José Antonio Camacho: «El fútbol es un deporte muy enraizado, pero el toreo debería fomentarse mucho más»

Tras el agradecimiento por su presencia, José Enrique Moreno, encargado de conducir el acto, pasó el testigo a José Antonio Camacho, que expuso una interesante idea como punto de partida: «El fútbol y los toros siempre han estado unidos, son dos espectáculos arraigados en España. Cuando empecé yo se jugaba mucho más en la calle al igual que se toreaba más en la calle, y ahora ambas cosas son más de escuela. En aquellos tiempos era todo mucho más natural y una manera de destacar en la vida. Yo me fui por el camino del deporte, pero podía haber ido por el camino del toro. Acompañaba a mi padre a ver los toros, y entrábamos en la plaza al final de la corrida por la cuestión económica. Me llamaba la atención el brillo de los trajes de luces con los focos de la plaza. Siempre he tenido una gran admiración del mundo del toro».

Pepín admitió la de futbolista como una posible profesión frustrada. Al margen de muchas conexiones, a lo largo del acto se demostró que hay lazos especiales por admiraciones propias entre los personajes.

Camacho reflexionó: «Aunque son dos espectáculos muy diferentes, un torero y un futbolista se parecen en la disciplina, el orden, en prepararse para un objetivo. En algunos aspectos se parecen, aunque son cosas muy distintas. Ellos buscan una preparación y les gusta hacer deporte. Igual que en otros países hay otras clases de actividad, el mundo del toro y el fútbol en España están unidos».

Al hilo de la preparación física, Liria confirmó que «era impensable que antiguamente los toreros pensaran en una rutina de preparación, en el estado de forma físico, como ahora lo hacen los toreros. El acercamiento a deportistas profesionales ha hecho que se preocuparan de esta cuestión cada vez más y la cuidaran».

Ambos recalcaron el sacrificio de sus profesiones y recordaron la naturalidad que existía en otras épocas y lo dirigidas que están ahora las carreras de jóvenes toreros y futbolistas.

Actualmente, Pepín Liria dirige la escuela taurina de Murcia, donde tiene alumnos de todas las edades. Les intenta transmitir valores, vivencias y el toreo. «La técnica se enseña, pero la personalidad de cada chaval hay que respetarla», dijo, a lo que añadió: «Las clases prácticas gratuitas que hemos celebrado estos dos últimos años en Murcia, con más de ocho mil personas en los tendidos, son un revulsivo que atrae a la afición a la escuela. Después de esas novilladas es cuando más solicitudes nos llegan de chavales que quieren entrar».

Por otro lado, y ya avanzado el acto, recordó con gran cariño su paso por la Maestranza, admitiendo que es la plaza que le ha dado todo, y desmintió su vuelta a los ruedos: «Es tanto el respeto y tan bonito el recuerdo que tengo de Sevilla, que el día que me fui sabía que había hecho los deberes con esta plaza y la gente me respondió mejor que ningún año».

Camacho, por su parte, incidió en la diferencia de épocas y dijo que le extrañaba que haya más futbolistas que toreros: «El fútbol es un deporte muy enraizado, pero el toreo debería transmitirse y fomentarse mucho más. Los niños van con los mejores, con los que ganas, y cuanto más ven una cosa más quieren serlo».

El entrenador explicó que la plaza a la que más ha asistido es la de Madrid, «aunque me ha gustado ver toros en todas -precisó-. En la Maestranza es diferente, en Madrid la gente comenta mucho y aquí hay mucho más silencio y respeto». En cuanto a toreros reconoció que le gustan de todo tipo, «en la época que iba con mi padre, con ocho años, recuerdo que iba a ver a El Cordobés, que reventaba las plazas, o Palomo Linares. Eran los toreros que más llamaban la atención y los más mediáticos, aunque con quien peor lo pasé fue con Dámaso González porque al principio se metían mucho con él en Madrid».

En un cambio de tercio, que demostró la complicidad entre los dos protagonistas, recordaron anécdotas vividas en el campo de fútbol y en el coso. Como cuando para celebrar la clasificación de España para el Mundial de Corea la selección fue a un tentadero que organizó precisamente Liria, levantándose un gran revuelo porque alguien dijo que los futbolistas se habían puesto delante de toros de 500 kilos, cuando en realidad probaron con becerras. Liria y Camacho coincidieron: «Lo que de verdad tuvo peligro fue el partidillo que echaron después».

Como anécdota de este encuentro, torero y futbolista cambiaron papeles y Liria terminó demostrando su control del balón mientras que Camacho se atrevió a dar unos lances de salón con un capote cedido por el sastre Pedro Algaba.

Con este encuentro, primero de la temporada 2014, los Mano a mano de la Fundación Cajasol llegaron a su edición número 26, lo que da una idea de la importancia de este ciclo en Sevilla.