Joaquín Moeckel: «El futuro de la ILP antitaurina tiene nombre y apellidos: está en manos del PSOE»
El abogado, Medalla al Mérito Civil, califica de «auténtica desvergüenza» una iniciativa «que no nace del pueblo, sino de intereses políticos»
Ay, animalistas, si los toros firmaran...
Madrid
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Iniciar sesiónPaseaba un señor con su bastón por la calle, paró a nuestro entrevistado, lo miró seriamente y le dijo: «Es usted el hombre de las cuatro 'c': claro, conciso, convincente y contundente». Y así habla Joaquín Moeckel -un abogado que se define como «libre» ... y con el título de la Orden del Mérito Civil- cuando le preguntamos por la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) presentada en el Congreso para derogar la ley que declara la tauromaquia patrimonio cultural.
—Es una auténtica desvergüenza. Se está haciendo un uso torticero del espíritu de la norma. ¿Qué es una ILP? Una forma de hacer democracia directa. Es bueno que la gente sepa que no puede haber iniciativa legislativa popular en materia penal, tributaria ni constitucional. Pero sí de otras materias, como la del pueblo soberano que se movió con la ilusión de conseguir la ley que declarase el toreo patrimonio español.
—Los antis podrían usar el discurso a la inversa...
—No nos engañemos. Las personas que han promovido esto están movidas por intereses espurios de partidos políticos. Y eso no está bien. Eso no nace del pueblo. Y, sin embargo, sí nace del pueblo la iniciativa legislativa popular para declarar la tauromaquia patrimonio cultural. Será una parte del pueblo, pero nació del pueblo. Sin embargo, esta plataforma va indicada por Podemos y Sumar. Por lo tanto, no es democracia directa, esto es democracia movida por dos partidos, una cosa chiripitifláutica.
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—¿Anda Podemos como para dar lecciones de animalismo?
—Debe darlas, porque las lecciones que da Podemos son justamente las contrarias a lo que hacen. Mira, vamos a hacer una ley de feminismo, pero nos vamos a liar con todas las mujeres del partido y las vamos a acosar sexualmente, ¿eh, amigo Monedero, amigo Errejón? Eso sí, soy el adalid del feminismo. Si las lecciones que dan de animalismo son exactamente igual, ya veo a Errejón y a Monedero en los toros. Porque hacen justamente lo contrario de lo que predican. Son magníficos para dar lecciones, porque no cumplen ninguna.
—¿Qué futuro augura para esta ILP contra la tauromaquia?
—Está en manos de un partido que se llama PSOE. Tiene nombre y apellido.
—¿Y qué espera de un partido que se mueve en la ambigüedad?
—Desearía que dejara libertad de voto. Yo no estoy pidiendo a un diputado que vote a favor de los toros; quiero que vote a favor del sentido común y a favor del espíritu de las normas. Las iniciativas legislativas populares están para promover, no para 'despromover'.
«Si las lecciones que dan Monedero y Errejón de animalismo son como las de feminismo, ya los veo en los toros»
—En Cataluña dieron la puntilla...
—Ese es un tema complejo. Nuestro querido Tribunal Constitucional ha estado a veces regulín. Cuando dijo que los toros no se podían prohibir, nos pusimos muy contentos, pero la sentencia tenía muy malas ideas: dieron una especie de tutorial de cómo cargárselos.
—¿Volverán los toros a Barcelona?
—No hay voluntad, sino intereses comerciales. Se hicieron unas ferias muy buenas previas a la abolición para buscar buenas indemnizaciones. Es triste, pero es la sensación que tengo. Estaban preparando el crimen.
—¿Qué debe hacer el mundo del toro?
—Llenar las plazas. El movimiento se demuestra andando y dando la cara. Hazle ver a tu gente que no es una cosa de toros, sino una cosa de todos. Se ataca la libertad, y la libertad es de todo el mundo. Me acuerdo de cuando tirábamos del discurso de cuánto movemos en PIB, etc. Mi discurso es el contrario: «Somos pocos en el mundo, somos vulnerables, somos objeto de protección». ¿O es que estamos en el terreno de la ideología y no en el de la cultura?
—De fondo, los ecos de «no es cultura, es tortura».
—Esto es importantísimo: ni al toro se le tortura ni el torero es un torturador. El torturador no arriesga absolutamente nada. El torero arriesga su propia vida.
«El ministro de Cultura, o Descultura, ha quedado como Cagancho en Almagro»
—Albert Serra ensalzaba esta semana en Barcelona la verdad sin atajos de la Fiesta, algo que se refleja en 'Tardes de soledad'.
—Andrés Roca Rey ha hecho un gran favor a la tauromaquia prestándose y asumiendo los riesgos de figura del toreo. Hay que darle las gracias, como a Albert Serra, al que se las doy, pues se ha salido de los complejos y ha expuesto la crudeza de la realidad del mundo del toro. En un tiempo en el que el ministro de Cultura, o de Descultura y Despropósito, elimina el premio Nacional, resulta que el sector de la izquierda progresista –que se apropia del cine– premia una película taurina. Ha quedado como Cagancho en Almagro. Los ataques son descarados: primero, Yolanda Díaz quiere privar al sector taurino de las ayudas por desempleo en el Covid; después, Iceta quita el bono cultural; luego, Urtasun elimina el premio Nacional en una acción contraria a la ley. Esta gente no se entera de que está sometida al imperio de la ley y que deben cumplirla.
—En cambio, el mismo día (el de la ILP), Urtasun celebraba las más de 700.000 firmas antis.
