«Desde hace años estoy preparando el después, porque salimos de aquí con un mercado laboral que es cero»

Para salir de dudas, ABC se puso en contacto con la deportista, que acaba de terminar su concentración con España, con la que ha sellado la participación en el próximo Europeo. La conversación, videollamada mediante, deja claro inmediatamente que la retirada no está en los planes a corto plazo de Peque. «Pero al final no dejamos de tener cierta edad y ese momento está más cerca que lejos. La vida de un deportista es limitada, todos lo sabemos», reconoce. La fecha de caducidad de su actual contrato en Burela Pescados Rubén esta ahí, en 2024, a la vuelta de la esquina.

«En la pista no he notado todavía el cambio mental. Sigo disfrutando como cuando era pequeña. Acabo de llegar de la selección y pasar a una fase final lo vivo igual que hace 25 años. Tengo la suerte de que físicamente me encuentro muy bien, pero es verdad que el fútbol sala nos quita muchísimo tiempo y muchísimas cosas, aunque también nos dé otras. Lo que más me cansa son los viajes, el no poder estar con la familia y los amigos en ciertos momentos. Y al final es eso, te vas haciendo mayor y como que la balanza se va inclinando».

Dentro de esos sacrificios que los deportistas tienen que afrontar para moverse en la élite del fútbol sala o de cualquier otro deporte, para Peque hay uno en concreto que pesa más que el resto: «Llevo desde los 18 años que fui a Logroño jugando fuera de Madrid. Nunca he tenido problemas porque mi familia me ha apoyado al cien por cien y mis amistades también, en eso he sido una suertuda de las grandes, pero ahora hace dos añitos, casi tres, tuve un sobrinito y eso tira muchísimo». «El domingo pasado tuvimos libre de la selección una tarde, suerte que fue en Madrid y pude estar con él, y ya cuando te despides... se te arranca un trocito. Cuando hay niños de por medio pesa un poquito más», confiesa.

Una vez comprobado que aunque la retirada está ahí, muy presente en su cabeza, aún es un escenario lejano, la conversación abandona la senda inicial y toma un desvío para centrarse en la forma en la que una deportista de su talla afronta la recta final de su carrera, con todas sus certezas, dudas y miedos.

«Es un momento para el que tienes que ir preparándote», explica convencida. «Nosotras estamos en una situación precaria en ese sentido, porque te encuentras, después de muchos años, que tienes que meterte al mercado laboral y eso es muy difícil. Es algo que nos preocupa mucho a las jugadoras, porque te ves con cierta edad y toda la gente de tus años ha tenido un recorrido laboral que tú no tienes. Yo llevo veinte años con el mismo estilo de vida, donde lo principal es el fútbol sala, y si eso te lo quitan tienes que reestructurar tu vida y eso es complicado. Es algo de lo que no se habla pero que es muy importante, porque la vida te cambia totalmente el día que dejas el deporte».

«Se está hablando mucho de la salud mental durante la competición pero es necesario también después. Es que al final es de lunes a domingo, 24-7. Alimentación, descanso, cuando tus amigas salen tu no puedes porque tienes partido al día siguiente... y eso es un proceso de muchísimos años que de repente te lo quitan, te quedas vacío. Y ese es el verdadero momento, en el que el deportista necesita ayuda en todos los ámbitos».

Abrir esa puerta, sin saber lo que hay detrás, provoca cierta sensación de vértigo, aunque en las palabras de Peque no se atisba miedo. «Yo llevo sin un fin de semana libre de agosto a junio, no recuerdo el año... desde mil novecientos algo, así que imagínate. Pero creo que en mi caso lo voy a disfrutar mucho. Tengo la suerte de que tengo otra cosa que me gusta en el tema laboral, que tampoco tiene que estar en la línea con el fútbol sala, y aunque parezca raro me gustaría trabajar, estar en el mercado laboral, con un horario un poco fijo»

La capitana del Burela insiste en incierto futuro que plantea el desembarco en el mercado de trabajo. «Hice grado medio y superior de administración y finanzas y ahora estoy con un máster de gestión deportiva. Desde hace unos años voy pensando que tengo que ir preparando el después, porque salimos de aquí con un mercado laboral que es cero. Yo he tenido la suerte de tener trabajos, estuve en Pescados Rubén, una gran empresa, pero es cierto que no es lo mismo que una persona que lleva trabajando diez o doce años. A priori está bien, pero luego se tienen que abrir las puertas. No hay que olvidarse de que somos deportistas femeninas y que lo tenemos más complicado. Solo hay que ver que los puestos importantes no suelen ocuparlos mujeres».

