Venecia reforma el puente de Calatrava para evitar las frecuentes caídas
El Ayuntamiento de la ciudad italiana ha aprobado eliminar el piso deslizante y sustituirlo por nuevos materiales: serán cambiados los 284 escalones de cristal
El obelisco de Calatrava, sin funcionar durante 15 años, seguirá sin moverse por su «elevado coste»
Los venecianos se han cansado del Puente de la Constitución sobre el Gran Canal, obra del arquitecto Santiago Calatrava: Demasiado peligroso, basta ya de resbalones en el vidrio. Para frenar el fenómeno, que cada año causa problemas a innumerables vecinos y turistas, el ... Ayuntamiento de Venecia ha aprobado eliminar el piso deslizante y sustituirlo por nuevos materiales. Serán cambiados los 284 escalones de cristal. «El objetivo que pretende alcanzar la intervención», explica el Ayuntamiento, «es la sustitución de todos los escalones de vidrio del puente por otros materiales pétreos, sintéticos o naturales».
El consistorio veneciano ha contratado a 'Studio H&A' para buscar la solución, con un coste estimado entre 1,5 y 2 millones de euros. Los venecianos consideran, con cierta rabia, que en lugar de llamarse Puente de la Constitución debería ser conocido como Puente de Oro, dado que por varias vicisitudes el tiempo de ejecución y los costes se duplicaron entre numerosas polémicas. Del proyecto inicial de 6,7 millones de euros, se llegó a 13,6 millones.
Los problemas han sido continuos. A menudo ha sido necesario sustituir peldaños de cristal roto. En agosto de 2019, el Tribunal de Cuentas de Venecia condenó a Calatrava a pagar casi 78.000 euros al Ayuntamiento por el encarecimiento de la construcción y el mantenimiento del puente, a causa de una serie de errores en el proyecto.
Más de 22.000 personas cruzan cada día el Gran Canal por el puente de Calatrava, que conecta Piazzale Roma con la zona de la estación de tren de Santa Lucía. Poco más de noventa metros de una orilla a otra, para muchos un recorrido tan peligroso como patinar sobre hielo.
Controvertido desde el principio
Desde el inicio de su construcción, el Puente de Calatrava ha sido polémico. En el día de la inauguración, en septiembre de 2008, activistas del grupo Venessia.com se presentaron en el puente con esquís para simular un «slalom» entre los escalones, protestando así contra un puente que para muchos era tan peligroso como una pista de esquí, sobre todo en invierno. Se han solicitado cientos de indemnizaciones al Ayuntamiento desde que se abrió el puente por primera vez. Algunas particularmente caras. En el 2017, un turista romano de setenta años que sufrió una fractura en el hombro en la caída fue indemnizado con 80.000 euros. En los primeros meses tras la inauguración, el estribillo ante los resbalones era: «Es sólo una cuestión de costumbre».
Pero las caídas no cesaron y, entretanto, las denuncias se han multiplicado. Al final, el Ayuntamiento ha dicho adiós a la elegancia y vistosidad del puente y considera que es mejor la practicidad para el único puente verdaderamente contemporáneo dentro de la ciudad histórica, el cuarto sobre el Gran Canal (los otros tres son: Rialto, Accademia y Scalzi).
La Superintendencia dirá la última palabra sobre el material. En 2018 ya se llevó a cabo un experimento sustituyendo las primeras ocho placas de vidrio por traquita. Ahora se incluirá también la inserción de mini rampas entre un escalón y otro para facilitar el paso a personas con discapacidad y sillas de ruedas. Las primeras obras podrán verse ya en la próxima primavera. En definitiva, el Ayuntamiento de Venecia quiere que el Puente de Calatrava sea bello, pero sobre todo práctico.
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