Juan Ortega templó al viento en Guadalajara

Con dos faroles recibió al cuarto, y quitó por gaoneras. A los medios fue a brindarlo Talavante, después de que se desmonterara Ambel. Se movía el animal, pero pasaba sin decir mucho, y pegaba un feo derrote al final de cada pase natural.

El cubetito segundo iba de peto en peto y tiro porque me toca. Igual de huidizo fue en el segundo tercio. Pero eso se corrigió con los bonitos doblones que le pegó Ortega. No tenía mucho estilo al natural, donde salía suelto, pero menos con la diestra. Con todo, lo poco que tuvo lo sacó Juan con su temple e imprimiendo la calidad que no tenía el animal, con un trincherazo de escándalo por medio. Un estoconazo puso en su mano una oreja.

Noticia Relacionada

Planes taurinos para un frondoso mes de septiembre: estas son todas las ferias y carteles

Alicia P. Velarde

Tras dos primeros tercios en los que un viento frío se cortaba con un cuchillo, comenzó Ortega agarrado a tablas levantando a los tendidos, pero lo bueno fueron los profundísimos doblones que pegó después. El animal estaba como loco por rajarse, pero en los medios se movió, y con eso Ortega forma un alboroto. No importaba el viento en una pañosa acostumbrada a parar relojes. Así, cuajó una preciosa faena por los dos pitones, abrochada por manoletinas, para terminar de calentar a unos entregados tendidos. Lástima que no rubricara la obra con la espada.

Parecía imposible torear con el capote por el viento, y llegó Aguado y dio una extraordinaria verónica, pero no pudo repetir porque el bruto animal le arrancó el capote. Pasó lo mismo una segunda vez… Se empleó más el picador que el toro en varas. Muy paradito estuvo en banderillas, y así llegó al último tercio. Pero es difícil que un animal se resista a la suavidad de Aguado, que dejó carteles de toros al natural. Qué pena que el ejemplar dijera tan poco en el torerísimo final de faena, tan aguadista. Mucho caviar, y muchas peñas.

El mejor recibo capotero llegó con el sexto, abrochado con esas medias que sólo Pablo da. Comenzó con bonitos ayudados por alto y una más que bonita trincherilla. Qué difícil facilidad la de este torero, que con poquito hace magia. Lo que le faltó fue la espada.