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ABC Cultural

Luctuoso duelo en tablas por Victorino

SEVILLA. La corrida de Victorino Martín fue una mentira de pitón a rabo. El mano a mano de Morante y El Cid tuvo de duelo el luto de un tanatorio. Por Victorino. Si la verdad nos hace libres, el ganadero está ahora preso. «Vamos a ... Sevilla con una corrida por encima porque nos van a medir, ¿eh? Falta alguno por poner, pero...» ¿Alguno? Salvo primero y cuarto por delante, la victorinada fue chivata, escasa, chica, con el puntillazo del sobrero, un anovillado morucho de medio pelo con genio de casta remontada como los malos vinos. La mentira se extendió también por dentro de sus venas, porque ningún victorino se entregó de veras ni rompió con sinceridad, y mansearon tela, y midieron gazapeantes y mirones, incómodos, deslucidos, complicados sin alcanzar siquiera el rango de alimañas tobilleras, sin dejar estar, ni lejos ni cerca. La balas de plata de la A coronada las cambiaron por cartuchos con la pólvora mojada.

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