ADIÓS A LUIS ARAGONÉS
Luis, el entrenador que convencía a los jugadores
Cogió a Futre y lo despertó; hizo creer a Landáburu que era grande; mareó a Xavi y hasta hacerle creer que era él líder de una España ganadora
tomás gonzález-martín
Genio y figura hasta la sepultura. Hoy, el cielo será pura diversión, porque Luis tenía un humor madrileño, castizo, que derrotaba al más serio. Aragonés fue un líder como futbolista y traspasó ese carácter de mando para ser entrenador. Colgó las botas en el ... Calderón para ser inmediatamente técnico del Atlético. se reía, porque los que fueron sus compañeros ahora estarían, todavía más, a sus órdenes. Ya dirigía al equipo como centrocampista y lo pasaba a comandar como técnico.
Su capacidad para convencer a un jugador de su valía es única, infinita. Tuvo en sus manos muy pronto a un gran Atlético, con Landáburu como director de orquesta. A Chus le venía grande ser el jefe en el césped. la presión del público, el rumor, podía con él. Luis le cogió de frente y le dijo: «Usted tiene calidad para llevar la batuta de este equipo».
Se lo decía a Landáburu constantemente. Y el futbolista aguantó el chaparrón del público y creyó en su preparador. Era verdad. pero al final de temporada le dijo: «Míster, estoy hasta los … de usted, me voy de vacaciones». Pero le había ganado como comandante del Atlético en el césped.
Aragonés era duro. Y los jugadores bromeaban en los entrenamientos a escala interna. En una sesión en el Calderón, surgió el chascarrillo de llamarle el «Mono Aurelio»0. Aragonés, que lo sabía todo, como buen sabio, se enteró. Y durante varios días les preguntaba, mientras corrían en los calentamientos: «¿Quién me llama Mono Aurelio?».
Todos se callaban. Reían por dentro. Luis también. Había sido cocinero (futbolista) antes que fraile. Les seguía el juego.
A Luis le echó Jesús Gil en 1987. A gritos. Se enfrentaron dos trenes. El choque fue brutal. «Tú aquí no eres nadie», le decía Gil. «Yo he sido todo en el Atlético, usted sí que no es nadie aquí». Años más tarde, el presidente del Atlético le fichó como entrenador. Luis volvió a crear un Atlético enorme.
Era un preparador exigente. Quería que Futre, fichado por Gil en el 87, rindiera más,especialmente a domicilio. Tuvo sus enfrentamientos con él. «Eres un cabeza de chorlito», le decía el entrenador, enfadado, en una de sus explosiones. Paulo quiso corresponder a lo que pedía su inmediato superior. Futre le ha ensalzado siempre como entrenador. Era uno de los más serios que ha tenido en su carrera.
Luis era auténtico. Único. En sus ruedas de prensa se encaraba con algunos periodistas. Después decía. «Vámonos todos a tomar un aperitivo». Recuerdo que Alberto Polo, de Marca, chocaba con él. Pero terminado el trabajo con los periodistas, no tenía resquemor con nadie.
El Barcelona lo fichó en un momento de crisis enorme, en la campaña 87-88. Perdida la Liga, con Alesanco como jefe de la defensa, Luis cogió aquel Barcelona y lo hizo campeón de Copa con un gol precisamente de Alesanco frente a la Real Sociedad en el Bernabéu. Le salvó la temporada. Pero José Luis Núñez no le renovó. Luis apoyó a la plantilla azulgrana en el «motín del Hesperia», liderado por veintidós futbolistas que pidieron la dimisión de Núñez por un problema con sus contratos de imagen ante Hacienda. campeón de Copa, Núñez echó a Luis y fichó a Cruyff.
El madrileño fue único. Era capaz de comer con el entrenador del rival y estar diez horas seguidas, picando y hablando de fútbol. Cuando Radomir Antic era técnico del Real Madrid (1990-1992) comió con él durante horas y horas, unos días antes de un derbi. Y le aconsejó incluso cómo invertir sus emolumentos. era compañero y profesional antes que adversario.
Su personalidad destacó en todos los sitios. En el Valencia (1995-1997) dejó la imagen imborrable frente a Romario, cuando le dijo. «Míreme a los ojitos». No se casaba con nadie. El brasileño era un ídolo y Luis le espetó al futbolista y al club que no podía alinearle como titular cuando salía por la noche y todos los sabían: «Con qué cara me presento ante la plantilla y digo que juegas tú», le dijo a Romario.
Su duelo con Eto'o en el año 2000, al frente del Mallorca, también pasó a la historia por su forma de demostrar quien manda. Samuel estaba enfadado porque Luis le quitó en un encuentro frente al Zaragoza. El camerunés se quejaba en el banquillo. Y el entrenador se agachó, le cogió de la camiseta, le zarandeó y le dijo que dejar de lloriquear. Le dio una lección de respeto a sus compañeros. «Casi le pegó», dijo el técnico, que ya le había zarandeado unos días antes en otro incidente similar. Samuel le ha considerado siempre su «abuelo», el hombre que le enseñó a ser persona y futbolista. Está dicho todo.
Su forma de animar a Reyes para inyectarle confianza fue un ejemplo de su estilo para levantar a sus futbolistas y hacerlos grandes. Era seleccionador y le comparó con Henry: «¿Qué tiene este negro que no tenga usted?». No era un comentario racista, sino de reafirmación del jugador sevillano, pero los puristas le crearon un problema internacional que Aragonés resolvió con el título de la Eurocopa en 2008.
Su incidente con la selección, cuando rompió un teléfono tirándolo al suelo, hizo troncharse de risa a todos sus jugadores. Estaba dando una sesión táctica a Xavi, Capdevila, Xabi Alonso, Villa, Casillas y compañía y siempre exigía que se apagaran los móviles. En plena charla, sonaba uno. No sabía de quien era. Buscaba y buscaba. Nada. Seguía sonando. Fue el suyo. Lo cogió y lo estrelló en el suelo.
Decían muchos que ya era un entrenador viejo. Nada de eso. Estaba al tanto de todas las modernidades para trabajar mejor. Precisamente, Guardiola, el dios convertido en entrenador, se inspiró en un método informático, el ER1C, qu Aragonés utilizaba para estudiar a los rivales.
Era de carácter fuerte. Estallaba y al minuto te decía que vamos a tomar una cerveza y hablamos de fútbol. Chulesco, con gracejo, era un hombre bueno que deseaba esconder esa bondad con esa imagen de tipo duro. Ha muerto el mejor entrenador de la historia de España. El que decidió que los jugadores de calidad españoles, aunque fueran bajitos, debían dar el toque y la personalidad del fútbol español en la selección. Que había que vivir y morir con nuestro estilo de juego, con la clase den nuestros jugadores. Convenció a Xavi de ello. «Usted, con su clase, debe dirigir a la selección y hacerla campeona, porque ustedes tiene calidad y poder para ello». Tardó años en conseguirlo. Lo consiguió. Ganó la Eurocopa 2008 y abrió el camino de la confianza en nosotros mismos para celebrar el Mundial y la Eurocopa 2012. Selló el estilo de esta España número uno del mundo. Es el culpable. Descanse en paz el hacedor del éxito del fútbol español.
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