo de arrebatos que sigue engordando números sin que importe tanto el juego y las formas ya ... que la parroquia blanca adora la verticalidad y el orgullo antes que el rondo y los mil toques. Al francés se le ha iluminado el camino y cargó con todo para batallar ante el Granada, autor de dos tantos antes de que se retirara por lesión. Su dolor en la tibia asustó al Bernabéu, que ha encontrado nuevo héroe ahora que otros brillan menos. Un susto, nada más que eso. [Así lo hemos contado]
El revolcón copero de Mourinho derivó en otro Madrid, muy alegre en su puesta en escena sin que el equipo encuentre continuidad en este enero de exigencia infinita. Le ha alterado el parón navideño y el conjunto blanco mantiene una muy buena relación con la red, pero anda contrariado, impaciente en la búsqueda del patrón que impone su fútbol. Por lo general ataca bien, alimentada la fe de los tantos y los abrazos en Chamartín por el estado de gracia de Benzema, y ensucia sus buenos propósitos a la hora de defender. Contra el Granada, un rival que duró tres cuartos de hora con una actitud digna , evidenció esas carencias, descompuesto el Madrid en su totalidad por no aplicar conceptos básicos en el repliegue. La goleada camufla el desorden. [Estadísticas]
El Madrid se sostuvo por inercia en el regreso del Granada a la capital, convertida la cita en efeméride porque hacía 36 años que el cuadro andaluz no pisaba el Bernabéu . Pobló las gradas con 5.000 gargantas y convirtió el 7 de enero en su noche, la ilusión de una ciudad entregada al rojiblanco. Se guardó para la ocasión un gol precioso de Mikel Rico , previa jugada notable de Uche para sonrojo de Marcelo y de los centrocampistas que no bajaron a ayudar, y creyó en algo grande, se imaginó en las portadas del domingo. No era más que el empate, justo dos minutos después de que Benzema convirtiera un movimiento extraño de Ozil en virguería, pero el Granada asustó a la parroquia blanca e incluso merodeó por la zona de Casillas cuando todo estaba igualado. Se quedó a medias y asumió el diluvio posterior sin apenas rechistar.
En parte se benefició de la desconexión momentánea del Madrid, que es capaz de firmar veinte minutos correctísimos con tramos de desajustes denunciables. Empezó muy bien, presionando arriba y recuperando balones en un periquete, oxigenado por desplazamientos soberbios de Xabi Alonso , pero una vez tomó ventaja se difuminó. Sergio Ramos , en un saque de esquina ejecutado por Ozil, tranquilizó al personal y su cabezazo resolvió el entuerto.
En bajada, el Madrid esprintó como le gusta hacia otro chaparrón festivo que encumbró a su hombre de moda poco después de que Higuaín cumpliera con su cuota de pantalla, tan efectivo siempre el argentino en su pelea contra todo. La noche agonizó de mala gana sin que nadie tuviera ganas de más jaleo, ni siquiera los que entraron luego, hipotecado el tramo final en función del arrebato de Cristiano Ronaldo y su empeño por hacer algo. Al portugués se le torcían todos los disparos hasta que hizo diana sobre la bocina. Ni una risa, ni un gesto. Ahora el feliz es Benzema.
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