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ABC Cultural

Nadie se acercó al toreo de Diego Ventura en la corrida ecuestre de Palencia

Léa Vicens sale a hombros en una tarde en la que los amantes del toreo a caballo seguían hablando del jinete de La Puebla

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Léa Vicens cortó dos orejas al quinto toro y salió a hombros Emilio Méndez
Rosario Pérez

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A caballo la tarde. Y a caballo paseaban los sueños del tendido. Sueños que trasladaban al día anterior, a la maestría en la doma torera de Diego Ventura. Y entonces nos acordamos de su faena a Débil, el buen toro de Guiomar, distraído y ... a lo suyo de salida, pero al que el jinete de La Puebla calentó con los rejones de castigo. Cerrábamos los ojos y veíamos de nuevo a Nómada y ese modo de coserlo a la cola a dos pistas hasta meterse por dentro en un ejercicio de perfecta geometría. Citó luego al pitón contrario y coronó un par en lo alto para seguir a este y oeste cabalgando a dos pistas. Toreando de verdad. Por trincherillas ecuestres. El piaffe gustó a los de escuela y doma, pero más aún esa doble pirueta en la cara. De máximo ajuste. Porque Ventura es lo más parecido que hay con el toreo a pie de un torero a caballo. ¿Qué digo? Ya quisieran muchos tener su corazón y el de su cuadra. Ojo a Nivaldo, una pintura palomina. Cada escena, cada parada, era un cuadro de museo. El broche llegó con Guadiana, hecho un arco en el trébol de rosas. Pero pinchó y el euromillón de las orejas se quedó en saludos.

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