—No han conseguido ni la gente que va a Las Ventas en una temporada (casi un millón). ¡Una sola plaza! Qué desvergüenza la del ministro. Eso sí, tanta imposición ha generado una reacción y la rebeldía de ir a los toros.
—¿Se preocupan los profesionales taurinos de los ataques?
—En absoluto, aunque son muchos y no es lo mismo, por ejemplo, la vida de un torero que la de un picador. Hacer por la Fiesta es lo que hicieron, por ejemplo, Morante con las cien corridas o Ponce en el Covid. En general, hay visión cortoplacista.
—Esa visión es el lamento de la tele.
—Se han juntado el hambre con la ganas de comer. Había un operador lentejas, si quieres las tomas y si no las dejas. No se puede simplificar diciendo que ha habido un paso en falso de unos empresarios. Aquí había un canal que era el rey del mambo y, quince días antes, decía eso de «ya veremos si televisamos» y «es lo que hay». Otra cosa digo: hay que venir llorado de casa.
—Se da la paradoja de que en Sevilla hay un pleito con OneToro y, a la vez, se negocia la opción de dar algunas corridas. ¿Cómo está el asunto?
—Es una pregunta que debe contestar don Ramón Valencia más que yo, pero es público que tenemos interpuesta una demanda contra OneToro por la no retransmisión de San Miguel. Por otro lado, es cierto que ha habido un acercamiento, tanto en Sevilla como en otras plazas, y será la empresa quien valorará, si hubiese tele, el número de festejos, la cuantía y la opinión de los diestros. El empresario es el sufridor, el que monta el espectáculo, el que se juega sus cuartos, pero es que ahí hay banderilleros, picadores, mozos de espada y hasta ayudas con derechos de imagen. Lo mismo y los pido yo (risas).
—Antes se refería a Morante, con el que ganó la demanda contra Peter Janssen, el holandés errante.
—Si queremos estar insertos en la sociedad, tenemos que hacer las cosas que hace la sociedad. Y eso hizo Morante. Este señor me está agrediendo, me está insultando, me está acusando de ser un asesino. Esto se arregla en el juzgado, con una demanda por calumnia. Y así lo hizo. Por cierto, el valiente de Peter Janssen, por si nos está leyendo, era muy valiente para saltar al ruedo, con el toro muerto por supuesto, pero no era tan valiente para atender a sus perros, abandonados en Don Benito. Eso el animalista, el animalista holandés. Y, sobre todo, no era tan valiente porque localizarlo nos costó sangre, sudor y lágrimas. Llegué a ir a una corrida a Don Benito para ver si iba y le entregaba allí la demanda al valiente... Valiente chufla.
«El animalismo es el fracaso de la sociedad»
—Si se cargasen la ley de 2013, ¿tiene futuro la tauromaquia?
—Ahora que se lee tan poco deberíamos recordar esa frase de que con los toros no acabaron ni papas ni reyes. En 1563, si no recuerdo mal, el Papa Pío V quiso abolir por bula papal la tauromaquia. O sea, esto era tan importante como decirle a un cristiano que iría al infierno. Y en el siglo XVI muchas personas aspiraban a llegar al cielo porque tenían poca riqueza terrenal. Pues irían al infierno, pero antes verían los toros. Porque es la vida misma, es el espectáculo más real.
—¿Es más peligroso el antitaurino o el animalista?
—El tema antitaurino está muy mezclado con el tema del animalismo. Yo tengo un perro en casa y lo quiero enormemente. Pero una cosa que yo quiera mi animal, que lo cuide... Y otra cosa es que yo le haga una supremacía al animal por encima de la persona. Eso es el fracaso de la sociedad. Ahora, en vez de conversar entre nosotros, acudimos a los mensajes y emoticonos, no hablamos, y en vez de un niño tengo un perro. El perro no catea en matemáticas, no llega tarde a casa y no me va a contradecir. Es mucho más cómodo cuidar a un animal doméstico y el animalismo tiene una cosa importante, a mi juicio, muy negativa, la supremacía moral. O sea, si yo amo un animal soy moralmente superior a ti, que supuestamente, entre comillas, no lo amas, un discurso muy simplista.
—Algunos hacen más carantoñas a las mascotas que a los bebés y se preocupan más por el perro que por el abuelo.
—Uf, ¿cuántas veces he visto yo esta situación? Hombre o mujer que pasa por unos grandes almacenes y hay un perrito anudado a una señal de tráfico porque no haya podido pasar al comercio y se acerca esa persona y le dice así al perro: «Hola, ¿cómo estás? ¿Cómo te llamas? Qué bonito eres. ¿Tienes frío? ¿Dónde está tu dueño? ¿Dónde está tu papá? ¿Dónde está tu mamá?» Al rato sale el dueño y empiezan a hablar de si lo vacuna en tal o cual sitio. Pues esa misma persona que tanto se ha preocupado de ese animal, anda 30 metros más y ve en el suelo a un hombre o una mujer sin comida y sin manta. Pero ahí ya no se para y le dice: «Hola, ¿cómo te llamas? ¿Tienes frío? ¿Tienes familia? ¿Has comido?¿Quieres algo?» Porque ese sí me contesta. El animal, no; la persona, sí. ¿Y tú, animalista, tienes una supremacía moral sobre mí? ¿Por qué? ¿Por qué lo digas tú? No. La supremacía moral primero es cuidar de la humanidad; después, lo demás. No estamos a la misma altura, en absoluto.
—¿Se pueden tener derechos sin deberes?
—No. El legislador, desde el punto de vista lógico, le manda a la ciudadanía un deber, un cuidado sobre el animal, pero el animal no puede estar por encima de una persona.
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