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Roca Rey corona con un sólido triunfo el Aniversario de la Plaza México

La figura peruana corta dos orejas y sale a hombros en una tarde en la que Joselito Adame logró un trofeo

Andrés Roca Rey, en un derechazo de mano baja a su primer toro Efe

Guillermo Leal

El tono triunfal del fin de semana del 76 Aniversario en la Plaza México lo mantuvo ayer el peruano Andrés Roca Rey, joven figura que atraviesa por un momento en el que no cree en nadie y lo quiere todo.

Cortó dos orejas y salió en hombros como lo hiciera en 2018, pero si de triunfos hablamos hubo otro también valioso, el de Joselito Adame, quien consiguió una oreja de mucho mérito.

Al final el público respondió con una entrada de casi 20 mil espectadores, cerrando con broche de oro el fin de semana de Aniversario de la plaza más grande del mundo.

La faena que Roca Rey le hizo a su primero no tuvo desperdicio, porque la emoción cuando se produce de manera honesta, dejándose llegar los pitones al cuerpo, quedándose más quieto que un poste, provoca que el público se entregue. Así le pasó al peruano, que ejecutó muletazos variados, templados, de mano baja, de espontaneidad y, luego, los clásicos adornos que le salieron pintados: una arrucina y un cambiado de muleta por la espalda que fue eterno como el olé que lo acompañó.

Una actuación completa de la joven figura, que rubricó con un espadazo para poder cortar dos orejas que algunos cuestionaron, pero la mayoría aceptó en un claro ejemplo de la democracia taurina.

En su segundo, Roca le echó voluntad y habilidad a su actuación con un astado imposible y aún así le sacó partido para ser ovacionado. El gusto que tenía por volver a La México no fue de dientes para afuera.

Joselito Adame, nuestra figura mexicana, consiguió un par de faenas en las que puso de manifiesto su madurez, la maestría que posee y el buen oficio. Aunque sus astados parecieron nobles y buenos, solamente fueron claros y había que hacerles todo con perfección. Lo hizo José y por ello realizó dos faenas de gran mérito que disfrutaron los aficionados, quienes le vieron pinchar en su primera, y rematar muy bien en su segundo, un astado en el que cubrió los tres tercios y que le dio una oreja muy merecida.

Ambos confirmaron la alternativa del joven hidrocálido Héctor Gutiérrez, ahijado de Emilio de Justo, quien estuvo detallista en su primero con el mejor astado de toda la corrida, solo que pinchó. Y su segundo no le dejó hacer mucho más que mostrar voluntad. En Gutiérrez hay un torero de buenas maneras: debe curtirse más y eso solo se logrará toreando.

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