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El Fandi y Talavante gozan y triunfan con buenos cuvillos en Alicante

Un "Arrojado" fue premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre; Cayetano corta una oreja con fuerte petición de otra

Talavante y El Fandi salen a hombros Efe

ROSARIO PÉREZ

La tarde comenzó por todo lo alto, con un «Arrojado» -como aquel al que inmortalizó Manzanares en Sevilla- de vuelta al ruedo. Algunos pidieron el indulto -si no es el primero, asoma el pañuelo naranja-, pero El Fandi dio muerte al excelente toro de media estocada: tardó en caer y eso frenó la posible doble pañolada. El granadin cortó una oreja tras una vistosa y entregada actuación desde las largas cambiadas y con temple ya por Chicuelo. El ejemplar de Cuvillo -que lidió un conjunto muy bueno para gozar el triunfo- humillaba con clase y Fandila se lentificó en unos fenomenales naturales dentro de una labor en la que buscó la complicidad del público.

Talavante fue la naturalidad mayor del festejo desde esos lacios lances y dormidas cordobinas al buen segundo. Quietud de ciprés en el quite con el capote a la espalda. Como un penitente se postró de hinojos en los medios en un prólogo interminable, toreando por momentos de verdad. Como luego con la zurda, en el sitio preciso. Se recreó en unas luquinas y calentó con un desplante a cuerpo limpio hasta ganarse una oreja. Otra, con fuerte petición de la segunda, cortó Cayetano tras un espadazo fulminante al boyante tercero, en el que prologó con torería y empaque rodilla en tierra una obra muy del gusto del respetable. Por la no concesión, lanzó con rabia la peluda a la arena y prefirió recorrer el anillo sin ella.

Del galardón negado se acordaría también tras la merendola , pues fue el único que no sumó más «puntos» por pinchar al más áspero y deslucido sexto. Antes, El Fandi había formado un alboroto en banderillas, con el gentío en pie por su apabullante modo de parar al toro. ¡Bárbaro! De rodillas aguantó la alegre y pronta embestida del jabonero sucio, al que dio fiesta a su manera. Paseó un premio, al igual que Talavante después de torear a placer, como en el patio de su casa, al nobilísimo y algo flojo quinto, de vergonzosos pitones... A hombros se marchó junto al granadino con la colaboración de una estupenda corrida en líneas generales.

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