La generación Carlitos: los otros Alcaraz del deporte español

Juan Ayuso (ciclismo)

A Juan Ayuso (19 años) le persigue la necesidad. Desprovisto el ciclismo español de nuevos talentos que den el relevo, todos las miradas se posan en él y en Carlos Rodríguez. Ayuso es un ciclista atípico, nada que ver con el manual de hijo de exciclista o proveniente del mundo rural. Nacido en Barcelona, criado en Estados Unidos, adonde se trasladó por trabajo su padre, directivo de una multinacional, y residente en Jávea por estudios: en esta localidad le concedieron una plaza para cursar ESOformato bilingüe. Ayuso es un hijo de su tiempo. Un escalador de 1,83 m. que funciona en la contrarreloj, un rodador que sube, ciclista completo y acostumbrado al ataque. «En categorías inferiores atacaba a 40 kms. y ganaba siempre. En profesionales está aprendiendo a meter codos, colaborar o no en una fuga, buscar espacio, entender los movimientos... –cuenta a ABC su director en el UAE, Josean Matxín–. Pero lo mejor que tiene es la cabeza, tan bien amueblada». Compañero de Pogacar, el doble ganador del Tour, Ayuso deslumbró en 2021 con el Colpack, de segunda división, con cinco triunfos más el ‘Giro baby’. En 2022, su primer año profesional, ha logrado plazas de honor en Romandía (4º), Volta a Cataluña (5º) y Laigueglia (2º).

Pedri (fútbol)

De toda la lista de futuribles, Pedri es el más consolidado. Más, incluso, que Carlos Alcaraz pues anterior fue su irrupción silenciosa y su asentamiento como pilar en el Barcelona y la selección. Su carácter reservado choca con su meteórica explosión deportiva: 19 años, un curso en el juvenil del Las Palmas, una temporada en el primer equipo y de cabeza al Barça y directamente a la selección española. Fue elegido en la alineación ideal de la Eurocopa y ha recogido el ‘Golden Boy’, balón de oro en miniatura para menores de 21 años. Amante del fútbol combinativo y gran conductor de balón, Pedri tiene sobre todo cabeza. «Dijeron que era pronto para debutar con 16 años -recordó Pepe Mel, su descubridor, en ABC-, y para jugar con 18 en el Barça y la selección. Y lo que importa es lo que hace el chico».

Carolina Chacarra (golf)

Nunca se puede garantizar el pronóstico porque el deporte profesional depende más de la fuerza mental que de las virtudes técnicas, pero todo apunta a que el golf español tiene un porvenir duradero a partir de un apellido, López-Chacarra. Así se llama Carolina (18), prometedora aspirante a instalar su nombre entre las grandes del golf mundial como han hecho otros españoles, Jon Rahm, Sergio García o Chema Olazábal, al margen el monstruo sagrado Severiano Ballesteros.

Carolina López-Chacarra proviene de una familia de golfistas, lo lleva en los genes, y la saga se perpetúa ya que también su hermano Eugenio ha elegido este camino. Carolina estudia en los Estados Unidos, donde las facilidades para jugar al golf y competir en torneos de su franja de edad son mayúsculas.

En América ha ganado su primer torneo, el UFC Challenge de Orlando y ha participado en el Masters de Augusta amateur. Pasos de primer nivel que, con solo 18 años, permiten aventurar que el buen momento del golf español (Azahara Muñoz, Carlota Ciganda, Luna Sobrón o Nuria Iturrioz) tendrá continuidad con Carolina López-Chacarra.

Pedro Acosta (motos)

Entre todos los récords de precocidad o presencia y apellidos de postín en la prolífica cantera de pilotos del motociclismo español todavía quedaba hueco para un nuevo registro. Lo protagonizó el año pasado el murciano Pedro Acosta (17 años), el español más joven en levantar un título de motos. Con 17 años y 166 días conquistó el trofeo de Moto3, el peso mosca del Mundial.

La familia de Acosta no puede ser más ajena a los motos, su padre y su abuelo pescadores en el Puerto de Mazarrón, pero el chico se animó probar en la escuela de Cartagena y, en la primera prueba, tocar el asfalto con la rodilla.

Heredero de la gran tradición de pilotos españoles en el Mundial, del pionero Ángel Nieto a Ricardo Tormo, Aspar, Sito Pons, Alex Crivillé, Dani Pedrosa, Jorge Lorenzo o Marc Márquez, Acosta ha frenado su progresión este año en la categoría superior, Moto2, con el equipo Red Bull KTM. Ha sufrido con el cambio en las seis primeras carreras y lleva tres caídas consecutivas.

María Vicente (héptalon)

De María Vicente (21 años) se habla desde hace tiempo como visión futurista estelar del atletismo español. En concreto, desde hace tres temporadas, cuando se proclamó campeona del mundo sub 18 de heptatlón en Nairobi y se dispararon las expectativas. El heptatlón es una prueba combinada solo apta para privilegiados físicos: 100 m. vallas, salto de altura, lanzamiento de peso, 200 m., salto de longitud, jabalina y 800 m.

