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El oro más exclusivo de España
treinta aniversario de barcelona 92
Tres décadas después del éxito del hockey hierba, ningún otro equipo femenino ha logrado proclamarse campeón olímpico
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Iniciar sesiónEs domingo por la tarde en Tarrasa, lugar de concentración de la selección española de hockey hierba antes de los Juegos de Barcelona. Es uno de esos días de invierno en los que nadie sale de casa. Hace frío y llueve con intensidad, pero ... por la rambla, camino del campo de entrenamiento, van las chicas del equipo. No hay mejor momento para entrenar el deslizamiento por el césped con remate y todo cuenta. Por pequeño que sea el detalle, todo cuenta.
Aquel fue uno más de los muchos aspectos que pulieron en aquellas semanas interminables de trabajo que desembocaron en el primer oro olímpico de un equipo femenino español. Gesta que 30 años después se sigue sin poder igualar y que explica la dificultad de lo que consiguieron esas chicas anónimas que se convirtieron en heroínas en Barcelona 92.
Carmen Barea es una de ellas, autora del gol que le dio a España el pase a la final y del que abrió el triunfo en el encuentro decisivo por el oro. Aunque han pasado tres décadas, el recuerdo de todo lo que vivieron esos días en la Ciudad Condal sigue vivo en su cabeza y lo rememora para ABC. «Cuanto más tiempo pasa más conscientes somos de lo difícil que es conseguir un oro olímpico y le damos más valor. No es solo cuestión de talento o de trabajo, hay muchos factores y todos tienen que confluir para que se llegue con éxito a la meta», señala.
Aunar todo. Remar en la misma dirección. Ser un equipo sin fisuras. El compromiso en aquel conjunto era total hasta el punto de dejar a un lado cualquier distracción personal en el año previo a los Juegos. «Nos concentramos casi un año antes y nos exigimos un compromiso total. Ni siquiera veíamos a la familia y cualquier evento social quedó en un segundo plano si no era en el día de descanso». Sacrificio que valió la pena al verse en lo más alto del podio olímpico.
Concentración en Cuba
De todas las concentraciones que llevaron a cabo por todo el mundo, la más dura, sin duda, fue la que experimentaron en Cuba. «Estuvimos allí tres semanas haciendo preparación física y aún nos acordamos. Se nos caían las lágrimas entrenando del esfuerzo al que nos sometió el cuerpo técnico. Luego, durante los Juegos, Cuba estuvo en la mente de todas. Cuando llegábamos al final de los partidos o la prórroga, y tocaba hacer un esfuerzo más, apelábamos a Cuba. Fue algo que nos marcó y que nos ayudó en los momentos más complicados», afirma Barea.
Cuenta Carmen, que en otra de esas concentraciones previas, en el CAR de Madrid, José Brasa -el seleccionador- juntó a todo el grupo antes de un entrenamiento. «Nos dibujó tres escenarios posibles: llegar a Barcelona, desfilar y pasarlo bien; luchar por el quinto puesto -que es lo que habían hecho en el último Mundial- o intentar ganar una medalla con un 'esfuerzo sobrehumano'. Todas elegimos lo último».
España debutaba en un torneo olímpico y, aunque habían alcanzado un buen nivel, no era favorita para las medallas. Al contrario. «Habíamos jugado y ganado a todos los equipos del torneo, pero no sabíamos cómo íbamos a competir en Barcelona. No teníamos la experiencia para saber si la presión iba a poder con nosotras en unos Juegos que se disputaban en casa. Porque nosotras estábamos acostumbradas a jugar sin nadie en la grada y, claro, en Tarrasa -donde se disputó el torneo- las gradas estaban llenas de gente animando».
La selección superó la fase de grupos y se metió en semifinales, donde esperaba Corea, un equipo que les había metido siete goles dos años antes en el Mundial. Fue un encuentro durísimo que se decidió en la prórroga con un gol de Barea. «Ese gol lo tengo grabado. Es quizá el momento de los Juegos que tengo más vivo. Lo habíamos ensayado tantas veces, que antes de que me llegara la pelota ya sabía que iba a ser gol. Le pegué muy convencida y entró», explica. En la final, también tocó sufrir ante Alemania, en un duelo resuelto en los últimos minutos con otra jugada ensayada de penalti córner que transformó Eli Maragall. La explosión de alegría fue total en el Olímpico. Júbilo que arrastró a las jugadoras. «De la celebración es de lo que menos me acuerdo. Había imaginado tanto cómo seria, que me entró un bajón tan fuerte que me dejó zombi. Pasó muy rápido. Todo el mundo quería hablar con nosotras…».
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El gran salto olímpico español
Sergi Font
30 años después, el equipo sigue muy unido. Hace unos días se juntaban en el Mundial disputado en Tarrasa para compartir confidencias. Lo hacen también habitualmente en un grupo de Whatsapp en el que se ponen al día. «Podemos pasar semanas sin hablar y luego estar días con mucha actividad. Estamos muy pendientes unas de otras. Pasa el tiempo, pero el cariño es cada vez mayor». Muchas de las campeonas olímpicas siguen ligadas al deporte.
Barea, que trabaja para la Universidad de Málaga, montó una escuela de hockey hierba en Rincón de la Victoria y desde allí trata de aportar su granito de arena para que pueda repetirse algún día el éxito de Barcelona 92. La medalla más exclusiva de la historia de España. Un oro sin parangón que convirtió a unas chicas normales en extraordinarias.
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