'Las olvidadas', memoria de las mujeres

En un escenario sembrado de muñecas como proyección de los distintos roles que cada mujer ha ido encarnando, con un indudable y acertado aliento poético, quizá lo que se echa de menos en la obra es una mayor claridad. En su escritura hay dos almas: una que se convierte en un farragoso peso muerto, y otra que acierta a conmovernos y a emocionarnos, que vuela hacia esa experiencia tan trágica como verdadera. Tal vez un enfoque argumental más sobrio nos hubiera dado la grandeza que esconde dentro.

El diálogo que se establece entre las dos actrices apela por igual a la memoria y al olvido, y quiere ser una voz de la conciencia. Galardonada con el Premio MikroAcadèmia, combina la dimensión humana, la dimensión política y la indagación social como una forma de no seguir repitiendo antiguos estigmas y de construir una sentimentalidad realmente nueva. En sus momentos de mayor altura, desarrolla una idea bellísima: en cada mujer están todas las mujeres que vivieron antes que ella, en cada mujer oímos sus quejas y sus silencios, y también sus esperanzas.

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Obra de reflexión, de pensamiento y de sentimiento, se agradece en ella su deseo de innovar, de salirse del tópico y de ambicionar una mirada más profunda y abarcadora. «No escogen nada las mujeres», nos dice, pero aquí están reivindicando una historia que tiene la dimensión de los grandes mitos y el simbolismo de las grandes verdades que se vivieron desde el dolor. 'Las olvidadas' es, finalmente, ese epitafio sobre el que se debe construir el futuro.