Curro Vázquez: «Soy de los primeros que llamé la atención en Madrid por cruzarme»

El maestro inauguró el ciclo invernal de tertulias de la Asociación del Toro de Madrid, con lleno hasta la bandera

Curro Vázquez apuesta por el talento de Emiliano Osornio

Curro Vázquez durante el coloquio ABC

Curro Vázquez volvió a poner el 'no hay billetes' en Madrid. Esta vez en el restaurante Puerta Grande, donde la Asociación El Toro de Madrid inauguraba sus habituales tertulias invernales. «Sentados aquí ya sí huele a invierno», comentaba Gonzalo, un habitual en estos actos. ... Y un paseíllo se hizo en honor al maestro cuando entraba, con el público en pie. Ese público que tantas veces ha emocionado, y una última vez en aquel sueño del 12 de octubre, del que muchos siguen sin despertar.

«Ese día me emocioné mucho, pero tenía que tener la cabeza tranquila para no tener ningún susto», comenzó relatando el maestro. Principalmente, para no dar «un disgusto a la familia y a los amigos».

La exigencia de los toreros hace que nunca se sientan del todo satisfechos con sus faenas -aunque hayan cortado dos orejas en Madrid-. Vázquez, a sus 74 años, lo confesaba con serenidad: «Ahora muchas veces pienso que me faltaron cosas, aunque fue la faena lógica con el novillo que tenía delante». Y es que pocos representan mejor que él el amor puro por su profesión. Lo resumió en una frase: «Mi mayor virtud es mi afición, mi pasión por la tauromaquia. Y un pellizco de bohemia».

Esa palabra, bohemia, se repitió varias veces durante la noche. «¿Por qué nos encanta Morante? Porque tiene verdadera pasión por la Fiesta. No puede ser todo dinero. El torero tiene que tener bohemia». Y amplió el concepto: «Todos los que formamos parte del toreo deberíamos tener un poco de bohemia: empresarios, alguacilillos… todos». Ese romanticismo, tan escaso a veces, que diferencia al que ama la tauromaquia del que solo la utiliza.

En un repaso por el toreo actual, el maestro reflexionó sobre la técnica: «Hay toreros que se arriman más que nunca y se pasan los toros por atrás y por 'alante'. Técnicamente se torea mejor que nunca… pero no se torea mejor que nunca. Se torea como ahora. Lo que le llega a la gente es la torería. Eso no se enseña en ninguna escuela, y hay pocos que puedan transmitirla. Por eso amamos a Morante».

-¿Y ahora qué?- preguntaron desde el público, aludiendo a la retirada del genio de La Puebla. «Cuando yo empezaba no había escuelas taurinas. Aprendíamos escuchando a los maestros», recordó Curro. «El gran referente sigue siendo José Antonio, porque reúne todo. Ojalá los chavales que empiezan cojan esa línea del toreo, para que no se pierda lo clásico».

El maestro se fijaba entonces en Ordóñez, Bienvenida, Antoñete o El Viti. «De todos he aprendido algo. Aunque a veces se nace torero. Cuando empecé, nadie me había enseñado, pero ya tenía la idea. Luego se mejora con afición y con trabajo diario».

Un chaval que intenta continuar esa estela es Emiliano Osornio, la nueva ilusión del maestro, que será su apoderado la próxima temporada. Curro ve en él una forma de devolver al toreo mexicano la figura que merece, y al que tratará de transmitir ese poso clásico y esa humildad que tanto caracterizan al maestro. Virtudes esenciales para poder evolucionar, aprender y llegar a ser un torero importante.

El maestro explicó que quiere centrarse en los novilleros, porque «hay muy pocas novilladas. Antes toreábamos mucho para poder venir a Madrid. Ahora hay que pasar por Madrid para poder torear. Está todo al revés». También defendió la importancia de tener apoderados que hayan sido toreros: «Se crea un tándem muy bueno, no sólo en los despachos, sino también en el alma del torero».

No faltaron las preguntas sobre el toro actual: «Humilla más que antes, y te permite torear mejor». Pero el toro comercial es más predecible, le dijeron. «A mí me gusta el toro que va cinco veces al caballo también, pero ese toro se queda ahí, y es otro tipo de espectáculo».

También desmintió uno de los tópicos sobre su toreo: «Creo que he sido de los primeros toreros que me he cruzado con los toros en Madrid. Una de las cosas que más le llegó a la gente el día del agua fue la colocación», explicó sobre la famosa faena de 1994 a Monjito de Alcurrucén. «De todas formas, -continuó- si quieres ligar, no puedes cruzarte. No se puede exagerar lo de cruzarse, es importante, pero primero hay que ver al toro». Y, con la misma naturalidad con que hablaba de técnica, defendió la brevedad: «No me gustan las faenas largas. Hay toros que lo permiten, pero hay que saber cuándo cortar».

'El Curro de Madrid', que debutó en Vistalegre y conquistó Las Ventas, recordó con cariño su vínculo con la capital: «Madrid me trató con respeto e ilusión. Ser torero de la afición más importante es una satisfacción enorme».

«¿Y el 7?», preguntaron entre risas. «¿Qué queréis que os diga, si estoy aquí?», respondió con humor. «Unos días da gusto veros, otros dan ganas de irse. Pero hay que respetarlo. Solo pido paciencia con los chavales, que van asustados por el 7»,. Es cierto, a veces se exige a los novilleros como si fueran figuras.

Cuando la tertulia terminó, los aplausos volvieron a poner el no hay billetes en Puerta Grande. Curro se marchó con su calma habitual, esa que solo tienen los que ya han toreado la vida. Afuera, la noche madrileña olía a invierno y a pureza. Y entre el humo de los cigarrillos, aún flotaba su enseñanza más valiosa: la pasión, la pureza y la bohemia. Tres cosas que, como el toreo de verdad, nunca deberían perderse.

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