Fútbol
¿Pero cómo demonios pudo Luis Aragonés ganar la Eurocopa 2008?
El baúl del deporte
El entrenador madrileño prescindió de Raúl en octubre de 2006 y, tras meses de furibundo debate alrededor de la selección, llevó a España a la gloria
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Huelga de futbolistas: dos fines de semana sin Liga
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Iniciar sesiónGarrote en mano, media España -o más- esperaba a Luis Aragonés el 7 de octubre de 2006. La Selección jugaba en Suecia el tercer partido de clasificación para la Eurocopa 2008 y, por primera vez en una década, en la lista de convocados no figuraba ... Raúl González, capitán y estandarte del fútbol patrio. La Roja perdió 2-0 en Estocolmo y en la España deportiva se desató un virulento incendio que ardió durante casi dos años.
La goleada (4-0) del 2 de septiembre ante la débil Liechtenstein había sido escaso bálsamo para apagar el rescoldo de la reciente eliminación en el Mundial de Alemania 2006 (1-3 ante Francia en octavos de final). Sobre todo porque cuatro días después (6-9-2006), en el segundo encuentro de clasificación para la Eurocopa, España perdió (3-2) frente otro equipo teóricamente inferior: Irlanda del Norte.
Las críticas y los muchos críticos, durmientes durante el verano y agazapados tras la victoria ante Liechtenstein, despertaron. «Humillación», «derrota sin honra», «ridículo» o «España defrauda» fueron algunos de los titulares que señalaban fundamentalmente a Luis el 7 de septiembre de 2006. Unos cuantos ya llevaban tiempo pidiendo la destitución del seleccionador, varios más se sumaron a esta demanda y algunos, los más pacientes, fijaron como ultimátum la importante cita en Suecia justo un mes después.
No hizo falta esperar tanto. Mónica Marchante, periodista de Canal Plus, activó la bomba cinco días antes de que el seleccionador hiciera pública la convocatoria para el encuentro de Estocolmo: «Raúl no estará en la lista de jugadores para el partido de Suecia… ni en ninguna lista más mientras Luis sea el entrenador». Lo contó después de hablar con el propio Aragonés en el antepalco del Camp Nou, donde aquel domingo se disputaba un Barcelona-Valencia de Liga.
Pese a su rotundidad e importancia, la noticia fue acogida con cierto escepticismo. Buena parte del periodismo deportivo no se lo quería creer, o no quería admitirlo, así que la primicia de Canal Plus ocupó poco y desganado espacio en la mayoría de los medios de comunicación. Hasta que, dos días más tarde, Raúl marcó dos de los cinco goles del Real Madrid ante el Dínamo de Kiev e igualó al ucraniano Shevchenko como máximo artillero de la Liga de Campeones, ambos con 53 tantos. Entonces sí arreciaron los titulares y el debate sobre la decisión que tomaría el seleccionador español.
Raúl, también dolido desde el Mundial de Alemania, se reivindicó. «Parecía que con 28 o 29 años no tenía nada más que hacer en el fútbol y mucha gente me quería retirar, pero yo he seguido trabajando –declaró en Onda Madrid-. Sabía que son ciclos, como pasa todo el mundo en la vida, y me queda mucho fútbol». Eso sí, 48 horas antes de conocer la convocatoria de España, fue muy correcto: «Luis tiene que buscar lo mejor. Hay que dejarle elegir con libertad y cuando dé su lista, estar a muerte con él».
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El viernes 29 de septiembre de 2006, Luis dio la lista (para Suecia y para un amistoso con Argentina el 11 de octubre). Libremente, eligió no convocar a Raúl, pero no todos estuvieron a muerte con él. Ni mucho menos. La rueda de prensa ya fue prácticamente monotemática. Giró alrededor de la ausencia del '7' blanco por primera vez (sin estar lesionado) desde 1996, año de su estreno con la camiseta roja.
«No he llamado a Raúl para comunicárselo. No es un caso excepcional ni es un jugador lesionado, que es con los que sí suelo hablar», dijo Luis. Y tras dar más vueltas y explicaciones, zanjó el asunto: «Yo sé qué es ser seleccionador y que da igual lo que yo conteste. Raúl es muy mediático, pero seguir hablando es ridículo».
