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La sangre de los toreros también es mortal y roja

Este lunes se cumple un mes de la cornada fatal a Iván Fandiño en una durísima temporada con muchos percances

Iván Fandiño EFE

ABC.ES

La sangre de los toreros también es mortal y roja. Cuando parecía olvidado que los hombres de luces también mueren, la tragedia de Víctor Barrio lo recordó hace un año. Y lo vino a refrendar hace un mes: «Un toro ha matado a Iván Fandiño». La frase que nadie quería escribir, que nadie quería pronunciar, que nadie quería creer, se extendió como la alargada sombra del ciprés. Otra vez la parca arrebataba la vida de un torero, otra vez la sangre mortal y roja derramada, para hacer de Fandiño, como de tantos héroes caídos en las astas de un toro, una leyenda inmortal.

La tragedia sobrevino con una corrida de Baltasar Ibán en la plaza francesa de Air-Sur-L'Adour, un percance fatal de necesidad, con un parte médico estremecedor, como si en su libre destino estuviese fijada la fecha del 17 de junio de 2017 como ... la hora final en la tierra y el principio del viaje a la eternida. La cornada, «incompatible con la vida», con trayectorias de 30 y 20 centímetros, con rotura de la vena cava y el hígado dividido en dos, era «fatal cualquiera que fuesen los medios utilizados y/o la proximidad del quirófano o la destreza de los cirujanos», aseguraron los doctores.

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