Victoria por incomparecencia

Hay veces en las que el miedo es tan fuerte que nubla la razón. Solo así se explica que Collete, un tipo mesurado y racional, saliera ayer descaradamente a perder, dejando en el banquillo a sus dos mejores jugadores. Scariolo trató de echar un cable a su compañero en la rueda de prensa, pero no coló . «Creo que arrastran problemas físicos y no querría cargales más de minutos», espetó el italiano. Sea como fuere, ayer Francia optó por la infamia descarada en su búsqueda de la senda más fácil hacia las medallas. Evitar a Lituania hasta la final. Un camino, a priori, más asequible que el de España —que tras acabar como primera del grupo se las verá en una hipotética semifinal con el anfitrión— , pero que no tiene garantía de éxito, pero cuyo peaje ha dejado muy dañada la imagen del conjunto de Collete.

La sorpresa inicial dejó tocada a la selección, que tardó en ajustar sus esquemas hasta el descanso. El músculo francés golpeó con insistencia la zona española . Por ahí, Seraphin se hizo un gigante, aprovechando la ausencia de ayudas a los pívots y su mayor velocidad de movimientos. Llamado a cumplir un papel secundario, el jugador de los Wizards se erigió como protagonista hasta que los problemas de personales le mandaron al banquillo. Sin él y sin Noah, la producción francesa en la pintura empezó a desvanecerse. Mientras duró su recital, fue Navarro el que sostuvo a la selección . Su muñeca perforó el aro galo desde el perímetro con saña. Preocupados en exceso por frenar a los Gasol, el escolta del Barcelona se encontró con una facilidad desconocida para lanzar a canasta y no perdonó. El azulgrana acumulaba al descanso 14 puntos, con una hoja de servicios inmaculada en el tiro —cuatro triples y una canasta en cinco lanzamientos— con la que había conseguido neutralizar el «efecto Seraphin».

El paso por los vestuarios le sirvió a Scariolo para reforzar ideas. No hubo revolución táctica en el regreso a la cancha, pero la cara que mostró el equipo fue muy diferente con una defensa mucho más agresiva, que forzó los errores del rival . El parcial de salida (4-27), terminó por dar la razón a Collete, que hasta ese momento veía cómo su objetivo de quedar segundo de grupo peligraba. Rudy Fernández fue el encargado de disipar los «temores» del técnico galo con dos mates y tres triples casi consecutivos que rompieron el partido. Trece puntos del escolta de los Mavericks que, por primera vez en el campeonato, se marchó al hotel con una sonrisa en el rostro. «Esto me vendrá bien para el partido de cuartos», aseguró después en rueda de prensa.

Con el choque decidido (48-68, min. 30), Scariolo trató de elevar la moral de la tropa. Echó mano de los menos habituales y estos respondieron como nunca , aportando 45 puntos desde el banquillo entre los bostezos de Parker, que miraba el festival de la selección con desdén, a la espera de una nueva oportunidad, que a lo mejor no llega nunca.