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Diez libros y diez películas para calmar la sed de toros

De «Mi gente» a «Currito de la Cruz», obras para pasar el confinamiento

«Aprendiendo a morir»

ABC

El aficionado taurino lleva dos meses sin poder disfrutar de su gran pasión a causa de la crisis del Covid-19 , que ha paralizado la temporada, pero siempre puede recurrir a la mucha cultura que genera el toreo, como estos 10 libros y 10 películas que sugieren los críticos taurinos de Efe, Paco Aguado y Javier López , para calmar la sed de toros durante el confinamiento.

Adentrarse y abstraerse en un buen libro siempre es un gran plan, y si es de temática taurina uno de los más recomendables para poder hacerlo es «El hilo del toreo / Los heterodoxos del toreo» , de Pepe Alameda, obra fundamental para conocer la evolución de la tauromaquia a lo largo de los siglos a través de las aportaciones de sus protagonistas.

Para profundizar todavía más en ese campo es también de obligada lectura la «Historia del toreo», del gran Néstor Luján, al igual que «A las cinco de la tarde» , de Adrian Shubert, que desglosa la historia del toreo en relación con los contextos económicos, sociales y políticos de los últimos cuatro siglos en España.

Pero si hay un título de cabecera en la literatura taurina ese es, sin duda, «Juan Belmonte, matador de toros» , de Manuel Chaves Nogales, la biografía novelada de uno de los toreros más relevantes de la historia escrita por uno de los grandes periodistas del siglo XX, una auténtica obra de arte que deleita incluso a los menos puestos en materia taurina.

Otro texto único y apasionante como pocos es «Mi gente» , en el que Pepe Dominguín cuenta la intensa historia de una de las sagas más influyentes del toreo y también de la vida española del siglo XX, mientras que para conocer la esencia de la tauromaquia al otro lado del Atlántico hay que recurrir, entre otros, a «México, diez veces llanto» , de Fernando Vinyes, que se adentra en el sentimiento taurino de ese país a través de diez tragedias en los ruedos.

En cuanto al otro protagonista de la Fiesta existen dos obras fundamentales: «El toro bravo» , escrito casi poéticamente por Álvaro Domecq y Díez, uno de los grandes ganaderos de nuestro tiempo, y «Las claves del toro» , en la que Joaquín López del Ramo hace una descripción precisa de todos los encastes y sus ramas a través de las distintas ganaderías actuales.

Para finalizar con las recomendaciones literarias, hay que incluir «Filosofía de las corridas de toros» , en la que el pensador francés Francis Wolff redacta un auténtico decálogo en defensa de la tauromaquia, lo que hace ya tiempo que hizo, desde la gran literatura, Gerardo Diego con sus «Poesías y prosas taurinas» , con las que demostró ser el mejor aficionado de una generación tan taurina como la del 27.

Películas

Además de estos magníficos libros, la tauromaquia ha sido también fuente de inspiración para un puñado de grandes películas de cine. Una de ellas es la versión de la novela «Currito de la Cruz» que dirigió Luis Lucia Mingarro en 1949, con el Pepín Martín Vázquez como protagonista y con la reproducción de sus soberbias faenas en la Corrida de Beneficencia de 1946 en Madrid.

Otra obra cinematográfica fundamental es «Torero» (1957), de Carlos Velo, casi un documental sobre la vida del matador de toros Luis Procuna, con imágenes reales de corridas en las que también aparecen toreros de la época tan importantes como Carlos Arruza o el mismísimo Manolete.

Un año antes, en 1956, Ladislao Vajda dirigió «Tarde de toros» , la historia de tres toreros que comparten cartel en una de las corridas de más expectación de la temporada en Las Ventas, y que tiene como protagonistas a tres grandes de la época: Domingo Ortega, Antonio Bienvenida y Enrique Vera.

Precisamente, Enrique Vera compaginó su carrera taurina con la de «galán» del cine español y así en 1959 se convirtió en «El niño de las monjas» , de Ignacio Iquino, cuya trama es la de un niño abandonado en un convento que es acogido, criado y educado por las monjas hasta convertirse en un gran torero. Ese mismo año, 1959, se estrenó «El Litri y su sombra», de Rafael Gil, biografía del gran Miguel Báez Espuny.

Ya en los años 60 cabe destacar «Aprendiendo a morir» (1963), dirigida por Pedro Lazaga e interpretada por el arrollador Manuel Benítez «El Cordobés», quien, en la cumbre de su fama protagonizó alguna cinta más, al igual que Palomo Linares, con «Nuevo en esta plaza» (1966) o «Solo los dos» (1968) junto a Marisol.

De la prolífica década de los 60 en el cine taurino, destaca también «Yo he visto la muerte» (1962), de José María Forqué, en la que Álvaro Domecq Romero, Antonio Bienvenida, Andrés Vázquez y Luis Miguel Dominguín evocan los episodios de sus vidas en los que más cerca han estado de morir.

Pero si hay una película altamente recomendable por los valores que de ella se desprenden es la de «Tú sólo» (1984), un «biopic» sobre los alumnos de la Escuela Taurina de Madrid, e interpretada por unos jovencísimos Luis Miguel Calvo, Joselito, José Luis Bote, Carretero, Sevillita o César del Puerto, entre otros muchos.

El cine taurino ha perdido presencia, pero, así y todo, habría que destacar la mítica serie «Juncal» , de Jaime de Armiñán, interpretada por grandes actores como Paco Rabal, Rafael Álvarez «El Brujo» y Fernando Fernán Gómez, entre otros, que llegó a convertirse en un gran éxito en TVE en 1989.

Lo último y más brillante en el cine taurino es, sin duda, «Blancanieves» (2012), la película muda y en blanco y negro de Pablo Berger que protagonizó de manera magistral Macarena Álvarez y que ganó varios premios Goya.

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