La madurez ya consabida de Manuel Román triunfa en la corrida del Motín de Aranjuez

Abanto y distraído salió el primero, de rejones, para Joao Ribeiro Telles. El toro se mostró desde el principio remiso a salir de los terrenos de tablas, incluso antes del primer rejón de castigo. Logró buenos quiebros, y puso el rejoneador luso todo de su parte, porque poca cosa tenía el toro. Con las banderillas cortas logró más lucimiento, en terrenos muy ajustados, con el toro siempre intentando ir a su aire. El buen uso del rejón de muerte hizo que cortara la primera oreja de la tarde. El segundo tuvo más tranco, y supo aprovechar bien Joao esa movilidad, aunque el toro se fue apagando a medida que avanzaba la faena. Le dio distancia el rejoneador, que supo lucirse en banderillas. El fallo con el rejón de muerte le impidió cortar otra oreja.

Precioso fue el recibo capotero de Álvaro Lorenzo al segundo, con unas despaciosas verónicas, que repitió en su quite respondiente, y remató con una bonita larga. Lástima que Mentiroso terminara siempre con la cara arriba, punteando a veces el capote. Poco se empleó durante los dos primeros tercios, más pendiente de las tablas que de los cites. Brindó Álvaro a los presentes, y comenzó dejando dos templados trincherazos. Bajo los acordes de 'Cielo andaluz' dibujó una templada y pulcra faena, muy técnica además. El toro estaba como loco por rajarse, incluso cantó la gallina en una serie de naturales; mas vio cómo dejándole la muleta en la cara y tapándole la salida, conseguía encelarlo. Gracias a este buen trato, el de Zacarías Moreno acabó sacando un fondo que dejó al toledano torear a gusto por ambos pitones. Tras un pinchazo arriba y una la buena estocada, cortó Lorenzo una oreja.

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De nuevo se pudo lucir Lorenzo con el percal con Mocito, dejando un ramillete de bonitas verónicas, abrochadas con una cadenciosa media, mientras se llevaba al toro a los medios. Poco se empleó en la vara, haciendo sonar el estribo, levantando mucho la cara también en banderillas. Comenzó Álvaro sacándose al toro por bajo hasta los medios, y dio una primera tanda con la diestra muy buena. Por el pitón izquierdo se abría, teniendo que buscar el torero la colocación tras cada muletazo, y con la derecha pudo dejar muletazos templados. Teniendo que citarlo siempre con un toque firme, logró sacarle tandas lucidas, consiguiendo bajarle la mano al final de la faena, hasta que el toro se apagó. El torero siempre estuvo por encima del noble pero flojo animal. El mal uso de la espada le impidió salir por la puerta grande.

Cascarrillo poco dejó lucirse a Manuel Román con el capote. Salía suelto, no se empleó en el caballo y se dolió en banderillas. Tras brindar al público, la nueva ilusión cordobesa supo, desde el principio cogerle, la distancia y altura al novillo. Inició la faena por alto y se puso directamente a torear. Basó su labor en el pitón derecho, por donde el de Garcigrande repetía, aunque siempre tuvo que llevar la muleta a media alturita, pues el animal no tenía fuerza. Cada vez que intentaba un remate por bajo, el toro se doblaba de manos. Al natural terminaba con la cara arriba y punteaba. Finalizó la faena con torerísimos ayudados por alto. Con la espada dejó una media arriba poco efectiva al quedar delantera, y el mal uso del verduguillo le impidió tocar pelo, aunque hubo una mayoritaria petición de oreja.

Se gustó a la verónica Román con el sexto, y aún estuvo mejor en un quite por delantales, lo más destacado de los dos primeros tercios, que, por lo demás, transcurrieron sin mucha historia. Comenzó Manuel sacándose al toro con torería y gusto a los medios, dejando un par de trincherazos de cartel. Con la mano derecha lo toreó con suavidad, pero pronto vio que el pitón del de Garcigrande era el izquierdo, por donde dejó algunos naturales extraordinarios, alargando la embestida del novillo, dejándosela siempre puesta. Finalizó la faena por manoletinas, y recetó una estocada efectiva, que le abrió la puerta grande.