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ABC Cultural

Feria de Santander

Morante o el elogio de la vieja torería

En una época donde se lidia el toro más previsible, nada es imposible con el artista más imprevisible: el de La Puebla cautiva en una faena de arrebato y fantasía y sale a hombros con Urdiales en una corrida de Juan Pedro justísima de todo

Morante de la Puebla Serrano Arce
Rosario Pérez

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En una época donde se lidia el toro más previsible de todos los tiempos, nada es imposible con el artista más imprevisible. Morante es capaz de romper incluso la más certera de las leyes, esa que afirma que sin un bravo no hay fiesta. ... Pero no, no siempre se fracasa por falta de toro, también se fracasa por falta de fantasía. Y de esta le fluye un mar al torero de La Puebla del Río. Originalísima nació y murió su faena al cuarto. No gustó la presencia del jabonero, con pinta de charolés. Lo que maravilló fue el racimo de verónicas, con el don de los elegidos. Sentado en el estribo observaba el sevillano el comportamiento del juampedro en banderillas. Ni una vez embistió de verdad el bruto, con muy feo estilo. A otros le hubiesen crecido los problemas del tal Víboro, pero Morante los fue puliendo. Pase a pase, echó por tierra nuevas teorías, como esa de que con tan tosco material no queda otra que andar 'ratonero'. Pues no: José Antonio anduvo enormemente torero.

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