Muere Pilar Vega de Anzo, la Marquesa del toreo
Aficionada ejemplar y miembro del Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid y del premio Taurino ABC, su gran pasión era el toro bravo, encastado e íntegro
Madrid
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Iniciar sesión«Ha muerto la Marquesa». Tres palabras bastaban para saber que había partido Pilar González del Valle, marquesa de la Vega de Anzo, la Marquesa del Toreo. Mujer excepcional y aficionada ejemplar, su adiós tejió un manto de luto sobre la piel taurina, desde Madrid ... a Asturias, desde Grado a Extremadura, desde Almendralejo a Sevilla, las tierras que tanto amó. Devota del arte de torear más clásico, morantista de pro y defensora del toro encastado, del toro bravo, del toro fiero, ¡y del tercio de varas!, no se perdía ninguna corrida en Las Ventas y era miembro del Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid. Un faro que iluminaba cada consejo con la misma verdad que pedía en la Fiesta, sin abandonar nunca su innata elegancia, con su arrolladora personalidad. Toda una señora con valor y valores para respaldar la tauromaquia en Gijón, figura clave y generosa para recuperar la Feria de Begoña.
Desde la cuna corría por sus venas sangre de noble torería: un 'tataratatarabuelo', virrey del Perú, impulsó el coso de Acho y de su abuelo heredó el amor por el campo bravo extremeño. Extremadura y Asturias paseó por el mundo, unas raíces inquebrantables de las que hacía gala, su refugio para escapar del ruido de la capital y ahondar su pensamiento por valles y dehesas. ¿Quién toreará ahora la luna?
Miembro destacado de nuestro premio Taurino de ABC, el jurado lloraba su ausencia, los argumentos certeros y apasionados «de una mujer valiente como los toreros y brava como los toros», según recordaba, con la voz quebrada, María Dolores de Cospedal, su íntima amiga, que la definía, por encima de todo, como «una mujer libre».
Un aneurisma se llevó de madrugada al cielo de las bravas a 'Pili', como la arrullaban los suyos, esa gran familia que era el Pilar de su vida, rodeada de sus nietos, tan orgullosa de ellos. «No veas cómo torea Miguel y qué pedazo de aficionado es», decía. Y, así, de todos. No había tarde de toros en que no recordara a su hermana Paloma, su otra mitad, a la que tanto quería, a la que tanto lloró, a la que seguía viendo reflejada en su delantera del 9. ¿Qué dirán Domingo Ortega y Cañabate por allá arriba?
Hace apenas una semana, la marquesa de la Vega de Anzo (heredó el título en 1992) lucía resplandeciente en la gala de los trofeos taurinos de Telemadrid, elegantísima como siempre, derrochando simpatía. A su lado, Cospedal. Ambas, junto con Javier Aresti, trenzaron el 'paseíllo' en cada plaza. Siempre unidos. Hasta el final.
«Tenemos que hablar». Cuántas conversaciones pendientes, querida Pilar, honesta como un volapié a carta cabal. «¿A quién vamos a premiar este año?». Al pie del cañón, veló por la peña las Majas de Goya, por la de José y Juan... Y se volcó con ABC, «el periódico y el premio de mi corazón». Vivió para emocionarse con el histórico 12 de octubre, la jornada más bella y triste de la temporada, desde su burladero de la Monumental, con el crespón negro ya, a la espera de que suenen de nuevo los clarines para escuchar el primer minuto de silencio.
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