Morante, la emoción de una Goyesca de Ronda excepcional
Corta tres orejas y sale a hombros en su reaparición
andrés amorós
La expectación extraordinaria no ha quedado defraudada. En la Goyesca de Ronda , Morante de la Puebla se ha mostrado totalmente recuperado, con una entrega total, valor auténtico, además del arte que le sobra. Ha cortado tres orejas y ha salido en hombros.
Los ... toros de Juan Pedro , bien presentados, han tenido un juego desigual; varios han mostrado dificultades.
El primer toro galopa con nobleza pero es muy flojo, se cae dos veces antes de varas. Lo trastea Morante a media altura con gusto, dibuja derechazos suaves pero la res queda corta. Mata con habilidad.
El segundo es brusco , embiste con cierta violencia, mansea, canta la gallina en el caballo. Comienza el diestro con ayudados a dos manos magníficos; hace el esfuerzo; se entrega él más que el toro. Estocada corta de efecto fulminante y el toro, moribundo, en el arreón final, casi se lo lleva por delante: oreja.
En el tercero , el más bravo, vivimos una faena literalmente extraordinaria. Lidia con el capote, lancea cargando la suerte, ganando terreno . Se descalza el torero y nos ofrece un quite por verónicas magníficas, las que el público espera de él. Y una media, antológica: sí, como aquélla de Sevilla que todos cantamos... Suenan las palmas por bulerías y yo recuerdo un fandango : «Cuando él está toreando/ y da su media verónica, /se llena toda la tarde /de perfumes y de aromas». No es literatura barata sino auténtico aroma de toreo grande , de cante jondo. La faena de muleta sigue a ese nivel: comienza en tablas, apoyada la mano en la barrera; logra naturales antológicos, corriendo la mano, tirando del toro «hasta allá lejos». Y concluye a cámara lenta , con los pies juntos: ¡el fin del mundo! Le dan dos orejas.
Vuelta a la tierra
Volvemos a la tierra en el cuarto , que se da una voltereta fuerte y queda muy mermado. Lo prueba al natural, ve -y muestra al público- que no hay que hacer y mata rápido.
Le había pedido el diestro al ganadero que saliera en quinto lugar el toro en el que confiara más: el único de Parladé, que flojea, se cierne, se frena a mitad del muletazo. José Antonio no se desanima: después de doblarse con él, le aguanta mucho, con gran valor, y se duerme en unos derechazos interminable s. El toro se viene abajo, no iguala, mete la cabeza entre las manos y Morante no sabe cómo entrarle a matar: en un momento, pega un arreón, lo desarma, hace hilo, lo persigue hasta las tablas. El toro ha sido muy complicado, una «prenda».
Queda todavía el último , para rematar la tarde inolvidable. De entrada, el diestro lo recibe con una larga de rodillas, en tablas; encadena delantales, verónicas y tres medias: suena la música. Toma los palos: clava en corto, sin carreras inútiles. Para el tercer par, toma banderillas cortas, pide una silla , se sienta con la pierna cruzada, quiebra impecablemente, mientras el toro derrota sobre la silla: una estampa con el sabor añejo de la revista «La Lidia». Brinda a Francisco Rivera Ordóñez y comienza con dos doblones sensacionales; dibuja derechazos a media altura, con la mano izquierda en la cadera, hasta que el toro se acaba. Y éste es el único que pincha. No importa nada: le hacen dar la vuelta al ruedo y lo sacan en hombros. Todos sentimos la emoción de haber vivido una tarde excepcional.
(Lea la crónica completa en la edición impresa de ABC y en Kioskoymas)
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