Del Toro da un paso más para coronarse en el Giro

Del Toro navega en escenario amigo. De repente han salido del ostracismo banderas mexicanas en Italia. Jamás México había exportado un candidato para grandes empresas, más allá del exotismo de Raúl Alcalá en los años noventa y su cualidad de rodador y Julio Pérez Cuapio, un buen animador que pasó sin pena ni gloria por el pelotón.

La antepenúltima jornada regala terreno para dinamitar el Giro. Y hablando de dinamita nadie mejor que Richard Carapaz, el ciclista que volvió de unos años difíciles y de nuevo es el rematador sólido, duro como el pedernal que aguanta lo que le echen.

A Carapaz se le espera en cualquiera de los tres puertos de primera, sobre todo en el último (Joux), a poco más de veinte kilómetros de la meta, pero el ecuatoriano es una caja de sorpresas que puede salir por cualquier lado. Lo hace en el Antagnod, puerto de segunda, el último obstáculo.

Su ataque muestra la debilidad del veterano Simon Yates, que mantiene en alto el estandarte del Visma todopoderoso que hace dos años ganó las tres grandes (el Giro con Roglic, el Tour con Vingegaard y la Vuelta con Kuus).

Es el desenlace predecible toda vez que Yates ha resistido la última semana anclándose a los vagones mientras Carapaz ha circulado de menos a más y se muestra a esta hora como el único rival posible para la juventud de Del Toro.

Las fuerzas del Visma y el UAE han cazado a todos los miembros de la fuga del día, incluidos los españoles Pello Bilbao, Carlos Verona e Igor Arrieta. Se les escapa uno, el francés Prodhomme, que consolida su victoria en una jornada de aspecto tremendo que decide poco, pero que refuerza la posición sólida de Del Toro, captor de seis segundos extra como segundo de la etapa.