«Yo no me bajo los pantalones ni cuando me quito el cinturón en los aeropuertos».
Luis Aragonés
en la rueda de prensa conjunta con Raúl (28-2-2008)
Por prudencia y respeto a la propia selección española, ni los protagonistas directos –Luis y Raúl- ni los cercanos han querido desvelar nunca los detalles de lo sucedido. Sin embargo, es imposible que, habiendo tantas fuentes, no mane información de lo que ocurrió en las concentraciones del equipo nacional. Básicamente, la confianza comenzó a descoserse durante el Mundial de Alemania. Luis, además de dejar en el banquillo de los suplentes dos veces a Raúl, no le permitió seguir 'capitaneando' las rutinas –comidas, horarios, disciplina…- en la concentración del equipo. El delantero madrileño digirió mal ambas decisiones, deportiva y organizativa, del míster y, además, escenificó varias veces su disgusto con gestos y actitudes grabadas y emitidas en fotos y vídeos.
En esa misma doble líneas –futbolística y disciplinaria-, el roto final sobrevino con la traumática derrota en Irlanda del Norte. Antes del partido, Raúl lideró una reunión reivindicativa que Luis se tomó como un aviso de motín. Y finalizado el nefasto encuentro, el seleccionador dictó sentencia: «Esta noche he visto quién estaba en el barco y quién no».
Despelote y caos
Raúl se tomó su salida de la lista de convocados con elegancia: «Lo importante es la selección. Hay que estar unidos y apoyaré con toda mi alma a la selección desde mi casa. Veré el partido por televisión y siempre seré el hincha número uno del equipo nacional. No quiero ninguna polémica y respeto su decisión. El fútbol español y la selección están por encima de los intereses particulares. Sólo soy un futbolista más y lo que deseo es empujar y que mis compañeros obtengan un buen resultado en Suecia».
Mucho menos mesurado fue Joaquín. El entonces jugador del Valencia también se cayó de la convocatoria y explotó. «La selección es un despelote, un caos y Luis no sabe por dónde tirar. Sinceramente, creo que nunca he contado con su confianza. Hubo un momento en que sí, pero cuando las cosas me han salido regular ha prescindido de mí y siempre que se ha hablado de limpieza o algo parecido yo he sido el primero en caer. Esta no convocatoria ya me la esperaba», manifestó en Punto Radio.
Unas declaraciones sin pizca de gracia que, antes y después del partido en Estocolmo, fueron utilizadas como herramienta verbal para atizar a Luis. Las coletillas «despelote y caos» salían a relucir a la mínima en el que fue prolongado debate sobre la selección, casi siempre sustentado en la ausencia de Raúl.
Tras la derrota en Suecia, la opinión pública, azuzada por la inmensa mayoría de medios de comunicación, señaló con dureza al seleccionador. Esa misma noche, las emisoras de radio exigieron a la Federación que tomara medidas. Y al día siguiente, 8 de octubre de 2006, los periódicos ya pidieron abiertamente la cabeza de Luis Aragonés. Raúl era un símbolo del Real Madrid, pero la prensa de todas las regiones de España, Cataluña incluida, coincidió como pocas veces y culpó casi en exclusiva al entrenador madrileño.
Tras perder en Suecia (2006) muchos periodistas dieron por hecho el despido inminente del seleccionador, pero Villar le mantuvo en el cargo
«¡Fuera!», titulaba el diario catalán 'Mundo Deportivo'. El también barcelonés 'Sport' fue aún más directo en su portada: «¡Luis, vete ya!». Idéntica senda editorial tomó la prensa deportiva madrileña. «Quiebra técnica –publicó 'As'-. Luis se empeña en seguir pero ya nadie cree en él». Y 'Marca' optó por ironizar: «No se disguste por la derrota de la selección. Si usted está cabreado… Luis está animadísimo». Los periódicos nacionales y provinciales no se quedaron atrás en la crítica. «España se instala en la derrota», decía la crónica de 'ABC'; «Humillante derrota de la selección ante Suecia», señaló 'El Mundo'; «España necesita remedios urgentes», destacaba 'El País'; y 'La Razón' apuntaba: «Ni con Raúl ni sin Raúl: la selección de Luis es un fracaso».
