Aarón Palacio, el torero con madre antitaurina: «He conseguido que vaya a verme a las plazas»
La joven promesa de las Cinco Villas ha despertado a los aficionados, desde Zaragoza a Bilbao
Ángel González ABAd
Zaragoza
Tiene diecisiete años, es menudo y simpático, estudia bachillerato y quiere ir a la universidad con la vista puesta en la economía y la empresa. Apenas ha toreado una decena de tardes entre clases prácticas y novilladas con la escuela taurina de Zaragoza 'Mar de ... nubes', y ya ha conseguido que no sean pocos los aficionados que le siguen en sus actuaciones. Las plazas de Valencia, Zaragoza y Bilbao, además de otras de menor entidad, han disfrutado de su toreo, de su pasión, de su desparpajo ante los becerros. Hace unos días en la plaza de Ejea de los Caballeros, le cortó los máximos trofeos a un novillo de Fuente Ymbro y el triunfo conseguido en el ruedo bilbaíno en julio le ha abierto las puertas para la final del Memorial Iván Fandiño, que tendrá lugar el próximo día 26. También se ha ganado una plaza para la novillada que abrirá los festejos de la próxima Feria del Pilar en la Misericordia.
Aarón Palacio nació en la localidad zaragozana de Biota, en las Cinco Villas. Con apenas doce años ya se escapaba a los pueblos de alrededor en fiestas para recortar vaquillas. Así hasta que cogió una muleta, le embistió un becerro y todo cambió; aunque tuvo que lidiar con una parte de la familia no muy adicta a los toros. Por parte de su padre, todos muy aficionados; su madre y su hermana, claramente antitaurinas. Hubo que convencerlas.
Al principio accedieron a que fuera a la escuela con el convencimiento de que «ya se le pasará, pero no se me pasó». «Insistí en que mi pasión era el toreo, y costó que lo comprendieran, pero no había otra salida. Ahora ya he conseguido que mi madre y mi hermana acudan a las plazas en las que toreo», explica el chaval tras su primer triunfo familiar. Recuerda que nunca intentó dulcificarles el camino que le esperaba en la carrera elegida. Cuando en su casa ya aceptaron que toreara, el director de la escuela, el diestro zaragozano Miguel Cuartero, fue claro, sin paños calientes: «A partir de aquí todo va a ir a peor, los entrenamientos más duros, los viajes más largos, los novillos con más pitones y las volteretas más fuertes». La cara de su madre fue un poema, «cuanto antes lo asuma, mejor».
En el instituto y entre sus amigos nunca se ha sentido un bicho raro por ser torero, aunque ha habido bromas «que no me han afectado». «Tengo amigos que les gustan los toros y que no, y también he conseguido que estos acudan a verme torear». No olvida que lo primero que sintió cuando citó con un capote y una muleta fue «miedo, pues no es lo mismo pasar corriendo por delante que quedarse quieto». Aquello le enganchó, «no sabes muy bien qué es, pero algo que te hace que lo quieras volver a sentir».
Se ve como un torero «clásico, con un arrebato natural». Así se expresa en los ruedos, y ese concepto tiene también aires de ciclón por cómo sale a arrasar ante los astados. Así, su espejo está en Morante, en José Tomas… y los toreros antiguos como Antoñete o Manzanares, «que me encantan».
«Ahora el toreo es demasiado perfecto, y prefiero la naturalidad de los toreros de antes» reflexiona. «En los vídeos analizas detalles, cosas que puedo desarrollar», y tiene presente que hace poco vio un remate de Manolo Vázquez en Sevilla del que quedó prendado, «pensé que un día podría hacerlo yo también».
Gracias a la escuela ha toreado mucho en el campo y es consciente de que se están poniendo muchos ojos en él, «que la gente responda a lo que yo hago en el ruedo, que pueda ilusionar a los aficionados, es algo muy bonito y que te anima y da fuerzas para seguir». Su carácter es abierto, pero los días antes de un festejo le puede cambiar el genio. «Si tengo miedo no hablo en casa, me entienden y tratan de llevarme de la mejor forma posible», aunque reconoce que «dentro de los nervios intento ser lo más normal posible». Lo que también cambió desde que entró en la escuela fue su afición por la lectura. «A los dos meses ya empecé a pedir libros, y en casa no se lo creían. Ahora los devoro, de toros, de finanzas, de superación personal…» Y de todos, Belmonte de Chaves Nogales.
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Y entre miedos y nervios, surgen las ilusiones, los sueños. En dos años se ve triunfando en novilladas con caballos y con vistas a la alternativa. «El día en que tú dices que quieres ser torero, es el día en el que sueñas con la alternativa. Le doy muchas vueltas, al cartel, a la plaza», y vuelve a surgir el nombre de Morante…, los toros de Victoriano del Río, La Quinta, Alcurrucén…
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