El milagro de la canasta en Sudán del Sur, el país de la pobreza extrema jugará el Mundial de baloncesto

El que fuera gran estrella de los Bulls en la primera década de siglo XXI ha sido el artífice de esta hazaña nunca vista. Clasificación histórica, a las primeras de cambio, que situará al país entre los elegidos para el sorteo de grupos del próximo Mundial. Los 'Bright Stars', con Deng ejerciendo de presidente de la federación y entrenador del equipo, han construido un sueño que parecía impensable vista la situación social y económica del país.

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Según los datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), Sudán del Sur era el segundo país más pobre del mundo en 2022, solo superado en esa luctuosa clasificación por Burundi, otro de los estados fallidos de la zona. La guerra civil que se desató tras el referéndum de independencia asola el país desde 2013. Un genocidio que ha provocado cuatro millones de refugiados y que, de repente, ha encontrado en el baloncesto un punto de unión.

El país se paralizó el pasado viernes para vivir la histórica victoria ante Sengal con la que se confirmaba el pase al Mundial de los 'Bright Stars'. Un grupo cincelado por Deng y sustentado en un físico difícil de igualar por cualquier otra selección. Sudán del Sur es uno de los países del mundo con mayor altura media. Algunas de sus tribus, como los Dinkas, cuentan con una estatura superior a los 182 centímetros de promedio, por lo que no es difícil ver a tipos de más de dos metros de manera habitual por la calle.

Quizá el más famoso de todos es el gigante Manute Bol, cuya presencia en la NBA en la década de los 90 situó al país en el mapa. El gigante sudanés (2,31 metros) sirvió de ejemplo para que muchos de los que salían huyendo de la guerra vieran en el baloncesto una vía de escape a sus problemas. Uno de ellos, el mencionado Deng, hijo de un parlamentario perseguido que acabó viviendo en Reino Unido, donde creció antes de dar el salto a la NBA. De hecho, Deng fue internacional por Gran Bretaña, aunque siempre pensó que podía hacer algo grande con su país de origen. Algo como lo que el equipo ha conseguido estos últimos meses.

Desde que colgó las botas hace cuatro años, Luol comenzó una cruzada para ayudar a sus compatriotas a través de la canasta con su fundación. Buscando atraer a los jóvenes al deporte y alejarlos de la guerra. Un propósito que se hace casi imposible en un país asolado por las guerras internas. Aun así, Deng -con la ayuda de la NBA- ha conseguido formar una base que mira con esperanza al futuro y que ha encontrado en la clasificación mundialista un acicate para seguir en ese camino.

Numi Onot, jugador de la G-League -liga de desarrollo de la NBA- fue el mejor del encuentro ante Senegal, aunque en el Mundial tendrá la ayuda de tres jugadores de la NBA. Uno es Bol Bol, el hijo del mítico Manute, jugador de los Magic, que es quizá el mayor exponente ahora mismo del baloncesto sudanés. Un jugador de 2,18 que corre la cancha con soltura, que anota de tres y que tiene una gran intimidación defensiva. Junto a él estarán el pívot Wenyen Gabriel (2,16), que juega en los Lakers, y PJ Thor (2,06), jugador de los Hornets, a medio camino entre la NBA y la G-League.

En el Mundial, en el que no estarán gigantes como Argentina, Sudán podrá mostrar al planeta su mejor cara. La de un país sumido en la pobreza y la guerra que tiene su orgullo en este equipo de baloncesto que luchará con los mejores por seguir haciendo historia en la canasta mundial.