Bastantes periodistas dieron por hecho el despido inminente de Aragonés, pero el presidente de la Federación Española, Ángel María Villar, hizo oídos sordos a tanta presión y le mantuvo en el cargo. Y Luis, veterano en mil batallas -«tengo el culo 'pelao'» es una de sus frases míticas-, también aguantó el chaparrón. «Me siento más querido que nunca; no me iré por muchos ataques que reciba», dijo en la previa del amistoso ante Argentina, apenas tres días después de la debacle sueca.
Fue una verdad a medias. O, mejor, una mentira y una verdad juntas. Era imposible que se sintiera querido, precisamente porque los ataques eran constantes y furibundos. Y calaban en los aficionados españoles. Así, inmediatamente después de la derrota de Estocolmo, el autobús de la selección fue rodeado e increpado allí mismo por decenas de jóvenes estudiantes de Erasmus que habían acudido al estadio. En Murcia, el triunfo (2-1) de España sobre Argentina en la inauguración del estadio Nueva Condomina contribuyó a serenar los ánimos en una jornada festiva para la ciudad. Aun así, en una cita amistosa e intrascendente los aficionados encontraron una excusa para pitar al seleccionador cuando esté decidió sustituir a Fernando Torres por Luis García.
La débil tregua saltó en pedazos un mes después, cuando España perdió el 15 de noviembre ante Rumanía en otro amistoso. El partido se jugó en Cádiz, y los aficionados gaditanos acabaron coreando «esto sí que es pura chirigota». La selección no volvió a jugar hasta febrero de 2007. Lo hizo en una plaza de prestigio, ante un equipo grande, Inglaterra, y ganó con solvencia (0-1).
Fue un soplo de optimismo que empujó a España a sumar todos los puntos en las siguientes cuatro citas oficiales. Encadenó triunfos ante Dinamarca (2-1), Islandia (1-0), Letonia (0-2) y Liechtenstein (0-1). La clasificación para la Eurocopa 2008 parecía encarrilada, pero la fragilidad de la calma era tal que bastó un inesperado empate en Islandia (1-1) para reavivar el fuego. Cuatro días más tarde, 12 de septiembre de 2007, la tensión se tornó insoportable.
España jugó y ganó a Letonia (2-0) en Oviedo. Ni siquiera esa victoria, vital para lograr la clasificación, aplacó a Luis. El seleccionador estaba harto de todo lo que rodea al grupo, de filtraciones interesadas, de medias verdades, de críticas periodísticas y, fundamentalmente, de que todo eso calentase a los aficionados de cualquier ciudad española. Era raro el día en que alguno o varios espectadores no increpaban al técnico madrileño, tanto durante los entrenamientos abiertos al público como a lo largo de los partidos.
Finalizado el encuentro del Carlos Tartiere, Aragonés le comunica al presidente Villar que no acudirá a la sala de prensa para comparecer ante los periodistas. Se marcha al hotel, donde es recibido con abucheos por un grupo de aficionados. En vez de pasar allí la noche para regresar a la mañana siguiente con la expedición, Luis, acompañado por su mano derecha, el preparador físico Jesús Paredes, se sube a un coche de la Federación y pone rumbo a Madrid por carretera. El estupor inicial y el vocerío de las radios aquella noche fueron de órdago.
El escándalo no se apagó durante el mes que hubo de pasar hasta la siguiente cita, el 13 de octubre de 2007 en Dinamarca. Y se acrecentó en la concentración celebrada los días previos a dicho partido en la sede de la Federación en Las Rozas (Madrid). Nada ilustra mejor el «despelote» vivido durante aquella época que la aparición por allí del popular periodista Jordi Évole. Entonces se hacía llamar, por razones obvias, 'El Follonero' y allí se presentó como reportero estrella del exitoso programa 'Buenafuente' que emitía La Sexta. Durante su periplo por las instalaciones federativas, la cámara captó una escena que dibuja lo que se estaba viviendo en la España futbolística.