Es en este punto de la charla sobre la retirada cuando surge la otra palabra clave, la psicología: «Una cosa es la teoría y luego está la práctica y ahí es cuando digo que necesitaré un psicólogo seguro». Curiosamente esta afirmación coincide con la irrupción en la conversación de Joziane de Oliveira (Chapecó, 1982), portera del Burela. Llega apurada, porque el inicio de esta entrevista a tres le pilló en el coche a la salida del entrenamiento, pero durante el trayecto hasta su casa ha escuchado atenta las palabras de su compañera de equipo.

«Con 35-40 años nos encontramos con que tenemos que entrar al mercado laboral y tenemos una trayectoria deportiva victoriosa y muy bonita, con títulos y experiencias únicas... pero demostrarlo con documentos es complicado», coincide Jozi con Peque.

Con la brasileña, un poco más veterana que su compañera, concurre otra curiosidad: «Soy psicóloga y he estudiado un máster de psicología deportiva y mi idea es seguir en el mundo del deporte», explica. «Sobre todo implicándome con los adolescentes que quizás son los que más sufren y más dificultades pueden tener para manejarse».

Durante sus estudios ha tenido que acercarse a muchas situaciones teóricas como la retirada de un deportista, «por eso siempre pensé que iba a ser un momento fácil para mí por haberme preparado. Pero llevo 20 años jugando, dedicándome únicamente al fútbol sala, con una vida súper ordenada con los entrenamientos, los viajes, alimentación, cuidados... no sé. A veces cuando tenemos un fin de semana libre nos coge de sorpresa y no sabemos ni qué hacer».

«Pero me apetece trabajar y lo que me hace sentir mejor, porque aún siento que soy muy competitiva, es ir haciendo esa transición hacia la psicología e ir dejando la competición. Creo que eso llenará los vacíos que voy a sentir, porque si no tuviera nada preparado sería como un salto al vacío».

Afortunadamente, hoy en día los deportistas de élite cuentan con la valiosa ayuda de los propios clubes cuyos colores defienden, cosa que sucede por ejemplo en el Burela, que cuenta con un psicólogo deportivo, e incluso de otros organismos como las asociaciones de jugadores.

La siguiente cuestión resulta obvia. Seguro que en alguna ocasión, en la intimidad del vestuario, se ha planteado el asunto de la retirada, y más cambiándose codo a codo con una psicóloga. Pero la respuesta no es la esperada. «Evitamos un poco el tema, en el sentido de que vas viendo que se acerca el final de la carrera y no lo quieres asumir», confía Jozi. A lo que Peque agrega que «es un tema que no te voy a decir que es tabú, pero es muy personal. Una cosa es decirlo cuando ya está decidido y otra es el proceso, porque una compañera que dice que se retira y está muy bien, inconscientemente la presionaríamos para que siguiera».

Pese a que ninguna de las dos contempla colgar las zapatillas en un futuro cercano, sí tienen muy claro cómo será cuando llegue. «Yo quiero retirarme disfrutando en pista, que no quiere decir ganando que es diferente. Siendo importante para el equipo. Y sin dolores, porque no me gustaría acabar por una lesión o cosas así, que es lo más duro para un deportista. Y cuando digo retirarme digo retirarme de la élite, creo que voy a estar jugando pachangas toda la vida porque a mí me desestresa, es mi terapia», explica Peque. «Al final es disfrutar del camino, cuando ya todo te pesa será el momento».

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Muy similar es la idea de Jozi, que reconoce que desde hace tiempo vive los éxitos de otra manera más serena, con menos euforia y disfrutando más por las compañeras que se estrenan que por ella misma. «Yo sé que el momento se acerca pero aún me siento en condiciones de competir a un buen nivel. No pienso esperar a no valer o no rendir y sentir que aporto. Cuando ya no lo haga, mi cuerpo grite por todos lados, los entrenos me sobrepasen... ese será el momento. Cuando mi energía en la balanza se incline más por ayudar a los niños, ahí será. Por eso yo no quise poner una fecha, aunque recomiendan hacerlo y prepararse. Lo dirán mi cuerpo y mi cabeza».

«¡Pero que no nos vamos a retirar todavía, eh!», salta Peque con esa sonrisa común que comparten todos los jugones. «¡Todavía tenemos que dar muchas entrevistas como esta antes de dejar las pistas!».