Polideportivo
La amargura del kárate español: «Es triste que el programa olímpico nos deje de lado»
María Torres, doble medallista mundial, refleja la la difícil situación del deporte en nuestro país pese a no dejar de sumar éxitos
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María Torres (Málaga, 1997) es una pionera. En 2021 se convirtió en la primera española en proclamarse campeona del mundo de kárate en la modalidad de kumite (combate) tras imponerse en Dubai a la egipcia Menna Shaaban Okila en la categoría de ... +68 kilos. Ahora, dos años más tarde, la andaluza volvía a disputar la final en el reciente Mundial de Budapest, aunque en esta ocasión debió conformarse con la medalla de plata tras caer ante la japonesa Ayaka Saito. Esa pequeña decepción quedó compensada, sin embargo, con el oro por equipos que logró junto a Isabel Nieto, Carlota Fernández-Ossorio y Adriana Gil. Ese título mundial femenino ponía el colofón a un campeonato brillante, otro más, en el que la delegación española terminó con un total de seis medallas.
Acabado el Mundial, María está «de vuelta a la realidad», como ella misma dice. La felicidad por sus dos nuevas medallas mundialistas, los días intensos vividos en la capital húngara, no le servirán para dar un impulso a su carrera como deportista de élite. Frenada, como la del resto de karatecas, después de que su deporte se haya quedado fuera del programa olímpico de los Juegos de Los Ángeles 2028. Decepción repetida a la que ya vivieron cuando, después de entrar por primera vez en Tokio 2020, se quedaron también sin plaza en París 2024. «Es triste que nos dejen de lado, que no nos incluyan en el programa olímpico cuando somos uno de los deportes con más licencias federativas, al menos bastantes más que muchos de los que se han ido incorporando. Nos tendremos que conformar con nuestros Mundiales y Europeos».
La frustración no es solo deportiva. También afecta al bolsillo. Al entrar en el calendario de Tokio, el kárate español se benefició de la multitud de ayudas y becas que se otorgan a los deportes olímpicos. Gracias a eso llegaron las dos medallas en kata, el oro de la talaverana Sandra Sánchez y la plata del también malagueño Damián Quintero. Al caerse del programa de París, todo eso desapareció. Para María, que se quedó fuera de los Juegos de Tokio por una polémica decisión en el preolímpico, no será diferente: «A nivel económico el cambio es total. Los patrocinadores solo se fijan en los deportes olímpicos. También perdemos en cuanto a visibilidad. Nos quedamos sin foco».

Sin esas ayudas todo se complica. «Yo, en Málaga, tengo que pagar a un preparador físico, a un nutricionista, al psicólogo, al fisio... Con lo que recibo del Ayuntamiento y la Diputación no es suficiente. Ahora estoy dando clases de kárate a niños pequeños. Pero es muy complicado compaginar todo. Cada día yo dedico a mi deporte más que una jornada laboral. Le dedico mi vida. No puedo trabajar en algo normal y seguir compitiendo a un nivel alto». La malagueña siente que podría estar ganando más dinero ejerciendo de profesora de Educación Física (es graduada en Ciencias del Deporte y tiene un máster en profesorado). «Al final competimos por nosotros mismos, por el puro placer de conseguir estos resultados. Pero es verdad que muchas veces pensamos que no lo hacemos en las mismas condiciones que el resto. A mí me sorprende que España saque estos buenos resultados con las condiciones que tenemos».
Hija de campeón
María es hija de Eugenio Torres, pentacampeón de Europa y entrenador. Él fue el primero en llevarla a un gimnasio, con apenas tres años. Desde entonces le cuesta encontrar recuerdos en su memoria que no tengan que ver con el kárate, aunque durante varios años dividió su tiempo de entrenamiento con el baloncesto. «No empecé a competir hasta tener doce o trece años. Y no destaqué al cien por cien hasta algunos años más tarde, cuando fui a mi primer Mundial júnior». Su padre siempre vio el potencial que tenía, pero nunca quiso que entrenase en exceso hasta que llegó al equipo nacional y dio el paso al profesionalismo.

Al cumplir los 18 años, María se trasladó a Madrid, al Centro de Alto Rendimiento. No lo pasó bien y a los dos años de llegar regresó a casa. Necesitaba a su gente cerca. Y, por qué no decirlo, también la playa . «Sacrificios ha habido muchos», recuerda María sobre su trayectoria. «A lo único que no renuncié fue a los estudios, pero por el camino he dejado de pasar mucho tiempo con mi familia y amigos».
Esfumado el sueño olímpico, la karateca malagueña intenta seguir motivándose con su deporte: «El año que viene es el primer Mundial por equipos. Iremos como vigentes campeonas y será en Pamplona, así que lo afronto con muchísima ilusión. También me ser campeona de la Liga Mundial. Y en mayo es el Europeo. Apenas nos da tiempo a descansar. Siempre hay que mirar al próximo objetivo».
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