Es el primer brasileño que corre antes sus paisanos desde que lo hiciera Felipe Massa en 2017, así que los aficionados vibran en cada pasada del Sauber. Este sábado, los gritos de ánimo enmudecieron cuando el bólido verde de Bortoleto sufrió un escalofriante accidente en la última vuelta de la carrera Esprint.
Cuando el brasileño, pie a fondo y DRS abierto, intentaba adelantar a Albon al final de la recta, derrapó. Circulaba a casi 300 km/h de velocidad, chocó contra el muro interior, perdió el control y salió volando por el aire hasta estrellarse contra las protecciones exteriores del circuito de Interlagos.
El impacto fue tan fuerte que rompió el volante, algo rara vez visto en un accidente de F1. El coche quedó destrozado pero, afortunadamente, Bortoleto salió ileso.
El piloto, representado por la agencia de Fernando Alonso, abandonó el habitáculo por su propio pie y salió corriendo hacia el garaje de su equipo, al encuentro con su familia, sabedor de la preocupación que tenían tras ver las espeluznantes imágenes del incidente.
Allí, en el pitlane, los gestos de Alonso y de Carlos Sainz (detrás del asturiano) mientras atienden a los periodistas y ven por televisión la secuencia del accidente lo dicen todo. Alonso lo describe con una interjección lo suficientemente expresiva: «¡Mamma mía!»
Evidentemente, Bortoleto no pudo participar en la sesión de clasificación. Fue imposible reparar, o más bien reconstruir el coche a tiempo.
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