Al finalizar el entrenamiento vespertino (miércoles 10 de octubre), el seleccionador se acercó a la valla donde estaban los aficionados. Mientras firmaba autógrafos, un espectador le increpó ante la ausencia de Raúl. «¿Sabes a cuántos Mundiales ha ido Raúl?», le preguntó Aragonés. «A tres», respondió el hincha. «¿Y sabes a cuántas Eurocopas?», insistió el técnico. «A dos», apuntó el propio Luis gesticulando. Y añadió, repitiéndolo tres veces: «Dime las que hemos ganado, dime». El aficionado no se arrugó: «No será por culpa de Raúl». Luis replicó: «No, solo digo que a cuántas ha ido. A cinco. ¿Y cuántas hemos ganado?» Y antes de marcharse, lanzó un último mensaje: «No hagáis caso a la prensa, que os equivocan». En el último plano de la secuencia aparece un seguidor con una máscara con la foto de la cara de Raúl.
Ese mismo día, la página web de la Federación había publicado una entrevista con Luis Aragonés. Y no eludió el asunto Raúl: «Se le hace un flaco favor a un jugador de su talento y de su rendimiento con estas cosas y tanto debate. Porque, además, hay otros jugadores que pueden venir al equipo nacional». Y, por si había dudas, avisó: «La presión externa me motiva más. Sé lo que me estoy jugando y sé que debo estar más sereno y más lúcido que nunca. Los factores externos no deben llevarme ni a la más mínima duda, pero ya he vivido situaciones parecidas y sé cómo combatirlas. Es una de las ventajas que tiene la experiencia».
España venció (1-3) y convenció en Dinamarca. A partir de ahí, ganó todos los encuentros y el 17 de noviembre certificó su presencia en el torneo continental organizado por Austria y Suiza. Aunque la sombra de Raúl seguía acechando en tertulias, artículos de opinión y concentraciones de la selección, las aguas parecían más calmadas. Paradójicamente, la notable trayectoria de España en el Grupo F y la consiguiente clasificación resucitaron el debate. Algunos vislumbraron la oportunidad de volver a la carga para intentar meter con calzador en la lista para la Eurocopa al '7' del Real Madrid. Y el melón, reabierto, explotó en Málaga.
El 6 de febrero de 2008 España disputó en La Rosaleda un amistoso con Francia. Ganó 1-0, pero el ruido atronador alrededor de Luis durante todo el fin de semana impidió valorar como se merecía el triunfo ante la subcampeona del mundo. Bastaría con recordar unas frases de la tensa rueda de prensa del seleccionador español en la previa del partido: «Yo no voy a dimitir en ningún momento. Lo más justo sería que me echasen antes de nombrar a otro seleccionador. No se pueden tener dos seleccionadores. No sé si se atreverán. Han pasado cosas que no me parecen justas».
Aragonés respondía así, sereno pero dolido, a las informaciones que apenas cuatro días antes habían anunciado que la Federación barajaba hacer público antes de la Eurocopa el nombre del nuevo seleccionador que dirigiría a España tras el torneo de Austria y Suiza. Y daban los nombres del sustituto: Vicente del Bosque o José Antonio Camacho, primera y segunda opción respectivamente y en ese orden.
«¡Raúl selección»
Hubo más. Con estos titulares todavía frescos en la retina, la selección española viajó en AVE de Madrid a Málaga. Y a la llegada a la estación María Zambrano de la ciudad andaluz, centenares de aficionados recibieron a la expedición al grito de «¡Raúl, selección!», exhibiendo alguna camiseta del delantero blanco.
Luis siguió a lo suyo -«el tema no me tiene ni aburrido ni cansado. Hago lo que mi conciencia me pide que es lo mejor»-, pero Raúl no aguantó más. Dos semanas después, Ginés Carvajal, representante del futbolista, contactó con el seleccionador. Le pidió una reunión y una posterior comparecencia pública para intentar zanjar de una vez el asunto. El 21 de febrero de 2008, entrenador y jugador se sentaron en la sala de prensa de Las Rozas ante decenas de periodistas.
Escenificaron una paz fría con un objetivo principal común: acabar con los comentarios sobre su presunta mala relación. «Yo le he dicho a Raúl que lo de Málaga estaba organizado, aunque no sé por quién», dijo Luis. Y Raúl abundó: «Quiero que se deje de especular con que si desde mi entorno se manda a gente para presionar. Quiero que me dejen tranquilo cuando juega España, en mi casa y con mi familia».
«Llevaba pensando en esta reunión hace meses. La selección se ha clasificado con un gran trabajo y me duele que para cada partido se especule con informaciones que no son verdaderas –añadió el futbolista-. Entre el seleccionador y yo no ha ocurrido nada importante. Siempre hay malentendidos, pero la relación ha ido bien. Unas veces hemos estado de acuerdo y otras no».
