El fin de los goles fantasma

Hasta el Mundial de 2014, habrán pasado por el glorioso momento de recibir el preciado trofeo Brasil, Italia, Alemania, Argentina, Uruguay, Francia, Inglaterra y España. Sin desmerecer su buen trabajo, alguno de esos títulos podrían haber caído en otras manos si la tecnología hubiera estado presente. La FIFA, reticente a estos cambios bruscos, claudica y el próximo Mundial la arbitrariedad de los colegiados con los goles fantasmas no primará en la consecución de la meta.

Tres partidos pudieron haber cambiado el rumbo de la historia de los Mundiales si los sistemas de detección del gol hubieran llegado antes. El más antiguo data de 1966. En la final, que disputaba Inglaterra contra Alemania, Geoff Hurst envió un tremendo derechazo hacia la portería alemana. El balón rebotó en el larguero y botó en la línea de gol. El juez de línea entendió que había traspasado la cal y concedió el tanto, importantísimo para Inglaterra porque deshacía el empate en la prórroga y se convertía en Campeón del Mundo . Las reclamaciones de los alemanes no sirvieron de nada ni tampoco un estudio de la Universidad de Oxford que, treinta años más tarde, concedió que al balón le faltaron seis centímetros para cruzar la línea por completo.

Veinte años más tarde se produjo una situación similar, pero con España de protagonista. Disputaba la selección española contra Brasil un partido de la fase de grupos. Terminó el partido con la selección de Miguel Muñoz perdiendo por 0-1 y recordando siempre aquel gol de Míchel que no subió al marcador. Sería Bélgica, en los penaltis, quien apeara a España en cuartos de final, la eterna maldición, aunque la foto de aquel campeonato fue sin duda el gol fantasma del jugador madrileño.

A la FIFA, que dijo que no a las tecnologías en 2008, le costó reconocer que esos goles que no son pueden desequilibrar un partido e incluso una eliminatoria. Lo que marcó definitivamente la decisión fue el Alemania-Inglaterra del Mundial de Sudáfrica. Curiosamente se disputaban el encuentro los mismos protagonistas que en 1966, solo que en esta ocasión, el resultado fue favorable para los alemanes. Lampard disparó, el balón golpeó en el larguero y bajó a la línea de cal. Pero no subió al marcador. y Alemania terminó goleando 4-1.

A partir de ese momento, el máximo organismo del fútbol mundial decidió que el siglo XXI podría llegar también al césped. Así, eligió dos prototipos de detección de goles (Ojo de halcón y GoalRef) para probarlo en el Mundialito de Clubes. El resultado ha gustado tanto, que se prolonga la vida de estos dos nuevos métodos hasta la Copa Confederaciones y el Mundial de 2014.

El ojo de halcón ya es conocido en el mundo del deporte. Sus colaboraciones sacan de mil dudas a tenistas ante una bola disputada en un punto que puede ser definitivo. La tecnología, de la empresa HawkEye utiliza un sistema de cámaras que siguen a la pelota en todo momento. Las imágenes llegan a un servidor central que las transmite en tres dimensiones para saber con exactitud si el balón ha traspasado la línea de gol o no.

Más desconocido es el GoalRef, aunque es muy utilizado en el balonmano en los países nórdicos. El sistema se compone de unos sensores fijados a los postes y un balón inteligente con un chip en su interior que enviará una señal de «gol» al reloj del colegiado. Solo cuando la pelota cruza por completo la línea , el campo magnético se activa.