TOROS | FERIA DE ABRIL
Si quieren ver a Morante, aligeren; atraco a Daniel Luque en la Maestranza
La Maestranza tiene un problema con el palco: ¿Cuál es el criterio de los presidentes? Atraco a Daniel Luque y nueva joya de Morante de la Puebla en su feliz Feria de Abril; buen lote para Tomás Rufo

Se había despejado por primera vez en lo que llevamos de feria el patio de cuadrillas de la Maestranza cuando faltaban veinte minutos para el paseíllo. Una marea de gráficos y aficionados se agolpaba frente a la imbatida Puerta del Príncipe para recibir a ... Juanma Moreno –acompañado por Nuñez Feijóo y Antonio Sanz– como si de la cuarta figura del cartel de la tarde se tratase. También lo buscó Morante. «¿Dónde está mi presidente?», se preguntaba en voz alta, montera en mano, hasta encontrarlo en un burladero entre los tendidos 2 y 4 . Y le brindó el toro inaugural. Como cuando en enero le regaló aquel traje que ya luce en las galerías del Palacio de San Telmo, «por su apoyo a la fiesta». Y agarraba presumido el líder autonómico la montera decimonónica del último genio gran genio de la tauromaquia.
Coincide el periodo de Juanma Moreno al frente de la Junta de Andalucía con la gran revolución taurina en el Partido Popular. De aquellas faenas perfileras de hace una década, al pitón contrario al que tanto se cruzan ahora. Especialmente en Andalucía, con Canal Sur haciendo historia y como pionera de tantas iniciativas como los circuitos de novilladas o las jornadas técnicas para que los presidentes unificaran sus criterios. Que no parece haber servido demasiado en el caso de los usías de la Maestranza. ¡A septiembre todos!
Si el jueves fue Gabriel Fernández Rey el que se coronó de gloria en la Maestranza, este viernes, con la plana mayor de la Junta de Andalucía presente, Fernando Fernández Figueroa pegó un petardo de época. ¿Cuál es el criterio que rige en el palco la Maestranza? Entrevistaba Canal Sur Radio durante la previa al queridísimo «Gabi» y decía éste que su actuación del día anterior «fue correcta». Ole. «El torero no estuvo a la altura de las circunstancias [Castella en el quinto] y pensé que no era oportuno dar la oreja». Es decir, que ni por motivos de la colocación de la espada –en toda la yema– ni por la petición –rotunda–. El reglamento a la basura. ¡Tremendo! Estaremos expectantes a las declaraciones de Figueroa, más sensato y ecuánime generalmente, aunque desacertado cuando negó la petición a Daniel Luque en el segundo y después lo quiso arreglar ante el quinto. Esto es como si sale un toro de indulto y se lo conceden al siguiente.
Fue ésta una tarde bárbara de Daniel Luque, y también el broche de oro a la inconmensurable Feria de Abril de Morante de la Puebla. Mereció como decimos el de Gerena una oreja ante el mansito, aunque dulce, Foráneo, el guapo y expresivo segundo de Garcigrande. Una faena inventada, plena de pulso y temple hasta romper en emocionante y rítmica. Lo llevó hasta los únicos terrenos sobre los que lograr esas medias arrancadas que, en sus manos, parecieron mucho más por las alturas y el pulso. Cerró su entrega con unas luquecinas que fueron la guinda carismática a su obra antes de bordar una estocada en toda la yema.
Que fue mucho mejor espadazo que el que tumbó al quinto, cuando sí concedió la oreja el desafortunado presidente. Muy incierto y tremendamente exigente el de Justo Hernández, maceró la obra Luque sobre una exposición brutal. Un toma y daca constante. De apostar por un toro que nadie veía y al que pocos le hubieran tragado. Él sí, convencido de que podía ser. Lo brindó en los medios y pronto le puso la pañosa por delante, aguantando hasta ese duro embroque, que era un mundo. Trató de desmayarse en lo que era un imposible, como cuando enterró sus zapatillas y ofreció la muleta con la zurda llena de suavidad. El puñal llegó directo a la pechera de su camisa. Chapó, Luque.
Lo de Morante
No menos bragada fue la tarde de Morante de la Puebla. Como dijo el Guerra de Belmonte: «Quien lo quiera ver, que aligere». Porque se pone en un sitio, y con un tipo de toro que en cualquier momento alguno le va a echar mano. Dios no lo quiera. Como Fiero, cuarto de Garcigrande, un toro grandullón y aparente que vino huérfano de entrega y empuje. Se inventó su faena, casi irresponsable en el exceso de confianza y exposición. Sólo él le tuvo fe a este cuarto, que lo crujió por alto con unos estatuarios antes de tenerlo en su jurisdicción y abrirlo entre hermosos cambios de mano y trincherillas. Se apoyaba en las manos el toro y se volvía en los tobillos. Y fue tirando de él Morante hasta entregarlo. Como a la plaza, rota en su reconocimiento a su gran vuelta a los ruedos. Pinchó y se quedó sin oreja, pero no sin ovación: palmas por bulerías lo recibían en la puerta del Hotel Colón.
Tuvo el toledano Tomás Rufo el lote de la tarde. De tres o cuatro orejas. Mucha categoría tuvo Deseado, el coloradito tercero. Lo toreó mejor de rodillas en su inicio, al compás del ritmo y la alegría de un animal que pedía otras formas. Que fue lo que pareció encontrar cuando finalmente le cogió la izquierda al profundo y emocionante sexto, más en una línea natural que escondido tras la pala del pitón. Lo mató, eso sí, con tremenda verdad. Oreja.
FERIA DE ABRIL
- Plaza de Toros de Sevilla. Viernes 9 de mayo de 2025. Decimocuarta del abono. Cartel de ‘no hay billetes’. Dos horas y veinticinco minutos de festejo. Presidió Fernando Fernández-Figueroa. Se lidiaron toros de Garcigrande. 1º, con calidad pero sin fondo; 2º, buen estilo aunque mansito; 3º, con calidad, ritmo y alegría; 4º, sin entrega ni empuje; 5º, incierto y muy exigente; 6º, con entrega, talento y transmisión.
- Morante de la Puebla, de nazareno y azabache. Pinchazo hondo y descabello (ovación); aviso tras pinchazo y estocada (ovación).
- Daniel Luque, de sangre de toro y oro. Estocada (vuelta al ruedo tras fuerte petición); estocada caída (oreja).
- Tomás Rufo, de verde oliva y oro. Estocada (ovación); estocada (oreja).
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