Una floja novillada de Guadamilla trunca las ilusiones de los tres novilleros

A las 22:35 enfilaba Gallego, de nuevo, el camino hasta chiqueros. Fue directo a él el novillo, arrancándole la magna izquierda de la chaquetilla; más, una vez más, el ángel de la guarda de cada torero echa su manita y le libró de mayores males. Volvió a nacer. Salió suelto de los dos puyazos novillo. Con lo que quedaba de chaquetilla, pues no se la quitó, comenzó Gallego de hinojos en los medios, en un inicio explosivo. El animal acudía bien al cite y, ahora sí, el novillero le dejaba la muleta en la cara, logrando buenas series. Abrochó la faena toreando con la diestra al natural, pero un bajonazo deslució toda la labor.

Ya había ido a porta gayola Pedro Gallego a recibir al novillo de su presentación en Las Ventas, aunque, tras la larga cambiada, el silencio de expectación tornó en protestas por la justa presentación del ejemplar. El de Guadamilla se dejó en el caballo y permitió una ordenada lidia, en la que Fini sobresalió con los palos. Gallego comenzó la faena con un pase cambiado por la espalda en los medios, dando una buena serie por la diestra, cuando comenzó el toreo en redondo. Sin embargo, no terminó de cogerle la distancia al animal, que pedía más sitio y llevarle cosidito en la muleta, tapándole la cara, con lo que se fue diluyendo la faena. Además, el novillo repetía, pero sin excesiva transmisión, y aquello nunca terminó de romper. Lo que no se le puede reprochar al novillero fue la actitud, terminando por manoletinas. La espada -a la segunda- cayó trasera, y tuvo que usar el descabello en dos ocasiones.

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Ni cara ni remate tenía el segundo. Las palmas de tango sonaron desde que salió por chiqueros, aunque fueron en aumento al mostrar, además, en varias ocasiones, falta de fuerza el novillo. Tras derrumbarse en un quite de Aloi, salió el pañuelo verde del palco. Se corrió turno, y saltó al ruedo el quinto, de la ganadería titular. Apenas se empleó en el caballo, esperó en banderillas, y llegó a la muleta muy parado y con la cara por las nubes. Se quedaba corto y no humillaba ni queriendo. Se vio buen oficio a Caballero, cuya mayor virtud fue el temple -de casta le viene al galgo-, aunque alargó en exceso una labor que poco calado podía tener en los tendidos.

Manseó el quinto en los primeros tercios, apretando para tablas. Inició la faena Caballero por alto en el tercio, y en cuanto quiso sacar un poquito al novillo hacia los medios, el de Chamaco se rajó y se fue hacia tablas. Allí, donde el animal quería, le plantó pelea Manuel, llegándole mucho con los vuelos de la muleta al hocico, e intentando robarle lo poco que tenía, hasta que se acabó definitivamente.

Bonito fue el recibo a la verónica de Aloi al tercero, muy templado, pese a la tendencia del novillo a salir desentendido. Derribó la cabalgadura en el segundo encuentro, mostrando más genio que bravura, saliendo suelto. Y apretando hacia las querencias, en banderillas, alcanzó al banderillero Pascual Mellinas, empotrándole contra las tablas, saliendo al relance. Pero este manso de genio chocó con el valor mejicano, empezando Aloi de rodillas en el tercio, en un vibrante inicio de faena. Lo citó de lejos, arrancándose con alegría el de Guadamilla, y dio una primera tanda que despertó las ilusiones de los tendidos, larga, templada y dejándole la muleta bien puesta. «¡Qué buen torero va a tener Méjico!», le gritaron desde el tendido 3. Sin embargo, ahí se quedó todo. Tras verse podido, el animal pasó a echar la cara arriba, a topar, y a defenderse, y Bruno, acertadamente, cogió la espada tras enseñarlo por los dos pitones. Dejó una buena estocada, aunque necesitó el uso del descabello, y le valió una ovación, que recogió desde el tercio.

A la salida del sexto se mezclaban los vivas a España con las palmas de tango y los gritos contra el presidente y los veterinarios. La escasa presentación del utrero iba acompañada, una vez más, de una evidente falta de fuerzas. «Pero si parece Echenique», dijo un aficionado al ir renqueando el animal. Tuvo que derrumbarse para que se devolviera. Ganas de enfadar a la gente y salir más tarde, porque los problemas de este novillo eran evidentes, desde salida. Y así volvió a lucirse Florito por segunda vez en la noche, llevándose, de nuevo, la mayor ovación del festejo. Salió un sobrero de Los Chospes, con más plaza, y lo recibió llevándolo hasta los medios con buenas verónicas. Tras mostrarse distraído los dos primeros tercios, comenzó Aloi sacándoselo por bajo. Entendió bien al novillo el mexicano, toreándolo con mucho temple y buen hacer, aunque poco lucimiento tuvo el animal, que pasaba sin mayor historia y le costaba repetir. Intentó llegar al tendido haciendo un arrimón al final de faena, aunque el fallo con los aceros hizo que su labor quedara silenciada.