Sintecho con 13 años, íntimo de Gasol y fan de Alcaraz: así es Jimmy Butler, el terror de la NBA

El escolta, que ya había anotado 56 puntos en el anterior encuentro -cuarta mejor marca de la historia en postemporada, a solo siete del récord de Michael Jordan-, volvió a vestirse de verdugo y sumó 42 muescas para firmar el milagro. Lideró la remontada visitante (perdían por 16 al comenzar el último cuarto) con 12 puntos consecutivos sin fallo y forzó el tiempo extra con una canasta imposible, cayéndose literalmente al suelo, a falta de dos segundos. Tras la victoria y con toda la presión saliendo de su cuerpo como el agua de un géiser, las lágrimas estuvieron a punto de derramarse por el rostro de Butler, un hombre al que todos temen en la NBA y que se forjó en una infancia dura como pocas.

Nacido en Tomball, una pequeña ciudad a las afueras de Houston, hace 33 años, Butler nunca conoció a su padre biológico y fue expulsado de casa por su madre cuando tenía solo 13 primaveras, simplemente porque no le gustaba cómo este la miraba cuando entraba por la puerta. Crudo comienzo de una vida que tuvo sus siguientes capítulos en la calle. Butler dormía en coches abandonados, entre cartones en portales o, si tenía suerte, en casa de alguno de sus amigos del colegio.

Así van los playoffs de la NBA

Enfrentamientos al mejor de 7 partidos

Oeste

Este

Denver Nuggets

3

3

Miami Heat

2

2

N.Y Knicks

Phoenix Suns

3

2

Phila. 76ers

G.S. Warriors

2

3

L.A. Lakers

Boston Celtics

Fuente: NBA / ABC

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2

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Oeste

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3

L.A. Lakers

Fuente: NBA / ABC

Mendigaba comida y su objetivo era llegar con vida al siguiente amanecer. En esa oscura espiral, encontró a Jordan Leslie, un chico de su barrio con el que usualmente jugaba al baloncesto. Su hermandad en la pista hizo que este acogiera al pequeño Jimmy en su casa, pese a que tenía cinco hermanos y sus padres no gozaban de una buena salud económica. Sin embargo, aquel gesto de empatía, cambiaría la vida de Butler para siempre.

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En la casa de los Lambert aprendió educación, rutina y lo que significaba tener una familia. Fue la matriarca, Michelle, quien se convirtió en su faro, arropado Butler bajo su estricto manto hasta los 18 años, momento en el que consiguió una beca para ir a la universidad de Marquette. Pero aún en el campus la relación con su madre adoptiva era tan estrecha que la llamaba para preguntarle qué dorsal debía elegir cada temporada. Allí se hizo hombre y en 2011 le llegó la gran recompensa de su vida tras ser elegido en el draft de la NBA por los legendarios Chicago Bulls.

En Illinois creció como la espuma (solo tardó cuatro años en ser un All-Star) y aunque los resultados no acabaron de acompañar, hizo amigos para toda la vida. Uno de ellos fue Pau Gasol, que llegó a la franquicia en 2014. Tal fue su estrecha relación que el pasado ocho de marzo, en la ceremonia en la que los Lakers retiraron la camiseta del español, Butler cogió un avión tras un partido con los Heat, recorrió más de 4.000 kilómetros y se plantó en Los Ángeles solo para abrazar a Pau.

Además, es un habitual en los campus que organiza Gasol en Sant-Boi y siempre vuelve a Estados Unidos con alguna buena botella de vino en la maleta. Una predilección por lo español que se ha prolongado en la actualidad, pues Butler es seguidor acérrimo de Carlos Alcaraz y estuvo en primera fila viendo los partidos del tenista en el Masters 1.000 de Miami hace unas semanas.

Un personaje entrañable que siempre ha rehuido el matiz trágico que ha coloreado su existencia y que al fin, tras unos pasos nefastos por Minnesota y Philadelphia, donde llegó a ser acusado de mal compañero, ha encontrado su lugar con los Heat, donde milita desde 2019 y se ha convertido en el terror de la NBA.