Llega la hora de Ronda, la de los toreros machos
Morante, El Juli y Perera hacen hoy el paseíllo en la tradicional corrida goyesca
Escribir de Ronda conlleva hacerlo, inevitablemente, de su tradicional corrida goyesca. Un festejo que inició su andadura en 1954 y que, salvo en tres ocasiones, se ha celebrado cada año por estas calendas septembrinas en esa ciudad que maravilló al poeta Rainer María Rilke, quien cantó la belleza de un lugar diferente en medio de la serranía malagueña. Este año, Morante de la Puebla , El Juli y Miguel Ángel Perera harán el paseíllo para lidiar toros de Zalduendo.
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El nombre de Ronda va unido, indisolublemente, a este festejo que se celebra en la Feria de Pedro Romero —aquel torero que defició muchos conceptos de la Tauromaquia y que mató más de 2.000 toros de estocada— y que esconce en su antesala todo un ceremonial de ritos que trascienden de lo meramente taurino. Pero desembocan, en definitiva, en lo que acontece en ese ruedo que enmarcan las piedras de un bicentenario coso que parece transportarnos al siglo XVIII cuando cruzamos el umbral de sus puertas.
El verdadero artífice
La goyesca de Ronda es la corrida por excelencia. Cincuenta y ocho ediciones la contemplan a través de unos carteles y combinaciones de toros y toreros que resumen gran parte de la Tauromaquia del siglo XX y de lo que llevamos del XXI. Y la goyesca tiene un nombre propio: Antonio Ordóñez. El maestro rondeño es el verdadero artífice de este festejo y el que posibilitó que Ronda se diese a conocer al mundo entero
Porque la goyesca no es solo una corrida de toros. Es una peregrinación anual a la ciudad que se asoma a ese tajo que corta la respiración cuando se intenta adivinar, desde la altura, los surcos que se abren entre los riscos. Aficionados y curiosos de muchos puntos de España, de Francia y de Estados Unidos —principalmente— se dan cita en Ronda a primeros de septiembre. Antes lo hicieron, por citar solo dos nombres, el nobel Ernest Hemingway y el genio del séptimo arte Orson Welles. Ambos, íntimos de Ordóñez y enamorados de la Fiesta.
La flor y nata el toreo
Como Antonio Ordóñez, ya decimos, la goyesca adquirió dimensiones hasta antes desconocidas para una sola corrida. Como buque insignia se rodeaba, cada año, dela flor y nata del toreo: por su ruedo, vestidos de goyescos, han pasado figuras de la talla de Antonio Bienvenida, Curro Romero, Rafael de Paula, Julio Aparicio, Paco Camino, Paquirri, Manzanares, Paco Ojeda, Espartaco, Emilio Muñoz, Joselito, Ortega Cano y, en los finales de los años 90 y lo que llevamos del siglo XXI, Enrique Ponce, Manzanares hijo, Morante de la Puebla, Rivera Ordóñez, Cayetano, El Juli, El Cid, Miguel Ángel Perera...
Actualmente, Francisco Rivera Ordóñez, nieto del maestro, es quien organiza la goyesca. Lo lleva haciendo desde que Ordóñez falleció, compaginando su labor empresarial con su presencia como torero. Continuador de la dinastía de los Ordóñez ha sabido mantener el espíritu de dicho festejo, acompañado también de su hermano Cayetano quien, junto con Rafael de Paula, son los dos únicos diestros que han tomado la alternativa en esta tradicional corrida.
Si bien es verdad que desde los tiempos del maestro han cambiado mucho las cosas, el toreo ha evolucionado y las modas, pasajeras, han intentado imponerse, la goyesca sigue manteniendo ese aire bohemio y romántico de otra época del toreo por encima de situaciones coyunturales concretas.
Ronda, la de los toreros machos, vuelve a abrirse al mundo, taurino y de otra índole, para acoger, un mes de septiembre más, uno de los festejos más imitados pero no igualados: la corrida goyesca. Hoy, las calles de la ciudad malagueña estarán tomadas por unos peregrinos muy especiales que tienen como objetivo volver a renovar sus devoción por el toreo.
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