LIGA DE CAMPEONES
Pésimo inicio, horrible final
Thiago Silva arranca un empate en el último minuto de partido cuando el Camp Nou ya saboreaba la remontada
ENRIQUE YUNTA
Con Wembley en el recuerdo, imposible olvidar aquella noche de mayo que acabó en el paraíso, el Barcelona se presentó en Europa con un empate doloroso , alarmado por otra lesión de Iniesta y aturdido porque estuvo pésimo en el principio y en ... el final. Se atascó con un Milán rebelde que puso patas arriba el estreno continental con dos goles extremos, uno a los 24 segundos, otro en el tiempo extra. Además, el personal está pendiente de Andrés Iniesta, lesionado en su bíceps femoral sin que se sepa el alcance real de otra rotura. Pésima noticia para el Barça, mal estreno del campeón. [Narración y estadísticas del partido]
En el desorden, caricaturizada una y otra vez la defensa local porque ninguno de sus centrales era natural, el Barcelona se contagió de los fogonazos de Messi , el único que entendió desde el principio que la noche era de Champions. Europa invita muy de vez en cuando a pulsos atractivos como este y el Milán animó el estreno del campeón con un despertar efervescente cuando el Barça ni siquiera había llegado, perdido en los errores de Anoeta y desconcentrado hasta que le vio las orejas al lobo. En un periquete, el guión de Guardiola por los suelos, un partido nuevo y con viento en contra por la galopada sensacional de Pato , fiesta italiana en el Camp Nou sin que nadie tuviera respuesta a la brusquedad de ese inicio. El Milán, sin que importe la edad, siempre tendrá algo del Milán.
A partir de ahí, se vivió un martes y 13 totalmente distinto al que se intuía y al Barça no le quedó más remedio que alterar el programa en su debut. Hasta que encontró el camino, pasó un mal rato con la sorprendente verticalidad visitante y tampoco funcionó la creación, empapados de la espesura colectiva en la medular e intermitentes las referencias ofensivas. Solo un poco de Alves, defensa a modo de extremo, y el genio de Messi, enfrentado con el palo y Abbiati en sus apariciones, alteraban la paz milanista. El Barça estaba aturdido.
Tardó media hora larga en darse cuenta del peligro, incapaz de hallar un hueco mientras Pato sonrojaba a Busquets sin que nadie acompañara al brasileño en su recital, demasiado solo en su atrevido intento de achuchar a Valdés. En el área contraria, estático el ataque azulgrana, revolucionó la velada Messi con un movimiento bestial que resolvió Pedro a puerta vacía, nivelado el pulso para alivio del campeón, feliz el Camp Nou porque adora un torneo tan exclusivo. Ya sabe lo difícil que será repetir.
Villa sonríe
Ya en el segundo acto, y privado ya el Barcelona de Iniesta porque le fallaron los músuculos , la agresividad del Milán se esfumó y despertó con un golpeo exquisito de Villa , a quien le devolvió la sonrisa un libre directo desde lejísimos. Se fue abriendo y Abbiati, mayor y lento para este tipo de estiradas, adornó una foto reparadora. Todo en su sitio, el Barça tomaba ventaja.
De ahí hasta el final, todo aparentemente controlado porque se hizo con las riendas y al Milán se le encendió el chivato de la gasolina, reducido con el paso del tiempo porque en su rostro presenta arrugas irreparables. Sin brillo, auxiliado por ese derechazo de Villa en la única noticia de un segundo tiempo de bostezo, el Barça mantuo la compostura hasta que se hizo un lío cuando celebraba los tres puntos. En un saque de esquina , muy mal defendido por una defensa que tampoco mejoró con Puyol, Thiago Silva saltó más que nadie y confirmó una noche oscura. Al campeón le sobraron dos minutos. Tan importante es madrugar como acostarse temprano.
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