El kamikaze y su misión

Para saber dónde está la expectación en la salida del Tour hay que seguir a las cámaras. Se reúnen el fondo. Por Arsmtrong, se supone. Es el hábito. Pero no en este Tour. Hay otro foco de atracción. Los micrófonos corren hacia el autobús del ... Bouygues Telecom. A la puerta espera un nido de periodistas nipones. Buscan a Yukiya Arashiro. ¿Quién? Responde Jean René Bernaudeau, director de la escuadra gala: «Es un buen ciclista. Aunque aún no sabemos hasta dónde puede llegar. Eso sí, es valiente». Acabó quinto en el primer sprint de este Tour. «Tengo que agarrarle. Se mete en todas las peleas. Es como un kamikaze».

Arashiro tiene 24 años y una misión. Ser el primer japonés que termina el Tour. Lo intentaron sin éxito Kawamuro en 1926 e Imanaka en 1996. «En Japón, las televisiones van a emitir 152 horas de Tour», aporta Bernaudeau. Allá, el ciclismo es para los velódromos, la velocidad y las apuestas; para moles de músculo como Koichi Nakano, medallista olímpico en Atenas 2004. A los velocistas de la pista les cuidan como luchadores de sumo. Pero Arashiro no empezó ahí. Su historia con la bicicleta es otra.

En Japón, su deporte era el balonmano. Balonazos en la cara, agarrones. saltos. Así hasta los 17 años, cuando le llegó la hora de ir a la universidad. Suspendió el examen de ingreso. Su padre, aficionado al ciclismo, le habló de Europa. Y le puso en contacto con un viejo amigo suyo, Fukushima, que había sido profesional en el equipo Marlux belga.

«Me apunté en un equipo aficionado francés», cuenta. No estudió, pero aprendió un oficio: ciclista. Rápido. Le fichó un equipo japonés y regresó a su isla. Ganó con 22 años el campeonato nacional y, de nuevo en Francia, una etapa del Tour de Limousin. Escribió mil currículos y los envió a cada equipo francés. También al Bouygues Telecom de Bernaudeau. Buscaba un dorsal para ir un día al Tour. El fabricante de cascos del Bouygues es nipón e hizo de enlace. Hubo acuerdo. «Pero no le contraté por su repercusión mediática, sino porque me parece un corredor con mucho margen de progresión. Bouygues no tiene intereses en Japón». Pero sí eco. Ojos de Nikon rodeando el autobús de Arashiro.

«Es trabajador. Es japonés. Allí son disciplinados. Lo único que le ha costado es aclimatarse a nuestra comida», cuenta Bernaudeau. Eso sí, le encanta el flan. Juega a la play station y habla con su familia por internet. Y también es valiente. El gen del kamikaze. Arashiro responde a las cámaras con sonrisa de turista. Educado, con una reverencia para cada saludo. Moreno, con la cara picada de viruela. Ancha. Fuerte. «No me intimida correr con gente como Armstrong o Contador», dice. Y no suena a arrogancia. Y no tiene pinta de kamikaze. Pero algo de eso hay.

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