El Barça comprime la Liga sin tensión tras su triunfo ante el Almería

Martino, representado ayer por Pautasso en el área técnica, suplió la baja de Piqué dando entrada a Puyol. El argentino volvió a agitar sus piezas en defensa, como ya hiciera en San Sebastián respecto al partido de Manchester. Ante el Almería, sólo Adriano repitió en el once; Mascherano y Alves, en este caso, entraron por Bartra y Montoya, quienes siguen sin convencer ni discutir jerarquías. Martino insistió con Neymar –aún le queda para acercarse al buen nivel que mostró antes del parón navideño–, brindó a Xavi los minutos que le negó en Anoeta y a cambio sentó a Iniesta para dibujar sobre el césped un 4-3-3 clásico, con dos extremos y un lateral, Dani Alves, muy inspirado últimamente en tareas ofensivas por la banda derecha.

No obstante, fue en la izquierda donde nació el primer gol azulgrana poco después de que el lateral brasileño avisara a Esteban a través de una de sus características apariciones. A la segunda llegada, el veterano guardameta repelió un disparo de Cesc, pero el rechace le valió a Alexis para abrir la cuenta a puerta vacía. 16 goles suma el chileno, máximo realizador del equipo en la Liga por delante de un Messi que en el minuto 24 mandó a la escuadra una falta meridiana que Corona le hizo a diez metros del área. La estrella ha anotado muchos goles de libre directo, muchísimos, pero muy pocos tan bonitos como el que firmó ayer. Definió lo que es una rosca de la forma más gráfica, con una geometría similar a la que Rivaldo solía aplicar a balón parado entre 1997 y 2002.

El Barça se vio 2-0 con poco esfuerzo, gracias a una representación de aprobado alto ante un Almería impreciso, timorato y muy pequeño. A destacar, en la primera parte, sólo algunos de detalles de Corona y Verza por parte andaluza. Sin embargo, la fragilidad azulgrana a balón parado metió a los de Francisco en el partido antes de la media hora, cuando Trujillo remató a placer un córner mal defendido: Puyol no midió el salto, Cesc se despistó en el marcaje y Valdés salió a deshora. No volvió a moverse el marcador antes del descanso porque ni Neymar ni Messi supieron convertir en gol ninguna de las acciones protagonizadas por Alexis, el más voluntarioso de la delantera. Quizás sea casualidad, pero suele coincidir que cuando el chileno destaca el Barça hace un partido menos brillante.

El asunto, considerando el marcador, se puso para que los azulgrana apretaran para sentenciarlo, pero en la segunda parte salieron sin tensión, como esperando a que la inercia les llevara hasta la victoria contra un rival poco mordedor. Da la sensación de que este Barça sólo se motiva con las grandes citas y en los contextos de apuro, una sospecha que compartieron los casi 60.000 espectadores –hubo pitos– que ayer se dieron cita en el Camp Nou y que, poéticamente, palió el Puyol en el minuto 84. El capitán, que actúa con cuentagotas y no está para verlas pasar, empujó a la red un rechace del palo tras remate de cabeza de Messi. Xavi, segundo capitán, anotó el cuarto desde la frontal del área.