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VAlladolid

Juan Ortega o cuando torear tan lento duele

El trianero cuaja su tarde más maciza por bellezas, purezas y torerías, corta cuatro orejas y sale a hombros

Juan Ortega: «Se peca más en los despachos que delante del toro»

Juan Ortega Fernando blanco
Rosario Pérez

Rosario Pérez

Valladolid

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Si hay que morir en septiembre, que sea hoy. Después de ver a Juan Ortega. Y que las mulillas arrastren nuestras certezas y nuestros pecados. Que suenen los cascabeles como sonaban cuando arrastraban el mejor lote de Cuvillo al que desorejó el debutante de ... Triana. Que las campanas toquen por alegrías y repiquen luego por soleá. Porque esa manera de torear, esa colocación, esa pureza, duele. De la cadencia al desgarro, de la armonía a la imperfección. Porque las costuras de la belleza siempre están cosidas de imperfecciones. ¡Viva la madre que parió a Ortega! ¡Vivan Córdoba y Triana! Que ambas sangres confluyen en las venas del torero al que muchos se aferrarán cuando se vaya Morante 'el Inalcanzable'.

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