Alpinismo
Adam Bielecki, el alpinista de los rescates imposibles
El polaco, que en 2018 ya ayudó a salvar a Elisabet Revol en el Nanga Parbat, ha sido clave para encontrar al indio Maloo en el Annapurna
Milagro en el Annapurna: «Buscábamos un muerto y nos dimos cuenta de que tenía vida»
Adam Bielecki, alpinista polaco
Después de dos días desaparecido a 6.000 metros, la esperanza de encontrar con vida a Anurag Maloo era casi inexistente. Por eso, más que una operación de rescate, lo que Dawa Sherpa le pidió a Adam Bielecki y Mariusz Hatala fue ayuda para ... intentar recuperar el cuerpo. Jugarse la vida para dar paz a sus familiares. Ni aun así dudaron los dos polacos, que se unieron al grupo de nepalís para lanzarse a la búsqueda de Maloo. Una operación de alto riesgo, tanto por las condiciones meteorológicas como por la zona en la que había que realizar el rastreo, expuesta a las avalanchas y a la caída de grandes bloques de hielo.
En la cabeza de Bielecki se reavivaron los recuerdos de hace cinco años, cuando protagonizó un rescate milagroso en el Nanga Parbat. Entonces, en pleno invierno, él y Denis Urubko viajaron desde el K2 en helicóptero para arrancar de los brazos de la muerte a la francesa Elisabeth Revol, perdida a más de 6.000 metros y con graves congelaciones en las extremidades. A aquella historia con final feliz puede unir ahora esta del Annapurna, que comenzó con la búsqueda de un cuerpo y acabó con el rescate de una vida.
«Encontramos a Anurag después de buscar mucho y de descolgarme en una grieta muy profunda. Mi sorpresa llegó cuando comprobé con incredulidad que tenía funciones vitales. Respiraba y sus pupilas respondían a la luz. Fue una gran emoción y alegría», reconoce el polaco en una entrevista para la cadena de radio 'RMF 24' de su país.
Urubko, Revol y Bielecki, en el Nanga Parbat 2018
A partir de entonces se puso en marcha el operativo para extraerlo de las entrañas de la tierra. «Este tipo de grietas son un lugar hostil para los alpinistas, que las vemos como una tumba. Les tenemos miedo y solo las miramos desde arriba. Esta, además, estaba en la sección más peligrosa de la ruta, bajo una pared de la que caían continuamente bloques de hielo, así que ideamos un sistema para elevarlo y que pudiera ser trasladado rápidamente en helicóptero», expone Bielecki, feliz por haber llegado a tiempo de salvarle la vida.
Dolorido en el hombro
Una vez en el campo base, junto al resto de compañeros que participaron en el rescate, Bielecki lloró de emoción. «Nos brotaron lágrimas de felicidad. No puedo creer que sobreviviera a dos noches en esa grieta y con la caída que había sufrido. Es una lección para todos de que nunca tienes que rendirte. De que hay que acudir a la llamada de un rescate porque siempre hay esperanza», apunta el alpinista, que pocas horas antes había sufrido la caída de una piedra en su hombro. Ni siquiera ese dolor le apartó de la expedición que perseguía un imposible. Altruismo que no siempre está presente en la montaña, cada vez más comercial y alejada de los valores originales del alpinismo.
Mientras Maloo se debate entre la vida y la muerte en un hospital de Katmandú –su estado es estable, pero crítico–, Bielecki y Hatala son ya las últimas personas en el campo base del Annapurna. Su objetivo de abrir una nueva vía quedó sepultado por el mal tiempo y el rescate, por lo que solo les queda disfrutar de la montaña. «Tenemos al Annapurna solo para nosotros, así que lo disfrutaremos un poco más», afirma el polaco.