Daniel Crespo, Francisco Montero y Jorge Molina superan la prueba de la bravura

Bravo el segundo de la tarde, de Los Eulogios, que tuvo enfrente a un bravo torero. Francisco Montero se entregó de principio a fin. Se fue a la puerta de chiqueros para recibir a su enemigo a porta gayola, toreó variado y firme con el capote. Se plantó en los medios de rodillas para comenzar la faena y recibió un feo volteretón del que salió conmocionado.

Pero todo no quedó en la valentía, pues el de Chiclana toreó al natural con mando y temple, y después de la cogida le sopló una rotunda serie a derechas de mano baja con el toro embistiendo con la mejor casta. Estocada y las dos orejas para Montero y vuelta al ruedo para el de Los Eulogios. Pasó a la enfermería en donde le suturaron una herida junto a la oreja derecha.

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El quinto tomó tres puyazos con fijeza y codicia y fue exigente ante la muleta de Montero, que se batió el cobre en una labor en la que no faltó la emoción. Esta vez la espada no entró a la primera.

Buen toro el tercero de Baltasar Ibán, que se comía los engaños siempre por abajo. A su nivel estuvo Jorge Molina que toreó muy limpio en una primera serie a derechas que marcó la faena. Hubo profundidad en el toreo al natural en un trasteo de mucho interés. Estocada, dos orejas y vuelta al ruedo para el de Ibán. Con el sexto volvió a torear con trazo largo por uno y otro pitón, en una faena plena de compromiso y buen toreo.

Daniel Crespo toreó con ambición con el capote al que abrió plaza, y demostró un excelente concepto. Mantuvo al de Los Eulogios por el pitón derecho y se entregó con la mano izquierda. Por ahí el toro embistió humillado y largo y los naturales estuvieron a la altura.

El cuarto, de Ibán llegó a la muleta de Crespo con poder y empuje, y el diestro gaditano le plantó cara con mando. Se dobló con eficacia y desgranó una faena maciza, muy firme el torero ante el torrente de raza que tenía delante.