In Memoriam
Pilar Vega de Anzo, una mujer que vivía de frente, como se paran los toreros valientes
Cuando con profunda tristeza pienso: pero Pili ¿cómo no vas a estar?, recuerdo como amaba la vida y a España ese espíritu soberano, comprensivo e independiente que era y es
La Marquesa del Toreo
Dolores de Cospedal
Hay pérdidas que se viven y se sufren con dolor, hay ausencias que se sienten y se extrañan siempre y hay vacíos que no se pueden llenar porque la vida no los repone y los sentimientos no los ocupan por otros. Esos vacíos, ese vacío ... rocoso es el que deja Pilar González del Valle y García de la Peña, marquesa de la Vega de Anzo, Pilo para su familia.
Escribir sobre Pilar Vega de Anzo es un ejercicio de descripción de una personalidad desbordante, intensa y única. Es emocionante y reconfortante a la vez tener la oportunidad de compartir con todos los lectores de 'su periódico' mis pensamientos y sentimientos sobre ella. Al ABC quería y respetaba por igual Pilar Vega de Anzo, por tradición familiar y por el orgullo que para ella representaba formar parte del jurado de unos premios taurinos, los de ABC que, año tras año, marcan la pauta del buen hacer en el arte de Cúchares. Algo parecido a la responsabilidad de la que se sentía depositaria, responsabilidad digo, por su pertenencia al Consejo Asesor Taurino de Las Ventas; quienes han tenido la suerte de compartir con ella jornadas de debate sobre qué era lo mejor para la Fiesta en Madrid y en España la van a echar en falta y mucho. Sus tertulias, varias como la de 'Los de José y Juan' y sus amigos ganaderos, toreros, amados del mundo de la tauromaquia, vivirán un antes y un después tras conocerla, escucharla, discutir con ella y reírse de todo y con todos, porque así era Pili… No hay nada peor que un manso… y el que quería entender, entendía.
Pilar Vega era un ser libre, valiente y contumaz en su defensa de aquello en lo que creía y de todo lo que amaba, aquí incluyo especialmente a su familia, por la que tanto veló y de la que estaba tan orgullosa, y a sus amigos, a los que siempre defendía y cuidaba, con esas caricias de terciopelo que daba como nadie a los corazones anhelantes de cariño o de compasión. Pero también era una mujer que luchó y sufrió en su vida personal, que quería con intensidad y atesoraba la generosidad de las almas grandes que se sienten imperfectas y buscan constantemente el bien.
Pilar vivía de frente, como saben pararse los toreros valientes, sabía, por su buena casta, que la bravura en los buenos toros hace que se crezcan ante el castigo y por ese temperamento, que compartía con unos seres cuasi mitológicos, amaba lo auténtico y despreciaba la hipocresía y la banalidad antagónicas de la Fiesta Nacional.
Una asturiana de la reconquista que se sentía española hasta la médula, que interpretaba como pocos la profundidad de su tierra extremeña y que tenía el arte sevillano sin imposturas y la rotundidad castiza de una madrileña racial y universal. Su espíritu le llevaba a sitios donde muy pocos alcanzan a estar.
Y ahora cuando con profunda tristeza pienso: pero Pili ¿cómo no vas a estar?, recuerdo como amaba la vida y a España ese espíritu soberano, comprensivo e independiente que era, es, el de Pilar Vega de Anzo.
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