Teodoro León Gross: «El rol del periodismo como contrapoder ya no existe»
El periodista y columnista de ABC analiza la decadencia del oficio al que ha dedicado su vida en 'La muerte del periodismo'
Editorial ABC: El poder acosa a la prensa

En las tres décadas que lleva vinculado al mundo del periodismo, Teodoro León Gross ha pasado por las principales cabeceras periodísticas del país: 'Diario 16', 'El País', 'El Mundo'... y ahora ABC, donde mantiene una columna política, además de ejercer como comentarista en varias ... radios. Con ese bagaje, y desde su plaza de profesor en la Universidad de Málaga, ha publicado varios libros dedicados al periodismo; pero ninguno tan contundente como el que ahora presenta: 'La muerte del periodismo' (Deusto), donde analiza la paulatina pérdida de influencia de un oficio cada vez más desacreditado y minimizado por el poder político. ¿Les cuenta estas cosas a sus alumnos? «Ahora mismo estoy en excedencia y esto me va a permitir no tener que dar demasiadas explicaciones...», dice, riendo. Pero sí, siempre tendrá que haber alguien en las «barricadas». A pesar de todo, el periodismo es esencial para la buena salud de las democracias.
—¿Qué le deben los políticos españoles a Trump?
—Le deben todos lo mismo, que es la pérdida de respeto al periodismo. Con Trump lo que sucede es que puso en escena que los medios de comunicación ya no son relevantes y que incluso cuestionar a los medios de comunicación puede ser rentable. Ganó unas elecciones contra los editoriales de los periódicos. Luego maltrató de manera torticera, grosera y zafia a los periódicos, a los que acusó de ser enemigos del pueblo y antidemócratas. Claro, esto es algo a lo que asisten todos los gobiernos occidentales y evidentemente toman nota. Basta ver a Pedro Sánchez. En la última campaña electoral mentía día tras día diciendo que el 90% de los periódicos eran de derecha y aquello de que los poderes oscuros trataban de destruir el sanchismo.
—¿Qué políticos españoles son trumpistas?
—Yo creo que el primer actor que incorpora el trumpismo es Pablo Iglesias. Daniel Gascón dice que es quien naturaliza el odio en la política española. Bueno, también es un acelerador de cosas que ya estaban ahí, desde la legislatura de Aznar, probablemente incluso desde la última legislatura de Felipe González. Pero la segunda de Aznar y el zapaterismo con el Pacto del Tinell empieza a hacerse habitual en España hacer política acentuando la trinchera y la distancia con el adversario. Y Pablo Iglesias es quien lo incorpora definitivamente con su estrategia de odio a la política española. Pedro Sánchez, como en tantas otras cosas, le ha tomado el modelo a Iglesias, lo ha asimilado para el Partido Socialista y ha dejado sin espacio a Podemos. Eso que llamamos posverdad no es una mentira simplemente, sino un desprecio absoluto por la verdad. Una vez que la verdad deja de ser relevante, el periodismo deja de ser importante.
—¿Por qué la verdad se ha vuelto tan irrelevante?
—Esta es la cuestión clave. ¿La verdad se ha vuelto irrelevante y eso ha debilitado al periodismo o el periodismo se ha debilitado y eso ha favorecido que se debilite la verdad? Seguramente han corrido en alguna medida paralelos, como el deterioro del periodismo y la degradación de la democracia liberal. La materia prima fundamental del periodismo son los hechos, la difusión de asuntos de interés público. El problema al debilitarse el periodismo, al aparecer el 'infotainment', es que la importancia de los hechos se ha debilitado y, a su vez, la capacidad de los medios de defender la verdad. Los hechos se han convertido en algo secundario.
'La muerte del periodismo'

- Autor Teodoro León Gross
- Editorial Deusto
- Número de páginas 360
- Precio 19,95 euros
—Alguien le dijo un vez la frase «ya no os leen, ya no os tememos».
—Esto supone sencillamente la desaparición del periodismo tal y como lo conocíamos, de ese cuarto poder -o contrapoder- constituido como uno de los actores fundamentales en el equilibrio del sistema. Esa frase representa que el poder del periodismo ya no existe, ha perdido su rol en el sistema.
—En su libro comenta que lo que los periodistas añoran es ese poder.
—Muchas veces parece añorarse una edad de oro, la del Watergate o los Papeles de Pentágono, pero la historia del periodismo nos dice que esa edad de oro nunca existió. La generación de periodistas a la que yo pertenezco hemos conocido uno de los mejores tiempos, que fueron los años 80 y los primeros años 90 en España. En ese sentido, hay una melancolía razonable, pero mi tesis es que lo que se echa de menos es cuando ningún político no se quedaba tranquilo hasta que no leía el periódico. Lo leían con temblor en las rodillas y de manos porque se podía poner en peligro su carrera política.
—¿Hay demasiada opinión en el periodismo?
—Sí, y tiene una razón lógica: la opinión es más barata que la información. Las tertulias televisivas son un producto muy barato. Esto es lo que algunos han denominado la 'opinionitis', que llena espacios que no puedes ocupar con buena información por falta de músculo económico. La actualidad periodística ha dejado de ser un proceso informativo para ser un estado opinativo.
—¿Los gabinetes de comunicación se han convertido en ministerios de censura?
—Hoy el periodismo tiene un problema, y es que los gabinetes de comunicación son mejores que los medios, en el sentido de que tienen más dinero y recursos. Evidentemente los gabinetes no están para ser periodismo. Están para ser comunicación, comunicación institucional y comunicación política. Son la voz de su amo. Y en ese sentido podemos decir que son agentes de un cierto control de la información. Ese es su trabajo. Para eso surgieron. Y están haciendo bien su trabajo.
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