«Lo primero que me ha dicho Raúl es que sabe que lo tiene difícil, pero que está ahí para ayudar –desveló Aragonés-. Si no le he traído a la selección es porque no he creído que esté entre los mejores. Lo tiene muy difícil, igual que otros 40 jugadores. Yo no soy amigo de los futbolistas. Ninguno de los que ha venido es mi amigo. Raúl ha tenido un comportamiento magnífico conmigo, pero no tenemos ningún compromiso». Para terminar, le preguntaron al seleccionador si la convocatoria de esa rueda de prensa obedecía a las presiones recibidas durante tanto tiempo. La respuesta fue genuina 'marca Luis': «Raúl me ha dicho que pensarían que yo me bajaba los pantalones, pero no me los bajo ni cuando me quito el cinturón en los aeropuertos».
Esta comparecencia conjunta rebajó la tensión, pero no la zanjó. Algunos periodistas y opinadores siguieron dando la murga con Raúl, y un sector de la afición hizo lo propio. Sin ir más lejos, un mes después, el 26 de marzo de 2008, Luis tuvo que escuchar en Elche los famosos gritos de «¡Raúl selección!» pese a lograr una meritoria victoria (1-0) ante Italia, campeona del mundo, en otro amistoso. En la rueda de prensa posterior al encuentro, Luis tuvo unas palabras para todos ellos: «El mundo está lleno de 'boludos'». Antes de viajar a Austria, España ganó sin brillo otros dos amistosos frente a Perú (2-1) y Estados Unidos (1-0). Había muchas dudas, casi nadie daba un duro por aquella selección y no pocos esperaban sentados con la pluma afilada.
Sin embargo, el arrollador y triunfal caminar de aquel inolvidable equipo hasta la final aplastó a los críticos y allanó la paz. Luego, ya es sabido, el 29 de junio de 2008 vendrían el gol de Torres, la victoria ante Alemania (0-1) y la explosión de júbilo de todo un país. Pocos recuerdan al Luis Aragonés descarnado y sentimental sentado ante los periodistas apenas unas horas antes de la gran cita.
En la rueda de prensa previa a la final, el técnico madrileño habló sin tapujos, como siempre, de su anunciado adiós a la selección: «Me voy porque no hemos hecho más para que me quede. No se ha hecho más. Nadie me dijo nada en su momento, decidí que me iba y punto. Ahora no hay marcha atrás. No quiero que se utilice nada, no tengo más que explicar».
Y Luis Aragonés se despidió con señorío: «Si ganamos a Alemania mis primeros recuerdos serán para mi esposa, mis hijos, mis nietos, para todo el mundo. Para los jugadores, posteriormente para toda España… y para todos vosotros porque las críticas me ayudan. He pasado cuatro años defendiendo a mi país, y no defenderlo me llevará a estar nostálgico. Pero trabajaré en el fútbol y desearé, como un español más, que la selección gane sin mí». Con él, al día siguiente España ganó la Eurocopa 2008. Posteriormente, con Vicente del Bosque –nombrado seleccionador el 15 de julio de 2008-, venció en el Mundial 2010 y en la Eurocopa 2012.
Sexo, racismo, chándal y, por supuesto, Raúl
Hace 16 años, con las redes sociales recién nacidas y en pañales, los grandes debates –alguno muy bronco- tenían lugar en los medios de comunicación tradicionales. El fútbol era, y es, asunto casi de Estado, así que el equipo de Luis Aragonés estaba en boca de todos. Dos meses antes del comienzo de la Eurocopa, el 15 de abril de 2008, el seleccionador acudió a 'Tengo una pregunta para usted', programa que emitía Televisión Española en el cual 60 ciudadanos hacían preguntas al preparador del combinado nacional.
El espacio, moderado de forma alternativa por Lorenzo Milá o Ana Blanco, se emitía en hora de máxima audiencia (10 de la noche). Tuvo 13 ediciones, y el único invitado ajeno al espectro político –todos con cargos importantes- fue Luis. Durante 90 minutos, el seleccionador respondió a cuestiones de toda índole: racismo, política, sexo, táctica, dinero… y, cómo no, Raúl.
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