Su cuerpo, 1,78 centímetros y 68 kilos, irradia explosividad y su progresión anticipa un margen de mejora que la puede llevar a la élite del atletismo. «Es la hepatleta más rápida del mundo», define a ABC Raúl Chapado, exatleta y presidente de la Federación Española. Desde que se trasladó a San Sebastián y entrena con el exsaltador de triple Ramón Cid ha mejorado algunas de sus marcas personales.

«Podría ser una de las grandes a nivel mundial si eligiese los saltos horizontales, el triple o la longitud -profundiza Chapado-. Y está entre las mejores del heptatlón, lo que habla de un prodigio versátil que tiene muy buena cabeza. Aún no ha logrado cuadrar un heptatlón perfecto, siempre la ha fallado alguna prueba, pero no me cabe duda que puede estar entre las cinco mejores del mundo».

David Vidales (coches)

Asumen todos los aspirantes a pilotos que nunca habrá otro Fernando Alonso, un pionero que se inventa un deporte en España. Lo sabe David Vidales , leonés de 20 años, que recorre un camino parecido al del doble campeón del mundo en su empeño por llegar a la F1.

Como su ídolo, Vidales se inició por la influencia familiar. Su padre mecánico y entusiasta de los coches lo subió a un kart con cuatro años en un karting cercano a León y el chico ya no ha soltado el volante. Y como Alonso, tuvo que ganar y emigrar a Italia para seguir con su proyecto de vida, pues Vidales no es de familia rica que sufraga gastos como es costumbre en el automovilismo. En su casa le enseñaron que sin buenas notas, no había deporte, y el chaval ha llegado a la universidad, estudiante de ingeniería mecánica.

Alonso lo acogió en su equipo de categorías inferiores, FA Racing Team, y el leonés pasó después del Campos Racing, con el que disputa el tercer campeonato de monoplazas, la Fórmula 3. Está clasificado decimoquinto, con 9 puntos en 4 carreras. Ya lo anunció a ABC el mentor de estrellas, el fallecido y añorado Adrián Campos. «Nadie logra tres subcampeonatos mundiales de karting por casualidad».

Jordan Díaz (triple salto)

Los más optimistas en el ecosistema del atletismo, y está repleto el baúl, auguran oros y hasta un récord del mundo (18,29 m., de Jonathan Edwards en 1995) en la figura de Jordan Díaz , cubano de 21 años nacido en La Habana y nacionalizado español que escapó a la fuga del régimen castrista para instalarse en Guadalajara y vivir su sueño con el grupo que adiestra Iván Pedroso (Ana Peleteiro, Yulimar Rojas...).

Un talento nacido para el triple salto que ha pulverizado marcas a corta edad. 17,30 metros con 16 años; 17,41 con 17; 17,49 con 18. «Yo he sido triplista y nunca he visto estas marcas tan excepcionales -comenta Raúl Chapado, presidente de la Federación Española-. Son inaccesibles para el cien por cien de la población».

Dieciocho días después de adquirir la nacionalidad española, Díaz superó el récord nacional (17,27 m.) en un campeonato sub 23 en Salamanca. «No he visto un saltador con sus cualidades -apunta Chapado-. Es muy rápido, es equilibrado y tiene una capacidad de salto portentosa. Si le respetan las lesiones y tiene la cabeza en su sitio, que es lo más importante, puede llegar donde se proponga».

Adriana Cerezo (taekwondo)

A Adriana Cerezo no le gustaban los estereotipos, la antigua mentalidad que conduce a las niñas al ballet o la danza. A esta madrileña de 18 años le encantaba pelear, las patadas y los golpes, las películas de Jackie Chan y las historias de Bruce Lee. En las artes marciales encontraba la inspiración que no descubrió en el tenis o el patinaje artístico, modalidades que practicó como cualquier niña en horas extraescolares en su localidad natal, Alcalá de Henares.

A sus padres no les hizo mucha gracia enterarse de que, a escondidas, su abuelo José había apuntado a la muchacha a un gimnasio debajo de su casa para practicar un deporte casi siempre desconocido, el taekwondo. Como es de rigor en la familia clásica española, los progenitores indicaron a Adriana que antes que ese deporte de nombre complejo estaban la formación y los estudios.

Adriana Cerezo no solo despuntó como una taekwondista brillante en el club de San Sebastián de los Reyes en el que dio sus primeros pasos como atleta destacada, sino que casi ha lucido más en los estudios. En la EBAU sacó una nota de 13 sobre 14 puntos posibles. Un sobresaliente que le ha permitido elegir la carrera de Criminología y pensar en ser GEO, la élite de los cuerpos especiales de la Policía.

Su trayectoria es impecable porque en los Juegos de Tokio se convirtió en la primera deportista española en ganar una medalla, plata en la final de 49 kilos. Con la presea olímpica, y los campeonatos europeos júnior y sub 21 en su especialidad, España tiene una garantía de referencia para el ciclo olímpico.