Jorge Martínez: aquí hay torero

Tras la vuelta al ruedo, pasó a la enfermería, donde lo atendieron por la herida en la pierna, de pronóstico leve pero con una trayectoria de 12 centímetros que rozaba el fémur. Aquello no le impidió salir a dar cuenta del segundo de su lote. En sexto lugar lidió a Diviso, agujereado por el picador y brindado a los médicos. . De hule era el manso de Guadaira, que se lo pensaba sin ir metido nunca en las telas del entregado Hernández, que se extendió y falló con el descabello.

Las enseñanzas de Ruiz Manuel se reflejaron en el capote de Jorge Martínez, lucido mientras ganaba terreno y con una media superior. Ilusionantísima su faena, desde el prólogo genuflexo a los últimos zurdazos. Ni pestañeó mientras el novillo se paraba y le lanzaba miradas. Atornillado y corriendo sencillamente la mano. En una moneda de un céntimo trazó las manoletinas de un cierre con guiños al público, totalmente volcado con el joven de Totana, que paseó dos orejas tras el puñetazo con la espada.

Por el percance de Hernández apareció en escena en el cuarto capítulo. Se dobló de nuevo con buenos modos en el prólogo, aunque luego pareció ahogar algo al novillo, con clase dentro de su justísima casta. Eso sí, cuando apostó de verdad, sacó algunos naturales sensacionales. Hubo uno de antología, puro pulso, de esos en los que se ve la dimensión de un torero. Grande la de Martínez. Sobró el paseo al anillo que se marcó tras pinchar.

De más geniudo y descompuesto viaje era el tercero, que pareció abrirse con mejor son a izquierdas. Por ese lado buscó el temple Álvaro Alarcón, que no terminó de hallar el acople con el incómodo enemigo, cada vez más informal en una faena de entrega y que alargó una eternidad.

El mundo se rodaba al revés en el quinto, un torito. Pocos con ese cuajo ven las figuras en plazas de segunda. A Garzón brindó Alarcón, que lo intentó por ambos lados frente a un Fotógrafo que, más que enfocar, topaba. Por encima el de Torrijos, que pechó con el peor lote de un conjunto ganadero desigual y falto de casta, aunque hubo tres con ciertas opciones. Otra vez acabó poniéndose pesado, que es lo peor que puede ponerse un torero.

El estreno de la feria de la Virgen de Mar fue para Martínez, con madera para prender el fuego del toreo. A hombros se lo llevaron.