Dilapidando a Riquelme

No han llegado de momento los fichajes ilusionantes, dichosos flecos. Siguen sonando los nombres de siempre. Se negocia con ellos, que están de acuerdo, pero no se cuenta con el club al que pertenecen, que es quien lógicamente tiene la última palabra. No parece la mejor manera de proceder, y genera además enemistades con otros equipos. El Villarreal tiene ya al Atlético en su lista negra. Se supone que acabará llegando algún fichaje de campanillas, como lo hizo la temporada pasada, pero lo hará ya tarde y con dificultades de adaptación.

Es de esperar que no continúe la obsesión que tiene el míster por colocar a los jugadores en puestos distintos a aquellos para los que habían sido fichados: Llorente que era medio se desempeña de lateral derecho, el medio centro Witsel de central, a Gallagher lo coloca pegado en la banda izquierda cuando era interior derecho, y así sucesivamente.

Sería una pena que Riquelme (excelente delantero, no carrilero ni defensa lateral izquierdo) se vea obligado a emigrar ante la falta de oportunidades (según parece Lino y Giuliano le dan mil vueltas en su puesto). No sería el primer caso de canterano destacado que se desaprovecha. Hasta el emblema colchonero por antonomasia, Fernando Torres, el Niño, salió en su momento rumbo a Liverpool, con lágrimas en los ojos, mientras la directiva se frotaba las manos: clinc, clinc, caja.

Roro es además un caballero de los pies a la cabeza, de esas personas buenas que todavía quedan en el mundo del fútbol. En el Atleti desde los diez años, pocos jugadores como él simbolizan y conocen mejor los valores colchoneros. Su comportamiento y elegancia dentro y fuera del campo recuerda al de jugadores de otras épocas, como los superlativos Jose Gárate o Ignacio Salcedo.