La mágica noche del Metropolitano

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Rubén Cañizares

La victoria y la clasificación del equipo rojiblancos le sitúan seis puntos por encima de los azulgranas (65-59), una distancia casi imposible de remontar

El himno retumbó por todo San Blas y la salida de los jugadores llegó acompañada por un tifo en el fondo sur, coronado por la frase en latín de origen incierto 'ad augusta per angusta'. Una inscripción que imperaba en la salida al césped del Vicente Calderón, donde fue traducida como «la gloria se consigue luchando». La parroquia rojiblanca apeló al espíritu del feudo que muchos añoran para recortar poco a poco la distancia entre la tradición y la modernidad colchonera.

El Metropolitano encontró lo que necesitaba para ello: una remontada en Champions ante un auténtico equipazo -el vigente subcampeón- alentada por un ambiente memorable. El empuje inicial, tanto de la grada como de los jugadores, se fue enfriando ligeramente con el paso de los minutos y las largas posesiones del Inter. El gol de Dimarco silenció durante unos segundos el Metropolitano y provocó que los 3.400 aficionados italianos celebraran con las linternas de sus teléfonos móviles encendidas. Dos minutos más tarde, Griezmann logró el empate y la parroquia colchonera asumió como suya esa celebración de los interistas, dejando una estampa espectacular con toda la grada iluminada. Volvió a repetirla en los tres momentos más emocionantes de la eliminatoria: el gol del empate obra de Memphis, el final de los noventa minutos y la victoria después de la tanda de penaltis.

El gesto de Diego Pablo Simeone tras el partido era antagónico al que tuvo en la previa y se mostró inmensamente feliz y emocionado. «Lo único que le digo a la afición es gracias. Son ya 12 años en el club y todavía me llegan las emociones de un chaval que recién agarra una pelota», admitió el argentino, que reconoció el fundamental papel que juega la grada. «Es emocionante ver la llegada, el recibimiento de nuestra gente. El equipo sintió enormemente el apoyo de la gente. Nuestra afición es determinante y nuestros jugadores crecen con ellos».

En la misma línea se mostró Jan Oblak, gran héroe de la noche gracias a sus dos decisivas intervenciones en la tanda de penaltis. «El ambiente en casa siempre es fantástico. La afición y el estadio no fallan. Nos han ayudado muchísimo y al final se puede ir todo el mundo contento a casa. Hemos estado muy bien. Hemos dado todo en el campo, nos hemos dejado el alma. Estamos muy contentos de pasar a cuartos», aseguró el esloveno, a lo que añadió que ojalá el equipo no se quede ahí. Por su parte, Antoine Griezmann, quien hizo un esfuerzo enorme para estar sobre el césped, también elogió a su hinchada. «Lleva mucho tiempo a ese nivel. A veces nosotros fallamos pero es sin querer. Lo damos todo y al final lo vemos en los resultados, somos un equipo muy diferente aquí gracias a la afición», sentenció el francés.