Conmoción mundial por la muerte de Kiptum: «Él era el elegido»

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«Estamos conmocionados y profundamente entristecidos», expresó Sebastian Coe, presidente de World Athletics, en su primera reacción tras conocer la muerte de Kiptum. «Fue un atleta increíble que deja un legado increíble, lo extrañaremos muchísimo».

Por edad (24 años) y condiciones, Kiptum estaba llamado a ser el primer ser humano en bajar de las dos horas en el maratón en condiciones de carrera. En Chicago se había quedado a solo 35 segundos, y por lo visto en la Ciudad del Viento, había margen más que de sobra. Allí, el keniano corrió como solía, acelerando en la segunda mitad de la carrera. Porque donde otros claudicaban, él exponía siempre su mejor versión.

Así fue en Chicago, donde pasó por el medio maratón en 1:00:48, lejos de los 59:51 de Eliud Kipchoge en Berlín 2022. Pero Kiptum siempre tenía ese extra, quizás fruto de los casi 250 kilómetros de trote continuo con los que amenizaba sus semanas. Sus zancadas, alegres e irregulares, crecían con el paso de los kilómetros, y mientras el sufrimiento transformaba el rictus del resto de atletas, él sonreía. Un segundo parcial en 59:47 le otorgaba un récord del mundo sideral.

«Al mundo del atletismo y del deporte nos deja con la miel en los labios», escribía Martín Fiz al conocer la noticia. El campeón del mundo de maratón de 1995 describía al keniano como «talento, trabajador y con el desparpajo de cualquier joven...».

«Él era el elegido. Ahora todo pasa a un segundo plano, pero le recordaremos como el más rápido», corroboraba el maratoniano español Yago Rojo, que aspiraba a cruzarse con él este agosto en el asfalto de París.

«Estaba a punto de acostarme y comenzaron a llegarme un montón de wasaps. Cuando lo vi pensaba que era el Día de los Inocentes. Fue un shock enorme. Aún me cuesta asimilarlo», cuenta a ABC Tariku Novales, plusmarquista nacional de maratón desde el pasado diciembre (2:05:48).

El fondista gallego considera que se trata de un «golpe durísimo» para la historia del deporte: «Estaba destinado a marcar una época. En tres maratones ya había hecho barbaridades, pero daba la sensación de tener un margen de mejora muy amplio, de quedarle muchos años de mandato en el maratón y de hacer cosas que ninguno hubiésemos pensado estar vivos para ver».

Tariku no tiene ninguna duda de que Kiptum era el hombre señalado para bajar de las dos horas. Y para hacerlo, además, este mismo año: «Por sus ritmos, por su manera de correr los últimos kilómetros, de frenarse detrás de las liebres al inicio. Es que lo sorprendente es que no lo hubiese hecho ya en Rotérdam. Este chico consiguió traer al presente lo que parecía cosa de un futuro muy lejano».

Kiptum había comenzado a entrenar para su próximo reto, el maratón de Rotérdam. Era el lugar elegido para acometer ese asalto a las dos horas. La cita era el 14 de abril. Después, tenía ilusión por acudir a sus primeros Juegos en París y medirse de tú a tú con Kipchoge, oro olímpico en las dos últimas ediciones. El rey destronado también se despedía de su sucesor: «Estoy profundamente triste por la trágica muerte de Kelvin Kiptum, plusmarquita mundial del maratón y estrella emergente. Un atleta que tenía una vida entera por delante para lograr una increíble grandeza. Ofrezco mi más sentido pésame a su joven familia. Que Dios los consuele durante este momento difícil».

Incluso más que con la rebaja de las dos horas, Kiptum soñaba con ese debut olímpico. Y lo hacía con humildad: «Está claro que es un objetivo enorme. Si soy seleccionado creo que hay que ir allí como un equipo, ayudarse unos a otros y luego ver los resultados».

La noticia de su fallecimiento, no podía ser de otra forma, ha conmocionado a la familia del atletismo mundial. Apenas corrió tres maratones en su vida, y el primero de ellos fue en Valencia, la ciudad que puede presumir de haber descubierto a semejante joya. Siendo casi un adolescente, corrió allí dos medias maratones. No ganó, pero los organizadores vieron en él algo que no encontraban en el resto de atletas. Y le invitaron a participar en el maratón de 2022. Allí sí ganó, y su tiempo (2:01:53) fue entonces el cuarto mejor de la historia. Había nacido una estrella.

La consagración llegó en 2023. Primero, en Londres, donde logró bajar su marca personal hasta los 2:01:25. Y por fin, en octubre, esos 2:00:35 logrados en Chicago. Proeza tras proeza.

«Su fuerza mental y su disciplina eran incomparables. Kiptum era nuestro futuro», señaló este lunes el presidente de Kenia, William Ruto, consciente de la enorme pérdida para el deporte de su país. «Ha dejado una huella extraordinaria». Kiptum deja también viuda y dos hijos pequeños: Caleb, de 7 años, y Precious, de 4. Su muerte llega trece años después de la de su compatriota Samuel Wanjiru, campeón olímpico del maratón en Pekín 2008 y doble vencedor en Chicago, que perdió la vida, también a los 24 años, después de caer por el balcón de su casa, aparentemente bebido.

Poco a poco, a cuentagotas, se han ido conociendo más detalles del accidente que ha acabado con la vida de Kiptum. El atleta conducía un Toyota Premio en la zona de Kaptagat, famosa por albergar a los mejores fondistas kenianos y a muchos otros de cualquier parte del mundo que buscan en el altiplano del Gran Valle del Rift las condiciones ideales para mejorar su rendimiento. A Kiptum lo acompañaban dos personas: su entrenador, el ruandés Gervais Hakizimana, y una mujer keniana identificada como Sharon Kosgey. Esta sería la única superviviente, y permanece ingresada en el Racecourse Hospital de la localidad de Eldoret.

Según testigos presenciales, Kiptum perdió el control del vehículo, se salió de la carrera y cayó en una gran zanja después de chocar contra un árbol. Kiptum habría quedado dentro del coche, entre el amasijo de hierros, mientras que Hakizimana y Kosgey habrían salido despedidos tras el impacto.

«Intentamos salvar al entrenador porque todavía respiraba, pero murió inmediatamente», dijo a los medios kenianos Kenneth Kimaiyo, un tendero que fue de los primeros en llegar al lugar del siniestro. «Kiptum yacía debajo del coche con el cinturón roto y ya estaba muerto».