Las verdaderas razones de la renuncia del director del Festival de Almagro
La decreciente presencia en el certamen de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, que dirige Lluís Homar, clave en la decisión de Ignacio García
Dimite Ignacio García, director del Festival de Almagro, «para no contribuir a su devaluación»
Madrid
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Iniciar sesión«No pretendo abrir ninguna pelea ni nada parecido. Pretendo solo analizar los hechos por los que el festival tiene difícil seguir creciendo si no cambian ciertas cosas». Son palabras de Ignacio García, que esta semana anunció su decisión de no continuar al frente ... del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro. «No es una dimisión -aclara-; mi mandato concluía el 31 de diciembre, y simplemente he rechazado la propuesta de renovación que me hizo el patronato del festival. Que hay que decir que no se me sugirió hasta el 25 de octubre, y no se me informó hasta el 3 de noviembre. Un poco tarde, porque habían pasado muchas cosas en el camino», dice García a ABC.
En el fondo de esta decisión, que Ignacio García ha tomado a pesar de encontrarse, dice, «feliz» en esta etapa, figura sobre todo su abierta discrepancia con la relación que mantiene la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC), que dirige Lluís Homar, con Almagro. La nota que publicó el director del festival el lunes era contundente: «Para la próxima edición se propone por parte de la CNTC una reducción de funciones en relación a años anteriores que deteriora la visión patrimonial que se ha intentado construir en estos años desde la dirección del Festival; el cauce de contratación con la última producción de 'La vida es sueño' debe hacerse directamente con la empresa coproductora y fuera de su sede; la reducción de la actividad en el Teatro Adolfo Marsillach afecta al desarrollo del Festival, a la hostelería y a la vida económica del municipio».
Voz a la gente de Almagro
«Estoy dando voz a lo que me dice la gente de Almagro. Parece que uno es un traidor a la patria por decir ciertas cosas: pero no pretendo abrir ninguna pelea, simplemente lo hago por responsabilidad y por exigencia. Usted sabe que en Almagro el público es brutalmente exigente, y te para en la calle y te dice lo que no le gusta y lo que no funciona. Ese sentido de exigencia es el que nos ha llevado a plantear esto».
No esquiva Ignacio García las preguntas sobre la Compañía Nacional de Teatro Clásico pero sí evita mencionar el nombre de Lluís Homar. «Los compromisos de programación que tenía la CNTC en el Teatro Adolfo Marsillach se habían reducido en los últimos años y habían tenido que ser cubiertos por el festival. Los compromisos de los patronos y la defensa patrimonial, la defensa del Siglo de Oro, es algo que para mí ha estado en el centro del discurso desde el primer día. Yo he peleado porque esa sea la casa del Siglo de Oro de mucha más gente: de América, de las mujeres, de las lenguas cooficiales: y yo siento que no todo el mundo estaba defendiendo esta visión patrimonial de la misma manera».
Cuando se le pregunta si se refiere a Lluís Homar y a la CNTC García responde, tras unos instantes: «Me refiero a la programación del teatro Adolfo Marsillach, a lo que venía haciendo y a lo que ha sido en los últimos tiempos; sí, me refiero a eso. Pero esto no es un juicio de opinión; basta con tomar los libros del festival y ver la evolución del número de funciones entre los últimos años del mandato de Helena Pimenta a lo que ha sido este último año».
Almagro ha sido la sede veraniega de la Compañía Nacional de Teatro Clásico desde su creación en 1986; de hecho, dicha creación se decidió en el Parador de Almagro, como Adofo Marsillach, su primer director, cuenta en sus memorias. En la ciudad manchega se construyó un espacio escénico, inaugurado en 1993, en lo que fue antiguamente el Hospital de San Juan; con este nombre se lo conoció hasta hace tres años, en que se rebautizó como Teatro Adolfo Marsillach.
Participación reducida
La participación de la CNTC en la edición de este año se ha limitado a quince funciones de las cuatro producciones presentadas (una de ellas, una lectura dramatizada), que contrasta con las veintiocho que se ofrecieron en 2019 y las veintiséis de 2018, con la dirección de la compañía todavía en manos de Helena Pimenta.
«La Compañía Nacional de Teatro Clásico es la columna vertebral del Festival de Almagro -sigue García-. Así lo creo, y pienso que debe seguir siendo así. La CNTC tiene tiene su sede también en el Festival de Almagro. Yo no estoy haciendo un juicio de valor sobre la compañía ni sobre lo que debe o no debe hacer; es una unidad de producción que adopta lógicamente sus decisiones. Pero creo simplemente, al no compartirlas, que es mejor ceder el paso. No estoy exigiendo a nadie que haga cosas diferentes ni criticándole por hacer lo que hace. Simplemente no soy partícipe de ello y por eso he dado un paso al lado.
Hay más razones para la decisión de Ignacio García: «La reducción, precarización y externalización de puestos laborales que se ha llevado a cabo en la Fundación por mandato taxativo de su Patronato y su Comisión Ejecutiva». Por ejemplo, dice el todavía director del festival, el departamento de Comunicación, que era antes un equipo del propio certamen. «La contabilidad también se ha externalizado y ha habido caminos de continuar en esta línea. Para mí ha sido doloroso ver que en los últimos cinco años el equipo humano se ha reducido y las condiciones de los trabajadores se han acortado. Y me parece que lo que hemos externalizado no ha ayudado a mejorar la actividad del festival. Entiendo las razones del patronato para tomar estas decisiones, pero no las comparto ni me siento con fuerzas para seguir llevando a cabo esta tarea».
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«El festival -concluye- ha crecido mucho en estos años gracias al apoyo de mucha gente, pero, en mi opinión, la Fundación no ha crecido de la misma manera y se ha llegado a un punto en el que no es viable hacer que el festival siga creciendo sin que haya un replanteamiento de ciertas cosas. Y no percibo que lo haya. Consideré que tal vez era yo quien no estaba acertado y era mejor dar un paso al lado».
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