Daniel Luque, en su mejor momento

Un poco al norte de Bayona, Dax es una pequeña ciudad termal de las Landas que tiene una gran tradición taurina (incluyendo también corridas landesas). Su plaza es una de las siete francesas de primera categoría. Se inauguró en 1913 y la pintaron de blanco, por la de Sevilla. Allí recuerdo grandes triunfos de Luis Miguel y Ordóñez, de Paquirri… Ahora, tiene dos importantes ferias. Allí se ha vivido uno de los grandes acontecimientos de esta temporada, cuando Daniel Luque lidió en solitario toros de La Quinta y logró un gran triunfo, incluido un indulto.

Torea Morante su corrida número 79, camino de las 100. Está feliz, toreando con clasicismo. Si el toro no vale, no alarga innecesariamente (como siempre se ha hecho); si ve posibilidades, logra faenas variadas y muy personales. El primero es mansísimo, huye de su sombra, no hay manera de que saque casta alguna. Lo prueba José Antonio, ve que no hay nada que hacer y corta. Mata sin confiarse. Como decían los cronistas castizos, 'rian de rian'.

Recibe al cuarto con verónicas arriesgadas, porque el toro no se entrega, aprieta mucho, es complicado. Se empeña Morante en buscarle las vueltas, exponiendo de verdad. Hay momentos muy hermosos (ayudados a dos manos, algún remate por bajo) pero, sobre todo, una actitud de entrega verdaderamente notable. ¡Qué lejos queda este Morante de la etiqueta de simple torero 'artista'! Esta tarde, se la ha jugado de verdad, con un toro que nunca se ha entregado. Al final, vuelve a sorprendernos: en un momento en que el toro se para, sin necesidad de cuadrarlo, receta una buena estocada. Así hacían los maestros clásicos, algo hoy insólito; entre otras cosas, porque los diestros llevan la espada de mentira y han de ir a cambiarla cuando el toro está ya pidiendo la muerte. No le conceden la oreja pero deja una gran impresión.

Aunque algunos todavía no se hayan enterado, Luque es ahora mismo una de las figuras de la temporada. Tiene gran capacidad, se le ve delante del toro con una seguridad apabullante. Es lógico que lo reciban con una gran ovación. El segundo toro es muy noble pero muy flojo. Lidia Luque perfectamente, colocando al toro lejos del caballo : se arranca con alegría pero se desploma, es noble pero muy flojo. Daniel se ha lucido con lances suaves y le da la lidia adecuada, con muletazos a media altura, pero falta la emoción del toro.

El quinto es un toro noble y bravo, que sí transmite mucho. Luque lo cuaja por completo, desde las suaves verónicas de recibo y el quite por cordobinas. Le da distancia, logra muletazos mandones por los dos lados. Al final, provoca el delirio citando con la muleta plegada para arriesgadas luquecinas. La estocada es magnífica: dos indiscutibles orejas. (Pide la vuelta al ruedo para el buen toro pero el presidente no la concede).

Juan Ortega muestra su buen estilo en muchos detalles estéticos pero no logra faenas completas. Ha lucido en verónicas cargando la suerte y ayudados por bajo, sin redondear. Es más artista que lidiador.

Da gusto ver a Morante: nos sorprende cada tarde. Luque está en una etapa de plena madurez. ¿Por qué no torea en San Miguel ni en la Feria de Otoño? No lo puedo entender.

Posdata. En su Pregón Taurino de Sevilla (2008), dijo Arturo Pérez Reverte: en las plazas de toros he aprendido «cosas útiles sobre el coraje y la cobardía, sobre la dignidad del hombre que se arriesga y la del animal que lucha hasta la muerte».