Feria de Abril: con toros flojos, triunfos flojos
Manzanares corta la única oreja al mejor Jandilla en tarde de gran expectación
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Iniciar sesiónCartel de 'No hay billetes', gran ambiente y decepción: los toros de Jandilla , flojos y deslucidos, dan al traste con las ilusiones. [Así lo contamos en directo]. Morante y Diego Urdiales apuntan detalles de su buen estilo pero, con estos toros, todo ... queda a medias. Sólo José María Manzanares arranca una oreja al último, el único que ha mantenido la movilidad. La lección es clara: con toros flojos, la emoción no existe, todo queda a medias, incluidos los los posibles triunfos . Lo vemos, por desgracia, demasiadas tardes.
A los toros conviene ir bien acompañado. Elijo yo, esta tarde, al entrañable y gran poeta don Manuel Machado: un acierto seguro.
Reaparece después de su lesión Morante de la Puebla . En el vigésimo quinto año de matador, es ahora, indiscutiblemente, el número uno. Torea tan bien como siempre pero, sobre todo, ha cambiado su actitud: actúa en ciudades y pueblos, acepta otros encastes, lidia clásico, arriesga. Ha asumido -¡por fin!- la responsabilidad de Gallito, su ídolo. El primer toro es muy noble pero muy flojo. De salida, dibuja José Antonio, con su capote de vueltas verdes un ramillete de verónicas que levantan un clamor; una, casi en la boca de riego, parece parar el tiempo. Lo lleva al caballo con sevillanísimas chicuelinas y todavía traza dos verónicas más. Sólo verle colocarse es una estampa antigua. Escucho, cerca de mí: «Gloria bendita». Me dice don Manuel, por lo bajo: «Juega, al estilo andaluz, / en una clásica suerte, / complicada con la muerte / y chorreada de luz». El comienzo de faena, con ayudados a dos manos, es primoroso. Con una banderilla en la mano izquierda, recogida del suelo, traza derechazos deliciosos. Todo respira armonía ... pero es demasiado poco toro. Por eso, la petición no cuaja. Ha estado relajadísimo, muy a gusto.
El cuarto, en cambio, no le gusta ya de salida: se queda muy corto en el capote, no le deja lucirse. ¿Tiene algún problema en la vista? La res protesta, puntea los engaños. Como era de esperar, con este toro, Morante le quita las moscas y lo despacha, sin más. Otra tarde será... si hay toros.
El riojano Diego Urdiales tiene buen ambiente en Sevilla. Se lo ha ganado con su estilo clásico y por la bendición de Curro Romero, que acude a verlo, en un tendido. El segundo, muy flojo ya de salida, levanta protestas. La suerte de varas es un simulacro pero la res se derrumba. Ahora recuerdo yo a don Luis de Góngora, el ídolo de la muy taurina generación del 27: «Esa montaña que, precipitante, / ha tantos siglos que se viene abajo...» Por muy hermoso que sea el verso, un toro claudicante no tiene nada de gracia, es un inválido, de mírame y no me toques. Urdiales muestra su naturalidad con capote y muleta pero los pases no pueden tener eco. Mata con facilidad.
Brindis a Joaquín
El quinto también flaquea, además de protestar y huir. Brinda al futbolista Joaquín, en una barrera, junto a Juan Manuel Moreno y el periodista Antonio Jiménez. Consigue dar suaves muletazos a un toro que muge incansablemente, a la defensiva. El trasteo es pulcro, casi sin toro, que pronto se para por completo. Lo mejor, la buena estocada. (Le ha cogido muy bien el sitio a la suerte suprema).
José María Manzanares ha triunfado muchas veces en esta Plaza de los Toros, es aquí tan querido como lo fue su señor padre, Sevilla casi lo ha adoptado. En el tercero, que parece cogido con pizas, por lo endeble, mece bien el capote. Se luce mucho Duarte, con los palos. (Me comenta don Manuel: «Llega, cuadra, para, / los brazos alzando, y allá por encima / de las astas que buscan el pecho / las dos banderillas / milagrosamente / clavando»). El toro, por flojo, protesta al final de cada pase, tropieza los engaños. Manzanares lo embarca con solemnidad y liga buenos muletazos pero ha de gritar «¡je!» tres veces para que el toro acuda. (Lo contrario, me decía Alfredito Corrochano, de lo que sucedía en su época). Así, la emoción es imposible. Con la espada, como de costumbre, José María es un cañón.
En el último se luce Paco María , midiendo el castigo, y Mambrú, de poder a poder (esperando que el toro arranque), con los palos. El toro protesta pero es el único que conserva la movilidad y repite. Manzanares lo engancha bien, tira de él, aguanta, le baja la mano, logra series que emocionan al personal. Escucho a don Manuel Machado: «Guarnecido de oro, / la clásica elegancia / con seriedad ejerce y arrogancia». El toro, Zafia (en femenino, ¡vaya nombrecito!), ha salvado esta tarde el honor de la ganadería pero, al final, canta la gallina, huyendo a chiqueros. Con buen criterio, José María aprovecha la querencia del animal para citar a recibir: un pinchazo hondo resulta suficiente y pone en sus manos la única oreja de la tarde.
Me consuela, al final, la belleza de los versos de don Manuel Machado: «El gran suspiro que es la tarde, crece / como de un pecho inmenso. Palidece / el sol. Y terminada / la fiesta de oro y rojo, a la mirada / queda un eco / de amarillo seco / y sangre cuajada».
Posdata. Al Pregón Taurino de Sevilla asistió el alcalde, socialista, y el Delegado de Fiestas Mayores, también socialista, que hizo un canto encendido y justo a la Tauromaquia. En el Ayuntamiento sevillano he visitado la exposición sobre Pepe Luis Vázquez, en su centenario. En Andalucía, como en Castilla la Mancha y Extremadura, el PSOE se apunta a defender la Fiesta porque sabe que le conviene. En Cataluña y Baleares, en cambio, la abandonó, y la alcaldesa de Gijón, socialista, sigue con su campaña feroz contra los corridas de toros. ¿Lo pueden explicar los socialistas andaluces a sus votantes que sean buenos aficionados?
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