Defensa de la propiedad intelectual del torero como creador de arte

El letrado, que antes de estudiar Derecho fue matador de toros, define su antiguo oficio como un arte «nuevo y diferente a las artes clásicas», una actividad creativa «singular, original, propia y ecléctica» que surge de «un estado de creación espiritual que tiene difícil explicación aunque todo arte es en sí inexplicable».

«El torero artista o con marcada personalidad, creador de una obra personal y original, es intérprete y autor a la vez de su propia creación» y como consecuencia, «debe ser protegido su derecho por la Ley de propiedad intelectual con todas las consecuencias patrimoniales y morales», considera.

Justifica la defensa del toreo como actividad sujeta a protección ya que «la obra del torero, la faena, no puede dejarse al margen de una protección como obra de espíritu porque es siempre interpretación de la obra anónima -la Tauromaquia- y algunas veces es también creación personal pero siempre es obra artística a proteger por las normas de propiedad intelectual».

El acto de presentación contó con la participación del diestro Miguel Ángel Perera, reciente triunfador de San Isidro, que se refirió a la creación del grupo de maestros denominado G-10 para reivindicar, entre otras aspiraciones, un control sobre la imagen de los toreros en las retransmisiones televisivas.

«En 2012 sufrí en mis propias carnes lo que es defender los derechos legítimos que corresponden a los toreros», recordó el matador extremeño para precisar que no son dueños de la gestión de su propia obra y «eso es algo que no pasa en ninguna otra actividad cultural».