GIRO DE ITALIA
Contador, líder a su pesar
No consigue ceder la maglia rosa en Castelfidardo, donde Gadret remonta a Moreno y dedica el triunfo a Weylandt
J. Gómez Peña
Pasado el mediodía, los ciclistas del Giro desfilaban hacia la salida. La tensión imponía el silencio. Sólo se oía la brisa marina de Tortoreto Lido. Esperaban 144 kilómetros cargados de curvas, subidas y descensos. De interrogaciones. ¿Lograría Contador quitarse el peso de la maglia ... rosa y así ahorrarle esfuerzos a su equipo? "Este Giro se gana en en el hotel", dice el madrileño. Descansando, sin los focos, las cámaras y las entrevistas que persiguen al líder. Todos quieren ser líderes; Contador, "aunque es un orgullo llevar la maglia", prefiere no serlo. Prestar ese cargo un par de días. Pero no pudo. No cuajó ninguna escapada y a la tarde volvió a tener cita con el podio.
Antes, mientras salía la etapa del Giro, en la iglesia de San Pedro de Gante (Bélgica), entraba el férebro blanco con los restos de Wouter Weylandt, el ciclista fallecido en la tercera etapa de este Giro. Más de 2.500 asistentes. Cuatro fotos del corredor, sonriente, en la capilla . Y su novia, Sophye, acariciando el peluche con el que jugará el bebé que espera . 144 kilómetros después, un francés de infancia difícil, de trabajo en las viñas, llegó a la meta de Castelfidardo con prisa por levantar los brazos y dedicarle al dorsal 108, a Weylandt, el triunfo. “No he hecho ese gesto para la televisión. Era para mí y para su familia”. Desde Italia hacia el cielo de Gante.
En el funeral estuvo Angelo Zomegnan, el director del Giro que se ha empeñado en colgar la etapa del sábado del borde de los barrancos del Crostis. El puerto con seis kilómetros de tierra agazapados en el descenso. Con redes azules, de ésas que limitan las pistas de esquí, y colchonetas amarillas ciñendo los precipicios. Sin espacio para que suban las ambulancias. "Habrá médicos en cada tramo", replica el Giro. Sin calzada para que pasen los coches. "Subirá una moto por equipo, con un mecánico y un par de ruedas", les explicó la organización de ronda a los 23 equipos. En eso, un director de escuadra levantó la voz, miró a Mauro Vegni, responsable de carrera, y le dijo: "Si en el Crostis pasa algo como lo de Weylandt, seréis los responsables". Los representantes del Giro, molestos, dieron por concluida la reunión. El sábado habrá espectáculo en el Crostis. Tierra hacia arriba y también hacia abajo.
A Scarponi le gusta la idea. Anda desesperado por desbancar a Contador. "Me humilló en el Etna", recuerda . A Contador le gusta menos: "Sé que el Giro ha hecho un esfuerzo por acondicionar el puerto. Pero si no se cumplen los requisitos de seguridad, no se debería hacer". Se hará. Tierra y circo. Sangre y arena. Gladiadores.
Ayer también había sesión en el coliseo del Giro. Iba a ser una etapa nerviosa y con prisa. Mala combinación. Todos lo sabían. "Queríamos que se montara un fuga y ceder la maglia", explicó Contador. Y se montaron muchas. A 43 kilómetros en la primera hora, en un tobogán interminable. Arriba y abajo. Hasta Nibali se atrevió con un descenso. Petacchi, Ventoso, Vicioso, Kyrienka y De Clercq formaron la que parecía fuga buena . No. Luego, Dani Moreno, Konovalovas, Agnoli, Marzano y Le Mevel les dieron relevo. Tampoco. Le Mevel era tercero en la general. Aliado sin querer de Contador: “A mí me hubiera venido muy bien que Le Mevel cogiera la maglia”. Pero a Contador le va a costar dejar de ser el líder. Ayer fue imposible.
La etapa, con los Apeninos elevando al fondo el horizonte, corría sobre una carretera indomable. A 28 kilómetros del final, cuando notó que la presencia de Le Mevel era un lastre, Dani Moreno se largó. Una vez, durante la Vuelta a España 2007 , Samuel Sánchez le birló la etapa de Abantos. Moreno era inexperto y Samuel, pillo. En la curva final, el asturiano le gritó que se apartara y el madrileño, con instinto de gregario, lo hizo. Ese gesto le costó el triunfo. Luego, cuando su equipo (el Relax) cayó en bancarrota, se quedó en paro. Se sintió ex-ciclista hasta que le rescató el Caisse d’Epargne. Ahora corre en el Omega belga y ya sólo se escucha a sí mismo. Arrancó y sólo Konovalovas pudo alcanzarle. A dúo vieron la cima de Castelfidardo, otro pueblo italiano subido a una colina. Defensivo.
Arriba había cita sólo para uno. Moreno se fue a por ella. Braceando. Pero con el aliento del pelotón en la nuca. Se giró y vio a los mejores: a Scarponi, a Nibali, a Kreuziger, a Antón, a Contador. A toda pastilla. "No he atacado porque pensaba que me iba a atacar los demás ", contó Contador, resignado ya a mantener la maglia. Tampoco se movió ‘Purito’ Rodríguez, amigo de Moreno. "Pensé que Dani llegaba". Eso le retuvo. La amistad. En cambio, a Gadret le impulsó el recuerdo. Saltó a 300 metros del final, cuando Moreno culebreaba exprimido en el muro final. Le pasó. Tenía un mensaje que enviar. Tenía prisa por levantar un dorsal, el 108, el de Weylandt, el de todos ya.
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